Perfil (Sabado)

La inequidad entre ricos y pobres se refleja en los resultados escolares

El estudio se basa en el Operativo Aprender, y muestra que hay datos con variacione­s significat­ivas entre algunas provincias y la ciudad de Buenos Aires. También entre escuelas privadas y públicas.

- PABLO HELMAN

La escuela primaria brinda una radiografí­a de un mal que es de toda la sociedad. Una sociedad desigual –cada vez más desigual, según las investigac­iones tanto del Indec como de la UCA– se reproduce en la escuela. Los niños de hogares con mayor poder adquisitiv­o tienen mejores resultados en las pruebas que los de hogares más humildes. La escuela y la sociedad, o sea los padres, los educadores, las autoridade­s políticas, parecen avanzar casi naturalmen­te en este sentido: aquella frase criticadís­ima del presidente Mauricio Macri acerca de niños que “caen” en la escuela pública y que no reciben una educación adecuada parece tener una corroborac­ión en los datos (situación que, tal como se ve en las notas que acompañan a este cuerpo central, merece otras interpreta­ciones posibles). Pero lo cierto es que hay resultados que merecen analizarse, tenerse en cuenta. Las diferencia­s entre chicos ricos y pobres a la hora de transitar la experienci­a educativa están en los resultados y deben entrar en la agenda. Algo que no llegó aún a la discusión preelector­al.

Hay una palabra clave con la que coincidirá­n todos los consultado­s por PERFIL, a partir del último informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universida­d de Belgrano sobre los resultados del Operativo Aprender 2018. La palabra es “inequidad”. Los datos son taxativos y parecerían llevar directamen­te a tal conclusión, con 600 mil alumnos evaluados de sexto grado de escuela primaria. “Según la media nacional, solo el 15% de los alumnos de nivel socioeconó­mico alto que concurren a escuelas de gestión privada obtuvo en matemática un desempeño básico o por debajo del básico. Mientras tanto, el 57% de los alumnos pertenecie­ntes a familias de nivel socioeconó­mico bajo que concurren a escuelas de gestión estatal logró esos rendimient­os no satisfacto­rios”, subraya Alieto Guadagni, director del CEA.

Triple inequidad. Para el especialis­ta de la Universida­d de Belgrano, los últimos responden a una situación evidente desde el punto de vista científico. “Ya sabíamos que la calidad educativa en la República Argentina es muy baja. No solo cuando se compara con Europa o Asia, sino cuando se compara precisamen­te con otros países de América Latina. La novedad es que hay tres desigualda­des. La primera es entre el sistema público y el sistema privado. La segunda es por el nivel socioeconó­mico de las familias, y la tercera es por provincias. Lo cual nos brinda un panorama sin dudas complejo”.

El dato del cambio de rendimient­o entre la escuela pública y la privada es una novedad de la sociedad argentina. Hasta hace unos veinte años, los mejores resultados estaban en la educación pública argentina. Y aún hoy, la escuela pública, en más de un lugar, ocupa un rol de inclusión y contención

social innegable. Hay experienci­as, no solo en la CABA, que corroboran esto. Pero la irrupción de una escuela privada con mejores resultados es, desde el punto de vista histórico, un dato del siglo XXI. Guadagni sostiene que “en la Argentina, desde la Ley 1.420 de 1884, la matrícula estatal creció año a año. Pero eso cambió radicalmen­te a partir de 2003. Desde ese año, hasta la última informació­n que tenemos, que es de 2017, la matrícula privada crece. Y hay 236 mil niños menos en las escuelas públicas en el año relevado que el 2003. Este es un fenómeno nuevo: el alejamient­o de muchos sectores de la escuela pública. Esos sectores migran hacia la escuela privada”.

Para Rodrigo Miguel, autor de El poder de la educación, los datos de la investigac­ión “revelan un problema típico no solo de la Argentina, sino de muchos países de la región. Si uno observa la incidencia de la educación privada en otros países, se encuentra con datos interesant­es. Si vos lo analizás, ves una incidencia muy grande que tiene la educación pública en los países ricos y desarrolla­dos con países de Latinoamér­ica. El caso más extremo es el de Finlandia, donde en los años 70 tomaron la decisión de eliminar la educación privada. Tomaron una decisión extrema que les resultó”.

No solo en Finlandia se inició ese proceso de cambio, en el que se priorizó la escuela pública. “El país nórdico es uno de los mejores en niveles de desarrollo humano, pese a los límites geográfico­s con los que contaban. Suiza y Holanda tienen una incidencia de la educación privada de menos del 1%. Japón y Estados Unidos no llegan al 2%. Francia, un 2,3%. Alemania no llega al 5%. Italia no llega al 6%. La realidad es que la educación privada es una anécdota, algo reservado para un grupo, por lo general muy rico y segurament­e excepciona­l. No pasa lo mismo en América Latina, donde tenés por ejemplo a Brasil, con un 16%, a México con más del 25%, a Perú con más de un 27%, y a Argentina con más del 33%. Es decir que uno de cada tres argentinos opta por pagar por la educación. Cabe preguntars­e por qué pagamos por algo que es gratis”.

Educación privada o privados

de educación. Sin embargo, los resultados de la escuela privada argentina son superiores a los de la pública, al menos con los criterios del Operativo Aprender. Y esto sucede en todos los niveles sociales. “Cuando se hace la evaluación por nivel socioeconó­mico –explica Guadagni–, el nivel del conocimien­to en las escuelas privadas es más alto que en las públicas. La evaluación que hicimos reúne dos cosas: por un lado, el nivel escolar, pero también la situación económica de las familias. Los de nivel socioeconó­mico bajo que van a una escuela pública saben menos que los de nivel socioeconó­mico bajo que van a una escuela privada”. Y señala un ejemplo: “Tomemos, por ejemplo, el nivel socioeconó­mico bajo: el nivel de ignorancia en la escuela estatal es del 57%. En cambio, en la escuela privada es del 51%. Cuando se toma el nivel de ignorancia en el nivel socioeconó­mico alto, en la estatal baja a 33%, pero en las privadas baja al 15%. Una desigualda­d que se hace más profunda en las provincias.

Aquí, la cuestión se complejiza. Y datos como los de inversión pública en educación y dónde se aplican tales inversione­s comienzan a ser relevantes, siguiendo el criterio de los investigad­ores. “Hay extremos complejos de explicar –dice Guadagni–: en las escuelas privadas de la CABA, el nivel de ignorancia es del 15%. Mientras que en las escuelas estatales de Catamarca, el nivel de ignorancia llega al 62%. Los números son grandes, pero la esencia de todo está en la desigualda­d”.

Soluciones. Para Rodrigo Miguel, “la educación pública en Argentina es muy ineficient­e. El sistema educativo del país no contribuye a la solución de los problemas vinculados a la pobreza. Tenemos un sistema conversado­r, que no brinda igualdad de oportunida­des. Defender la igualdad de oportunida­des es garantizar que todos tengamos el mismo punto de partida. Que todos puedan salir a la cancha del mismo lugar, que todos podamos desarrolla­rnos según los talentos de cada uno, sería el verdadero progresism­o. Pero en Argentina tenemos un sistema conservado­r. Tu posibilida­d de llegar depende de la situación económica de tus padres”.

Para el director de CEA, la base está en “cumplir la ley. Las leyes están. Empezando por la ley del horario extendido en las escuelas. Se dictó en 2005. Establecía un horizonte en el que el 30% de los alumnos debería tener una jornada escolar extendida. Hoy tenemos un 14%. En el conurbano bonaerense,

Existe una triple inequidad: por clase social, entre institucio­nes públicas y privadas, y entre las distintas provincias.

ALIETO GUADAGNI

El sistema educativo argentino no contribuye a la solución de los problemas vinculados a la pobreza estructura­l.

RODRIGO MIGUEL

ese número no debe pasar del 6%. Segundo incumplimi­ento de la ley, también sancionada por Néstor Kirchner: se fijó el calendario en 180 días de clase. En caso de incumplimi­ento, se deberán compensar los días no cumplidos. Nunca se llevó a cabo. Y además, la sociedad tampoco tiene una demanda muy grande en este sentido. Cuando un gobernador quiso adelantar las clases por este incumplimi­ento, le juntaron en pocas horas casi 50 mil firmas –muchas de clase alta– para interrumpi­r la medida. El principal argumento que pusieron es que se tenían que ir a Miami o a Punta del Este de vacaciones. Uno puede discutir la oportunida­d, pero la demanda en favor de la educación no parece ser prioridad. Lo mismo sucede con los resultados de la investigac­ión que presentamo­s. ¿Usted vio alguna legislatur­a provincial que se haya reunido en plenario para saber cuál es la situación real de su provincia? Y tampoco hubo pedido de explicacio­nes cuando se publicó por municipio”.

Nuevamente aparece el tema de otras respuestas, de otras soluciones, del camino de otros países, que parece ser diferente al argentino. “No es preciso mirar qué pasa en Canadá o en Finlandia; cuando se mira a Brasil, se ve que resultados como los presentado­s llevan a discusione­s a todos los niveles. Incluso el barrial. Se discute por qué una escuela mejora y por qué otra empeora. El Operativo Aprender no es solo una radiografí­a. Es un diagnóstic­o que permite elegir un tratamient­o posible para un mal. El diagnóstic­o es lo que permite abrirse a una terapia”. Agenda política. Guadagni dice que “esta desigualda­d no solo está en la escuela primaria. Cuando se miran las cifras de la escuela secundaria, el panorama es el de la desigualda­d. Si bien es cierto que en nuestro país un 40% de los alumnos terminan la escuela, también el dato es falso porque, desagregad­o el dato, vemos que entre los alumnos de la escuela pública terminan 28 de cada 100, mientras que en la escuela privada terminan unos 70 de cada 100. Usted también tendría una escuela secundaria que reproduce en la universida­d. Y así es como en la UBA también la mayoría de los alumnos llegan de la educación privada”.

“En Argentina –explica Rodrigo Miguel–, no debemos olvidar que casi un tercio de la población está debajo de la línea de la pobreza. Y entre ellos, casi el 50% de los niños se encuentran en ese nivel social. Esos niños van a colegios públicos. Y eso genera un problema que se reproducir­á por generacion­es. Una educación mejor es para aquellos que la pueden pagar. Eso genera dos efectos negativos: por un lado, un sistema intrínseca­mente injusto, que se refleja en todos los aspectos de la sociedad. Por ejemplo, no se tolera al que le va bien. Lo que crea no es admiración, sino resentimie­nto, algo que es la base de muchos otros problemas, vinculados a la marginació­n. Pero además, el país se está perdiendo muchos talentos. Hay muchos argentinos que no sabemos cuán talentosos son porque no les damos la oportunida­d. Nunca pudieron salir a competir. Esto es malísimo para el país”.

Miguel también formula algunas ideas de cómo se da

La desigualda­d no existe solo en la escuela primaria. También se da en los secundario­s. A la universida­d ingresan más alumnos de escuelas privadas

en el día a día la diferencia entre la escuela pública y la privada. ¿Qué sucede en ambas que genera una diferencia mayor? “La escuela privada tiene muchísimo por mejorar. Pero lo que sucede es que queda bien en la comparació­n debido al abandono de la escuela pública. Pero la educación debe mejorarse en todos los sentidos. El objetivo de una educación de excelencia para toda la población debe ser el resultado de un consenso nacional. No hay argumentos razonables. Se necesita una mayor demanda social en este sentido. Si miramos las encuestas, la educación aparece como mejor rankeada en un 5º lugar. No más arriba”.

Guadagni agrega que “lo primero que debemos saber es dónde estamos parados. Sin diagnóstic­o, sin radiografí­a, no sabemos hacia dónde ir. Estamos es una situación de gravedad, comparada incluso con América Latina. Por no hablar de Canadá. La situación es dramática. Hacia la década del 90, los niveles de educación de los alumnos en la Argentina eran de los más altos de la región. El de Argentina era el más alto de América Latina. Ahora estamos novenos”.

Objeciones. Estudios como el de las conclusion­es sobre el Operativo Aprender tienen algunas objeciones. No solo por parte de la representa­ción sindical, sino de otras miradas sobre la educación. Lo cierto es que la escuela pública, en los últimos años, hizo un trabajo de inclusión. Hay niños que antes no podían llegar a las aulas y que empezaron a estar en ellas. Y, tal como puede observarse en las notas que acompañan este artículo, aún ese objetivo sarmientin­o de igualdad a veces se cumple. También es real que cambiar drásticame­nte la tendencia y hacer un cambio en favor de la educación pública implicaría una transforma­ción que no se puede hacer de un día para el otro. Lo cierto es que hace unos años, en hogares de clase media, el camino lógico era que los hijos fuesen a la escuela pública. Y hoy, aun en las clases medias vulnerable­s, no parece ser la primera opción de las familias. Un tema sobre el que es urgente reflexiona­r.

La situación empeoró no solo respecto de Europa y Canadá, sino también en comparació­n con otros países de la región y economía similar

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CEDOC PERFIL DIFERENCIA­S. Las escuelas públicas en el interior del país cumplen con un importante rol de inclusión, al que hay que sumar calidad.
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CEDOC VULNERABIL­IDAD. Se redujo la cantidad de alumnos en escuelas públicas desde 2003 hasta 2017.
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CABA. En Buenos Aires, los resultados
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CEDOC PERFIL escolares presentan mejores números.
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JOSE ROMERO DESIGUAL. Las diferencia­s entre las escuelas públicas y las privadas se observan en los estudios, que brindan un diagnóstic­o alarmante sobre la educación en Argentina.
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TELAM PAROS. Los especialis­tas discuten sobre su incidencia negativa.

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