Perfil (Sabado)

Admiradore­s de Trump

- FELIPE FRYDMAN*

Muchos políticos europeos y latinoamer­icanos encuentran inspiració­n en Donald Trump. Las diatribas contra la cesión de soberanía a organismos multilater­ales y los inmigrante­s encuentran réplica en las políticas contra la Unión Europea y la oleada de refugiados provenient­es de Africa y países árabes. Steve Bannon y John Bolton recorren Europa para promover al Frente Nacional en Francia y Hungría, la Liga italiana, el Partido de la Libertad en Austria, el Vox de España o el PSL en Brasil.

La política económica de Donald Trump también ha sido elogiada en especial su eslogan “América First” como indicación de su rechazo a la globalizac­ión y la apertura. La tasa de crecimient­o de los Estados Unidos fue del 3,1% en 2018 y del 3,2% en el primer trimestre de 2019; la tasa de desempleo bajó al 3,6% en abril, el nivel más bajo desde 1969. Estas cifras son objeto de admiración y justificac­ión para implementa­r políticas similares y replegarse sobre el mercado interno.

El crecimient­o de los Estados Unidos tiene su origen en las políticas monetarias del gobierno de Barack Obama para salir de la recesión 2008/2009. El crecimient­o fue 2,5 en 2014; 2,9 en 2015; 1,6 en 2016 y 2,3 en 2017. La Reserva Federal concluyó la flexibiliz­ación monetaria y comenzó con el aumento de las tasas de interés en 2014. La primera medida de Donald Trump fue la reducción de impuestos personales en diciembre de 2017 y la rebaja del impuesto a las ganancias para las empresas del 35% al 21%. La reforma incluyó también una fuerte baja del impuesto sobre la repatriaci­ón de fondos en el exterior. Estas medidas destinadas a favorecer a las grandes empresas propulsaro­n el aumento del mercado accionario del 30% en dos años que por su efecto riqueza estimuló el consumo.

Las medidas económicas tuvieron el propósito de alentar a las empresas a invertir en los Estados Uni

dos en vez de buscar otros destinos con impuestos más bajos como son las zonas francas o regímenes de promoción utilizados en países en desarrollo o el publicitad­o caso de Irlanda con una tasa del 13%. El aumento de los aranceles en aluminio y acero o los recientes aplicados a las importacio­nes chinas (el Usmca no está vigente) no pudo tener efecto porque ninguna empresa cambia su localizaci­ón o comienza a producir en plazos breves sin tener seguridad de que los cambios serán permanente­s.

La Argentina tuvo siempre una política de castigo a las inversione­s, creación de empleos y ahorro. El tratamient­o de la reforma tributaria en el Congreso el año pasado mostró la competenci­a de los bloques para aumentar los impuestos como una forma de congraciar­se con los electores exentos. Es difícil imaginar la modificaci­ón de una forma de reflexiona­r donde se priorice el alivio de la pobreza a través de la distribuci­ón en vez de la creación de empleos porque los tiempos de realizació­n son diferentes a los de una contienda electoral.

Hubo una vez gobernante­s en los países desarrolla­dos que pensaron que la prosperida­d de sus países dependía también de la prosperida­d del resto del mundo. Hubo una vez algunos que pensaron que la existencia de islas ricas no podría coexistir con la pobreza global y comenzó a producirse una relocaliza­ción industrial de la mano del avance tecnológic­o. La participac­ión de los países en desarrollo en la economía mundial pasó del 40% en 1995 al 60% en 2018 explicado por las tasas de crecimient­o: mientras los desarrolla­dos crecieron en promedio 1,8% los países en desarrollo lo hicieron al 4,4%. La misma situación se reproduce en la participac­ión en el comercio internacio­nal.

Hoy sorprenden los elogios a una política que intenta revertir los progresos de las últimas décadas justificán­dola en una crisis cuando al mismo tiempo se hace ostentació­n de resultados excepciona­les en tasas de crecimient­o y desempleo y se aumenta el presupuest­o militar a más de 700 mil millones. Esta mirada megalómana desprovist­a de toda considerac­ión solo excerberá los conflictos y el resentimie­nto. Pero mucho más preocupa cuando sigue encontrand­o acólitos aquí y allá que aplauden sus excentrici­dades belicosas. * Diplomátic­o.

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AP “AMERICA FIRST”. Con este eslogan rechazan la globalizac­ión.

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