Las escuelas tienen problemas similares en todo el continente
La pregunta por el sentido –por los sentidos– define el hacer de los filósofos. La pregunta del sentido de educar y de cómo educar puede reformularse a partir de conclusiones como las que resultan de la investigación que presentamos. Hecho el diagnóstico, las respuestas posibles son muchas. Algunas de las más interesantes las brinda desde Brasil el filósofo Walter Kohan. “Las relaciones entre la escuela y la sociedad son complejas e intensas –explica–. Si bien es cierto que la escuela debería ayudar a que las personas tengan una mayor movilidad social ascendente, la escuela tiene dos objetivos que pueden ser contrapuestos. Por un lado, acomodar a las personas a la sociedad, hacer que las personas se incorporen a una sociedad, a la historia, a la cultura, a sus formas, a su modelo de organización. Pero también, por otro lado, la misma escuela debería contribuir a su propia transformación, la escuela debería ser un factor de transformación social”.
Agrega Kohan que “ambos elementos están en tensión, la escuela que sirve para la acomodación social y la que sirve para la transformación. Hay unos teóricos belgas que tienen un libro que se llama En defensa de la escuela, Jan Masschelein y Marteen Simons, en el que dicen que la escuela tiene básicamente dos cosas: una suspensión y una profanación; cuando se entra a la escuela, cuando se cierran las puertas con los chicos adentro, los padres o los responsables de los niños sufren ese abandono del control de los chicos. Porque en la escuela se encuentran con otro mundo, que no es el de la familia sino el de la sociedad. Se encuentran con la posibilidad de que esos valores, ese mundo social se suspenda, y se profane aquello que fuera de la escuela se da como obvio, como necesario o normal. La función de la escuela es un poco eso. Aunque, claro, la escuela real pocas veces puede hacer eso, si es que lo hace”.
Abandono. El especialista señala que “en el caso de Brasil, la educación primaria está municipalizada, la media provincializada y solo la educación superior está en manos del gobierno federal. Esto ha sido, ante los últimos problemas, una forma de liberarse de ellos, especialmente de los problemas de la educación primaria. El problema no son los paros, que son más bien una respuesta, sino una cuestión más de base, que es la relevancia que tiene la educación pública en toda la sociedad. Y como los sectores medios se han ido acomodando, y como empezaron a mandar a sus hijos a la escuela privada, lo mismo que la clase gobernante, que manda sus hijos a la escuela privada, todo eso se fue empobreciendo recientemente. No hay fuerza suficiente que haya hecho notar el desastre que devino del descuido de la escuela pública”.
Finalmente, sostiene que “la universidad pública es donde claramente resiste mejor la educación pública. Hay una unanimidad. Y sucede lo mismo en las universidades de Chile, Uruguay, Colombia, Perú, en Venezuela, lo mismo en Brasil, en México. Las 15 o 20 mejores universidades son públicas. Pero hay problemas regresivos. En Brasil, por ejemplo, hay un examen de ingreso que genera toda una industria alrededor y termina también transformando a la universidad en elitista”.