Estrecho de Ormuz, una franja de mar de 50 kilómetros, el arma del régimen iraní
Los recientes ataques contra objetivos petroleros en el Golfo Pérsico revelan la vulnerabilidad de las vías alternativas de exportación al estratégico estrecho de Ormuz, controlado por Irán.
Un oleoducto saudita, concebido para evitar Ormuz en caso de conflicto, que atraviesa el país de Este a Oeste y puede transportar 5 millones de barriles de crudo por día, fue atacado por drones, en una acción reivindicada el martes por los rebeldes hutis de Yemen apoyados por Irán.
Dos días antes, cuatro navíos, entre ellos dos cargueros sauditas, fueron dañados por misteriosos “actos de sabotaje” frente al puerto de Fujaira (Emiratos Arabes Unidos), a la entrada del Golfo, también desarrollado para evitar Ormuz.
Alternativas. Los Estados del Golfo intentan desde hace años hallar alternativas que eviten el estrecho, por el que pasa el 35% del petróleo que transita en el mundo por vía marítima, según la Agencia de Información sobre Energía del gobierno de Estados Unidos.
Irán ha amenazado varias veces con bloquear Ormuz en caso de conflicto con Estados Unidos, que acaba de endurecer sus sanciones contra Teherán, en especial en el sector energético.
“Si nuestro petróleo no puede pasar por el estrecho, el petróleo de otros países desde luego tampoco podrá pasar”, advirtió días atrás el general Mohamad Bagheri, jefe del Estado mayor de las fuerzas armadas iraníes.
La suspensión de la navegación en Ormuz probablemente haría disparar los precios del petróleo a más de 100 dólares el barril, y dificultaría seriamente el suministro, según Kamel al Harami, experto petrolero kuwaití.
“Las vías alternativas existentes para las exportaciones de crudo no son ni prácticas ni suficientes”, explica. “Más importante aún, estas vías están alejadas de los principales mercados de Asia”.
Oleoductos estratégicos. Los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar), además de Irak e Irán, producen cerca de la cuarta parte de la elaboración mundial de crudo, unos 100 millones de barriles diarios (mbd). La casi totalidad de sus exportaciones, de unos 15 mbd, equivalentes a un tercio del suministro mundial por mar, debe pasar por el estrecho de Ormuz.
Para intentar evitar este estrecho paso de 50 kilómetros entre Irán y Omán, Arabia Saudita construyó el oleoducto de 1.200 km atacado por los drones, que parte de la provincia Oriental, rica en petróleo, hacia el mar Rojo, donde los barriles pueden ser cargados a los petroleros.
“Arabia Saudita se ha convertido en un suministrador seguro y fiable de petróleo. Pero los ataques han puesto en duda esta situación”, escribe en Twitter Anas al-Hajji, experto petrolero basado en Estados Unidos.
Sin embargo, las instalaciones petroleras sauditas están globalmente bien protegidas, y los asaltantes debieron concentrarse en objetivos más alejados y vulnerables, precisa.
Guerra de petroleros. El tránsito de petróleo en la región fue interrumpido en 1984 durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), cuando más de 500 navíos fueron destruidos o dañados durante la “guerra de petroleros”.
Desde hace un año, las tensiones se han incrementado en el Golfo después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, se retiró del acuerdo sobre el programa nuclear iraní, antes de volver a imponer severas sanciones contra Teherán.
“Los mercados estarán agitados” y “ello puede ir más allá del precio del petróleo ya que numerosas materias primas atraviesan el estrecho de Ormuz”, indica la especialista Karen Young.
Los principales perdedores de un eventual cierre de Ormuz serían los exportadores de petróleo del Golfo, pero también estarían penalizados los importadores asiáticos, principalmente China, que dependen por más del 50% de sus necesidades energéticas de las importaciones de Medio Oriente.
Según Harami, más del 60% de las exportaciones energéticas del Golfo están destinadas a Asia, y solamente 10% a 15% a Estados Unidos.