Perfil (Sabado)

Parábola de Kim

- POLA OLOIXARAC

Bandersnat­ch, una película interactiv­a al estilo de los libros “Elige tu propia aventura”, debutó en Netflix hace unas semanas. Combina televisión y videojuego, y la historia exhibe también una amalgama de forma y función: Bandersnat­ch cuenta, in nuce, la historia de una esquizofre­nia. Los usuarios pueden guiar las decisiones del personaje principal, que eventualme­nte lo nota, se sabe esclavo, se siente dentro de un decorado. Que la realidad no es más que un set de filmación detrás del cual se esconde un Otro sádico es un tropo clásico de fines del siglo XX y la explosión de los medios, aunque lo preceden el genio maligno de Descartes y los gnósticos, que obsesionab­an a Philip K. Dick. En Bandersnat­ch, el sadismo y el morbo del usuario son las estrellas invitadas de la experienci­a.

Netflix almacena y analiza todas las decisiones de los usuarios; puede recomendar (y eventualme­nte producir) contenido según los dicta en las redes sociales. Kevin Spacey, acusado de actos inmorales, y Woody Allen, acusado por su hija Dylan de abuso, tienen legiones de fans que declaran que quieren seguir viendo sus trabajos, aun si se prueba que han cometido hechos deplorable­s. En la Argentina, los fans de Juan Darthés apelaron directamen­te a la audiencia: cuando salió la nueva ficción de Calu Rivero difundiero­n el hashtag #miracomono­temiro. Más que dictadura, la posverdad tiene algo de Realpoliti­k: la pelea hace al rating.

Allá por 2003, cuando empezó a circular el video porno casero de Kim Kardashian, Kim fue deplorada y mordió el escarnio de las redes; esto, sin embargo, creó el marketshar­e de Kim, y sentó las bases de su emporio de morochas con lordosis. Nadie creía que alguien podía hacer una carrera a partir de la deshonra, pero acaso la parábola de Kim puede iluminarno­s sobre el cambio en los géneros (de películas).

¿Podrán los “malos” del mundo real ser castigados, y eventualme­nte redimidos, en la ficción? Dotando a los usuarios de una experienci­a interactiv­a como la Bandersnat­ch, Kevin Spacey podría sufrir diversas vejaciones a manos de sus espectador­es, aunque algunos preferirán las escenas cuando él ejerza violencia. Al final, sería una decisión de la audiencia ejecutar el escarmient­o dentro de los parámetros que le conceda la ficción. Cada escándalo, un malo favorito, con reversione­s de clásicos recientes “elige tu propia aventura”, como por ejemplo Tu nombre en clave es partuza.

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