Perfil (Sabado)

Gracias a Dios

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Tengo un colega en la docencia que admira hasta tal punto a Elisa Carrió que no duda en asociarla nada menos que con Hannah Arendt. Consiente así ese vínculo que, para mí, es por demás dudoso, y que ella promueve ufana por mera nominación. No sé de muchos que le hagan semejante honor a Lilita. Y de ninguno que lo haga entre quienes han leído con atención al menos algunos de los libros de Arendt.

Pero sé que hay muchos ciudadanos que tienen a Carrió en muy buen concepto, y de hecho más de la mitad de mis vecinos en la ciudad de Buenos Aires la ha elegido para que los represente. Calculo que buena parte de ellos, si es que no todos, se habrán vuelto hoy por hoy fanáticos de la puesta en contexto, ya que es el modo en el que están intentando aliviar la ferocidad de su reciente frase: “Gracias a Dios murió De la Sota”. Otro más de sus exabruptos.

¿La quieren, los que la quieren, a pesar de esos exabruptos? Doy en pensar que no: que la quieren gracias a ellos. En muchos casos el exabrupto dejó de percibirse como disparate y como intemperan­cia, para pasar a sugerir en cambio cierta garantía de verdad. La figura de quien puede decir cualquier cosa, que Carrió encarna mejor que nadie en la política argentina, en vez de remitir al dislate puro, en vez de devaluarse como derrape de desvarío, suscita por el contrario en muchos la impresión de que quien puede decir cualquier cosa (¿y acaso no es eso Carrió: la que puede decir cualquier cosa?) es quien va, por eso mismo, a decir ciertas verdades, a lanzarlas contra viento y marea (porque imaginan viento, porque imaginan marea). La fe en los delirios místicos no hace sino adjudicarl­e un valor de verdad a lo dicho en la sinrazón, fuera de lógica, fuera de sí. Aquella frase, puesta en contexto, se completa así: “Gracias a Dios murió De la Sota, porque ahí sabrían qué es una denunciado­ra”. La clave aquí es la mención de Dios. Porque Carrió concibe así la justicia: ella acusa, los jueces condenan, Dios castiga. Para decirlo con la terminolog­ía habitual de Cambiemos, son un equipo. Sin Dios, la frase no se entiende. Por eso Carrió replicó en un tuit: “Las palabras solo pueden ser entendidas desde lo espiritual y en el contexto en que fueron dichas”. Y por eso especificó: “De los que no creen, no puedo hacerme cargo”. Estas oscuras aclaracion­es sirven no solamente para interpreta­r la horrenda frase sobre De la Sota, sino también la visión que tiene Carrió respecto de la situación actual del país y la gestión del gobierno nacional: estamos en manos de Dios. Ella, que ya ha manifestad­o que Dios le habla y ella lo oye, es la persona más indicada para decírnoslo. De manera que este vendría a ser su diagnóstic­o y esta vendría a ser su propuesta: los que creen, a rezar. Y los que no, a joderse.

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MARTIN KOHAN

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