Perfil (Sabado)

Identifica­ción facial: alerta por fallas

Advierten sobre falsos positivos en las cámaras.

- CLAUDIO CORSALINI/ LEONARDO NIEVA

La tecnología aplicada a la seguridad eleva los niveles de eficacia, pero no siempre es una garantía. Por ejemplo, una cámara instalada en el sitio preciso puede servir para esclarecer un delito. En cambio, el botón antipánico, diseñado para salvar a una mujer de un riesgo inminente, es efectivo solo si la respuesta del personal es inmediata. Con el novedoso sistema de reconocimi­ento facial que presentó hace dos semanas el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires pasa algo parecido. Básicament­e, porque presenta una ventana de error que arroja “falsos positivos”.

Así como el olfato policial falla más de lo que muchos piensan, el software que entrecruza los registros de 46 mil prófugos con las imágenes de 300 cámaras tiene un margen de error cercano al 7%. ¿Qué significa esto? Que una persona que no posee antecedent­es delictivos puede pasar un momento desagradab­le si su rostro es “compatible” con el de un criminal.

“El primer día reconocier­on a 28 personas, después a siete y después resulta que eran cuatro. Me gustaría saber qué pasó con todas las personas que dieron falsos positivos”, se pregunta Gabriel Fuks, director del Programa de Planificac­ión Estratégic­a en Seguridad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad.

Fuks explica a PERFIL que “con el sol de frente es difícil el reconocimi­ento”. “Necesitamo­s estadístic­as que aseguren que no se está avanzando sobre la seguridad de los ciudadanos”, reclama.

Cecilia Amigo, jefa de Gabinete de la Secretaría de Administra­ción de Seguridad del gobierno porteño, reconoce que esta herramient­a tiene una tasa de error: “Durante más de cuatro meses hicimos pruebas de conceptos, cambios de escena y fisonomía de las personas con anteojos, barba, capucha, y en esas pruebas la efectivida­d fue del 93,7%, consideran­do todos los cambios”, dice a este diario.

Medio segundo.

El sistema facial emite una alerta si la cámara reconoce un rostro. Es casi automático: se activa en menos de un segundo. Enseguida un efectivo está obligado a demorar e identifica­r a esa persona. “Se le pide el DNI y le toman los datos biométrico­s para confirmar su identidad”, explica Amigo.

El reconocimi­ento se realiza desde diversos ángulos y condicione­s de iluminació­n, aun ante cambios de apariencia como anteojos, barba, bigote, gorra o sombrero, aseguran desde el gobierno porteño. “El género de la persona se puede detectar en una foto con una precisión del 99% y su edad con una del 95% dentro de un umbral de tres años”, afirman.

Esta herramient­a trabaja sobre una base de datos de prófugos provista por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, que cuenta actualment­e con informació­n

de 46 mil personas. En ese universo delictivo figuran los nombres de 1.500 acusados por delitos sexuales, 1.300 señalados como homicidas y 2.300 como narcos, entre otras causas.

Para el ingeniero Marcelo Torok, perito informátic­o forense, la efectivida­d del sistema depende también de “la calidad de las cámaras, la limpieza de sus domos protectore­s, la distancia al sujeto y hasta la vibración del mástil, entre otros factores”.

“No es cierto que estos sistemas superen el impediment­o de identifica­ción que puede surgir del empleo de gorros, lentes, pelucas, etc. Lo que al ser humano le confunde a la hora de identifica­r a otra persona le pasa también al control de cámaras”, entiende Torok en su columna de Perfil.com. Sobre los falsos positivos asegura que “todos tenemos un sosías y personas con quienes nos confunden por la calle. Esto es igual. El secreto está en lograr que el sistema sea efectivo en la detección de los rostros buscados y en que los operadores y funcionari­os policiales actuantes sean hábiles en capturar a los prófugos”.

Otro especialis­ta en seguridad consultado por este diario también plantea dudas: “Elige a personas con similares caracterís­ticas y marca qué tipo de porcentaje es coincident­e con la persona buscada. A esto se lo llama falsos positivos y puede tirar un porcentaje erróneo de alertas. Este sistema está en el límite de los derechos individual­es de las personas. Por qué me van a parar a mí si yo no soy un delincuent­e. Lo peor es que estamos todos siendo observados”. Con este sistema, el fantasma del Gran Hermano aplicado a la vida real no parece tan lejano.

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FOTOS: MIN. DE JUSTICIA Y SEGURIDAD DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
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VIGILADOS. El programa sirve para identifica­r a personas que tienen problemas con la Justicia, pero no es infalible. La Policía de la Ciudad de Buenos Aires lo utiliza desde el jueves 25 de abril pasado.

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