POR DENTRO
Una trabajosa crónica del interior de la provincia de Buenos Aires rescata pueblos mínimos, algunos tomados por pavos reales; otros, con un solo habitante. Historias sorprendentes entre cardos, vagones y pulperías.
Hay otros mundos, pero están en éste, escribió alguna vez Paul Eluard. Y lo cita Leandro Vesco, que ha caminado más de lo imaginable la provincia de Buenos Aires para darle marco de resurrección a un montón de historias mínimas, personajes olvidados, muros vencidos y esquinas legendarias que sobreviven fuera del tiempo, en ese no-lugar del país, repleto de fantasmas, injusticias y silencios. Así, la curiosidad o la épica lo llevó un día hasta Faro, un pueblo de 14 habitantes a 20 kilómetros de Coronel Dorrego. Y otro, lo hizo anclar en Dennehy, al que bautiza la “Macondo bonaerense”, con el último fabricante artesanal de arcos de violín. Y descubrió más tarde que una sola persona vive en Quiñihual, con vacas, cerdos y un perro fiel. Y de un lado para el otro, una tarde comprendió el verdadero sentido de La curamaleña, el himno que el músico Tata Cedrón le dedicó al pueblo Cura Malal. Entrerriano, periodista
y escritor, Vesco caminó durante diez años no solo la Provincia sino el país y terminó fundando Proyecto Pulpería, una ONG que trabaja en la recuperación de los pequeños pueblos de la patria. En honor a la verdad, no todo en su libro, publicado por Editorial El Ateneo, va en busca del olvido irredento. Valga de ejemplo la “flamante” playa La Chiquita, sobre el klilómetro 780 de la RN 3, en donde parece que la única rutina diaria es encender el faro de Península Verde. O descubrir La Invencible, habitado por pavos reales a la deriva. Al final del camino, cansados, pero no abatidos, los lectores han caminado rincones impensados de una pampa interminable, siempre polvorienta y sin tiempo.