RECONVERTIR LOS OBJETIVOS
Un deportista de alta competencia exitoso se codea con múltiples satisfacciones, ventajas económicas, laborales y sociales que a la hora de retirarse de la actividad debe resignar en gran medida. Ser tapa de revistas, sentir su nombre coreado por los hinchas, gozar de muy buenos ingresos y un estándar de vida más o menos acomodado, sentirse deseado y admirado por las mujeres, amigos y gente del entorno que buscan su compañía funcionan como una miel que endulza su autoestima y engrandece su Yo.
El ser humano se acostumbra a esas caricias, esforzándose por mantener un nivel de rendimiento deportivo con dedicación, esfuerzo y una buena dosis de sacrificio propio y de su familia cercana. Más aun, en algunos casos produce tensiones muy difíciles de soportar y sobrellevar, llevando a algunos a recurrir a la ingesta de droga para soportar el nivel de exigencia que esto supone.
La carrera del deportista es corta y requiere, por un lado, poder hacer el proceso de duelo por todo aquello que en algún momento se pierde y, por el otro, encarar una reconversión de objetivos, tanto a nivel personal como familiar y económico. Algunos pocos lo saben hacer y otros muchos van quedando rezagados en el camino, sin saber qué hacer para salir de un estado depresivo que inevitablemente los acomete.
Lo correcto es que cuando a un deportista se le plantea esta situación, más allá de recurrir a la ayuda y contención de su familia, amigos o compañeros cercanos, fundamentalmente acuda a profesionales especializados que lo van a ayudar mucho mejor que nadie a superar el trance que haya sufrido, y a no desbarrancar. Lamentablemente, cuando eso no ocurre, las vivencias de vacío, fracaso y sensación de fin de ciclo pueden llevar a querer truncar su vida, especialmente si en el plano familiar y afectivo coincidentemente se pierden lazos y proyectos.