Reina caída en desgracia, reino a pura traición
IInglaterra a principios del siglo XVIII es un festín a la hora del diseño de producción. Pero La favorita si bien no elude la gran trampa para osos del cine de época (sigue luciendo a veces con más superficie no intencional que con sustancia realmente generada) también logra que todo, cada peluca, cada vestido, cada detalle cargado del plano tenga densidad, se siente afiebrado y contagioso. Es que el mundo de Ana Estuardo (Olivia Colman), la reina que vio morir a 17 hijos, quien fuera la última Estuardo, y su guerra contra Francia es oprimido. El lujo no como vulgaridad sino como viscosa trampa de lujo, casi un deseable infierno (la película deja bien en claro como vivían otras clases sociales). Es también el mundo de Lady Sara Churchill (Rachel Weisz en perfecto modo de escorpión con corazón), quien maneja las grandes decisiones frente a la debilidad de Ana. Es, aunque le da la espalda, el mundo de Abigail (Emma Stone, en modo filoso, casi aséptico), la noble caída en desgracia.
La favorita sabe ser perversa y deleitar, sobre todo cuando el mundo gira en torno a ellas y sus huracanes. A hí es cuando el cine tieso como mármol de museo de Yorgos Lanthimos adquiere vida, y hasta sonrisa de sátira, de melodrama anabolizado que cree ser reimpresión de Stanley Kubrick (su tono, sus recursos, su supresión quirúrgica de la alegría a base de nihilismo). Cuando ellas son celos, y furia, y poder de pasillos, y ping-pong verbal es cuando La favorita se pone pegajosa, melaza de sus virtudes y nos hace mosca de sus defectos. El problema es cuando la tragedia aparece, cuando la caricatura se parte dejando migas en todo lo anterior: hay un punto donde vemos una película diabólica que no necesita querer a sus personajes y que solo quiere verlos saltar, como conejos tras zanahorias, ante sus propias desesperaciones, que la película odia (o al menos da esa sensación). Quizás sea el encierro, donde el castillo se hace diorama de Lanthimos y su mano, quizás sea la desesperación (Stone parece acelerar lo que su personaje genera en la temporada de premios) pero La favorita late con gracia cuando entiende que hay porciones de ese mundo que debe dejar que respiren antes que apretarlas para que sean un síntoma de época.