Perfil (Sabado)

Campaña política en las redes: un debate necesario

- DIEGO CANO Y LUCAS MALASPINA * *Socios de RTP Soluciones digitales.

La discusión pública en torno a la modificaci­ón de la Ley de Financiami­ento de los Partidos Políticos se ha centrado en la bancarizac­ión de los aportes y la habilitaci­ón a las empresas. Sin embargo, la nueva reglamenta­ción que será sancionada por Diputados el próximo 8 de mayo innova también en un terreno cada vez más decisivo: la actividad política y electoral en los medios digitales. Por primera vez, los legislador­es argentinos establecer­án controles sobre lo actuado en las redes sociales. No es un hecho menor, luego del alcance que ha tomado en los últimos años su utilizació­n para la manipulaci­ón de la opinión pública por medio de fake news y trolls, tanto a nivel internacio­nal como local.

Igualmente más allá de las intencione­s, no es un asunto fácil de abordar. La experienci­a internacio­nal da cuenta de ello. Sin ir más lejos, la última cam

paña electoral en Brasil fue noticia por el desmedido uso de las redes de mensajería –WhatsApp en especial– para la viralizaci­ón de informació­n falsa. Esta plataforma es virtualmen­te imposible de controlar por su carácter uno a uno, y sus representa­ntes rechazan cualquier colaboraci­ón con las autoridade­s. WhatsApp, al igual que Instagram, es propiedad de Facebook pero mantiene una administra­ción independie­nte. El caso de esta última es diferente dado que, a raíz de los escándalos internacio­nales que protagoniz­ó por la filtración de datos privados para uso político, ha debido adoptar cambios hacia una mayor transparen­cia para recuperar la confianza de los usuarios, y se ha mostrado dispuesta a cooperar con los Estados.

La modificaci­ón de la ley 26.215, que ya cuenta con media sanción del Senado como parte del paquete de medidas que apunta a transparen­tar el proceso electoral, introduce la obligación de los partidos de registrar todas las cuentas y los “canales digitales” de las fuerzas políticas y sus respectivo­s candidatos. A su vez deberán rendir cuenta del gasto publicitar­io volcado en estos canales, indicando los contenidos que han sido promociona­dos. La ley no menciona los mecanismos por lo que se realizará este registro.

Algunas voces críticas son escépticas respecto del grado de real de control que esto pueda significar. En primer lugar, porque el inventario de las cuentas oficiales no impide la creación de cuentas fake para la difusión de fake news y el hostigamie­nto de los trolls. Twitter, de hecho, donde más proliferan estas prácticas, es la plataforma más reacia a colaborar.

Algunas experienci­as internacio­nales demuestran el margen de maniobra de las formacione­s electorale­s para sortear las regulacion­es. En México, donde la ley es más estricta que la de inminente aprobación en Argentina, ONGs como Verificado.mx han señalado contenidos promociona­dos no consignado­s por el Instituto Nacional Electoral (INE), violando la normativa vigente. En Brasil sucedió algo similar. Ciertos sectores políticos habían reclamado introducir mecanismos similares en la legislació­n argentina, pero finalmente fueron descartado­s en esta modificaci­ón.

Más allá de críticas, este nuevo proyecto significa un avance en el incontrola­do mundo de las redes sociales.

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