Perfil (Sabado)

Racismo básico como vitamina moralizado­ra

- JUAN MANUEL DOMÍNGUEZ

GREEN BOOK: UNA AMISTAD SIN FRONTERAS

Título original: Green Book Dirección: Peter Farrely Guion: Nick Vallelonga, Brian Hayes Currie y Peter Farrelly Intérprete­s: Viggo Mortensen, Mahershala Ali y Linda Cardellini Origen: Estados Unidos (2018) Duración: 130’

Cine papilla. O puré. O alguna forma elegante de un alimento que no requiera demasiado esfuerzo para ser deglutido. Y eso, que, claro, suena insultante es la principal virtud del racialment­e culposo y políticame­nte correcto debut en el drama de Peter Loco por Mary Farrely. Y vale insistir: no, no es agobiante en sus lecciones básicas, casi viales, sobre la forma en que una amistad puede alterarnos la vida. Aunque hay instantes que se siente así. Aquí es la amistad durante los años 60 del italoameri­cano Tony Vallelonga (Viggo Mortensen haciendo la versión Hallmark de Joe Pesci cuando Scorsese le daba máquina) y Dr. Don Shirley (Mahershala Ali, elevando la película a dolores que no sabe que posee y la benefician), un pianista de jazz que los blancos adoran ver, incluso en la América pura y dura, ésa del Sur, pero que debe comportars­e acorde a los dictámenes de conducta del mentado “libro verde”. No hay convulsión racial que

Green Book no convierta en un ejemplo de vida, en un fragmento de Facebook para ilustrar cuán racistas pueden ser ellos, cuán racistas somos sin saberlo y cuánto una persona, aquí el personaje de Ali, puede sentirse condenado por su raza y por quienes lo discrimina­n. Si hay un baño para gente de color en el film, se verá inmundo. Y así se da escena a escena la ilustració­n de una mentalidad que si bien sigue existiendo en Estados Unidos, aquí se siente más libro infantil, cálido y sin riesgo alguno (puré, ya ven), sobre cómo sentirnos mejor de aquéllos que son racistas. Pero hay dos ases, o tres, en la película: Farrely, perfecto ejecutivo de una película que necesita alguien que se anime a filmar escenas imposibles y actores que hagan a esa película sentida, no una mera guía moral sobre cómo no ser malvado en los años 60.

Allí es donde San Viggo, Marhershal­a Ali, y Linda Cardellini aparecen. Son ellos tres, con los dos hombres viajando (el jazzista contrata el bruto, pero noble como guardaespa­ldas y conductor) y ella esperando, los que hacen de las lecciones, escenas. Son ellos quienes hacen de sus ejemplos de vida, vida que no necesita ejemplos: está en su medida, en su calidez, en su dolor (en este caso, sí capaz de reflejarse en nuestro futuro y racismo actual; todo Ali en su mejor modo, hecho añicos por dentro). Sí, hay una historia real que justifica las caricatura­s educativas, pero hay tres actores y un director que extrañamen­te hacen conjunción y sin negar el dedito didáctico en alto, tienen más para sentir que mero comfort político correcto.

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DIAMOND FILMS DUPLA. Los actores Viggo Mortensen y Mahershala Ali se lucen.

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