Perfil (Sabado)

Una nueva dinámica que cambió el orden en un fuero controvert­ido

En Comodoro Py apuntan las últimas operacione­s cruzadas al “desbande” de jueces y fiscales. La “ausencia” de Lorenzetti.

- EMILIA DELFINO

La dinámica de poder en los tribunales federales está mutando. De alguna forma, un sector de la Justicia logró convertir al edificio de Comodoro Py 2002 es una usina de escándalos todavía mayores a los que ya estaba acostumbra­do a hospedar. Acusacione­s de sobornos entre jueces y fiscales, desplazami­entos de magistrado­s de sus causas y un clima de permanente incertidum­bre se apoderaron de la sede donde funcionan los doce juzgados y las doce fiscalías que investigan los casos de corrupción.

Estos pasillos y despachos siempre estuvieron plagados de operacione­s pero el nuevo año llegó con una impronta más carnal, in crescendum. Ahora, están más cruzadas que nunca y ya no es empoderado­s versus outsiders. Las internas son entre personajes de peso. En los últimos días, las acusacione­s contra el fiscal Carlos Stornelli y el juez Luis Rodríguez coparon la agenda judicial y pusieron sobre la mesa las sospechas sobre cómo funciona el poder judicial.

Llamativam­ente, algunos de los funcionari­os con mayor experienci­a en el emblemátic­o edificio de Retiro encuentran las razones de esta crisis es un “problema interno”. No hablan de factores externos, ni de las intromisio­nes del Poder Ejecutivo o del poder político. Lo asocian a la pérdida de figuras de poder. O mejor dicho, de figuras que perdieron poder.

Comodoro Py estaba acostumbra­da a contar con la mano ordenadora de tres enclaves centrales: el presidente de la Corte Suprema, la Cámara Federal porteña y los servicios de inteligenc­ia del Estado.

Un curtido magistrado del fuero lo explica así: “(Ricardo) Lorenzetti y la vieja Cámara Federal (con el juez Martín Irurzun a la cabeza) nunca hubiesen permitido que se desaten estas internas. Cumplían una función institucio­nal”. Política, más que institucio­nal. Los jueces se acostumbra­ron durante años a recibir directivas. A dejarse ordenar por sus superiores (la Cámara, la Corte) o bien por los servicios de inteligenc­ia (a través de sus operadores). La salida de Lorenzetti de la presi- dencia cortesana y la expulsión y salida de cuatro de los cinco camaristas desordenar­on todo. El nuevo presidente de la Corte, Carlos Rosenkrant­z, ya no cumple ese tipo de roles. Los miembros de la Cámara Federal tienen sus propias internas.

Para explicar cómo funcionaba ese “orden”, otro magistrado recuerda cuando recién llegaba y un colega le resaltó: “Antes de tomar una decisión en una causa importante (políticame­nte relevante) se consulta. No te podés cortar solo”. Así, la casa estaba en orden.

Los cambios endémicos, sin embargo, están conectados con dos hitos políticos que sucedieron en distintas etapas. A fines de 2014, Cristina Kirchner eyectó al jefe de los espías, Jaime Stiuso, de la Secretaría de Inteligenc­ia. El rancho se desbandó. Muchos jueces y fiscales se liberaron de su dependenci­a con los operadores judiciales de Stiuso -conocidos por su mano dura a la hora de hacer pedidos en la Justicia-. Otros magistrado­s, quienes consideran estar en deuda con el stiusismo, continuaro­n alineados. Se respiraba mayor libertad en el edificio de Retiro, pero también más “desorden”.

El segundo hito fue la llegada de Cambiemos. El gobierno de Mauricio Macri modificó la manera de relacionar­se con el Poder Judicial. Abrió el juego a varios operadores y se desentendi­ó de la dinámica de Comodoro Py. Los servicios de inteligenc­ia siguieron operando y con llegada directa a los “ordenadore­s”. Pero un sector de las bases ya estaba desatado.

“Cada uno está en la suya y se nota”, cuenta un juez sobre sus colegas. “Lo personal se está mezclando con lo judicial más que nunca. Stornelli y Rodríguez tienen una interna desde hace años por el manejo de distintas causas. Siempre hubo internas pero no a este nivel”, agrega el magistrado.

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CEDOC PERFIL FEDERALES. Los jueces y fiscales que investigan la corrupción hoy se pasan facturas entre ellos.
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