Perfil (Sabado)

Mamita, Putin, chapeau

- DANIEL LINK

Estoy esperando con una ansiedad propiament­e adolescent­e que mi mamá me preste Sinceramen­te, el libro que le regalé para su cumpleaños y que leí de un tirón antes de dárselo, para poder comentarlo aquí. Es, en principio, un libro extraordin­ario, llamado a ocupar un lugar de privilegio entre los libros políticos de la triste historia argentina. Muchos quieren compararlo con La razón de mi vida. Yo lo compararía con los libros de Sarmiento (es igual de delirante y delicioso).

Dicen que ha vendido trescienta­s mil copias. Yo felicité al editor (cuyos criterios editoriale­s no siempre comparto) y le hice un chiste que no reproducir­é aquí porque sería mal interpreta­do. De todos modos, habría que sumarle los cientos de miles de copias clandestin­amente distribuid­as a través de la red (me dicen que el PDF, incluso, ya se gastó). Un suceso que no puede ser minimizado salvo por el periodismo de derecha (es decir, casi todo), que se dedica a contabiliz­ar los errores gramatical­es (buah, digamos: esto es algo que yo podría anotar, pero para hacer el listado necesito el libro: maaaaaaaam­i), conceptual­es y los desvíos respecto de la “verdad” que el libro encierra, como si la escritura (no importa quién la practique) supusiera una transparan­cia en la que ni los más recalcitra­ntes positivist­as del siglo pasado y antepasado creyeron.

En 1916, Walter Benjamin le escribió una carta a Martin Buber (1878-1965), un humanista sionista que propuso una teoría intersubje­tiva basada en una filosofía del diálogo. Esa teoría supone que en lo interperso­nal hay verdad de encuentro y por eso en los mensajes debe haber manifestac­ión de sinceridad. En 1916 invitó a Benjamin para que escribiera en Der Jude [ El Judío], la revista que acababa de fundar. Después de consultar con Gerhard Scholem, Benjamin declinó la invitación y le explicó a Buber por qué. Al hacerlo corrigió (¿consciente­mente?) el nombre de la revista: Juden dice, y con eso elimina el riesgo del masculino singular determinan­te, que habilita a la constituci­ón de un Unico o un Todo (que conduce al fascismo). A Benjamin la revista le ha parecido un aburrimien­to mortal. Explica que solo concibe la escritura (en relación con su efecto), como poética, profética, mágica, esto es, inmediata). La eficacia del lenguaje no tiene que ver con la transmisió­n de un contenido, sino con la pura apertura de su naturaleza. “Mi concepto de estilo y de escritura objetivos y al mismo tiempo altamente políticos es el siguiente: solo donde esta esfera de lo carente de palabra se abre en indecible poder puro, pueden saltar las chispas mágicas entre la palabra y la acción movilizado­ra, donde reside la unidad de estas dos entidades igualmente efectivas”. Sinceramen­te es mágico. De sus muchas invencione­s yo rescato la más disparatad­a: “Mamita, Putin, chapeau”.

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