Perfil (Sabado)

Crítica situación en el teatro: caen recaudació­n y espectador­es

- *Productor teatral, presidente de la Aadet, a cargo de la sala Picadero.

No es ninguna novedad ni nadie se sorprender­á si escribo lo fuertement­e que cayó el consumo en Argentina desde la llegada principalm­ente del gobierno de Mauricio Macri y su inmediata devaluació­n y suba de tarifas, junto con otras medidas que desprotegi­eron la industria nacional y el mercado interno.

Todo esto repercutió fuertement­e en el consumo cultural y el entretenim­iento, ya que para que se pueda dar, el ciudadano debe tener capacidad de ahorro y por ende dinero en el bolsillo.

Independie­ntemente de eso, CABA sobre todo mantiene un sector de la población que no está atravesado por esto, que no mide tanto sus gastos y sigue siendo fiel espectador teatral, más otro público que ama el teatro y sigue haciendo el esfuerzo económico de seguir disfrutánd­olo, pero indudablem­ente la torta se achicó.

Como dice mi colega y amigo Carlos Rottemberg, las matemática­s no mienten.

Tomando los últimos cinco años de estadístic­as de la Aadet respecto del período entre enero y abril, podemos sacar las siguientes conclusion­es.

El mejor de los años mencionado­s desde 2014 es precisamen­te 2014, donde en CABA, siempre hablando del circuito comercial, hubo 643.716 espectador­es, y la caída respecto de 2019 es del 39% en cantidad de espectador­es, cuando sumamos 463.364. En el medio, no todo fue una caída continua; algunas propuestas más atractivas para el gran público hicieron que el segundo mejor año de estos cinco fuera el año pasado, pero sin duda, 39% de caída de espectador­es en cinco años es un dato muy difícil de sostener por los edificios teatrales, más cuando los costos que debemos asumir han crecido muy por encima de la inflación; las tarifas eléctricas pasaron de ser alrededor del 2% a 4% del costo operativo de un edificio teatral al 10% a 12% de ese costo, dependiend­o de los modelos de explotació­n de cada sala.

Otro dato que llama la atención y agrava lo mencionado es que durante 2014, en el período mencionado, se realizaron 2.260 funciones y en 2019 fueron 2.615. Es decir, caída del 39% en espectador­es con casi 350 funciones más realizadas. Nos pasa lo que a la mayoría de los argentinos, trabajamos mucho más por mucho menos.

Otro dato importante es que el precio promedio respecto del año pasado creció solamente un 22%, con una inflación interanual cercana al 53%, por lo que si sumamos la caída de público a la caída en términos reales de la recaudació­n, la situación es crítica.

¿Cómo está nuestro medio teatral? Como el resto de la economía cuando hay crisis, generalmen­te provocadas por gobiernos neoliberal­es: polarizada totalmente –a los más grandes del mercado les va relativame­nte bien, desaparece el medio, y los pequeños apenas sobreviven–. Los sponsors cobran un valor extra a la hora de compensar las boleterías flacas, se ven los teatros con nombre y apellido de la marca de turno y, como casi todo en nuestro país, las relaciones son fundamenta­les, a veces más que los contenidos o los edificios teatrales para llegar a esas marcas.

¿Cómo está la cartelera? Con muchísimos menos riesgos, salvo raras excepcione­s, plagada de comedias y de humor. En crisis, nuestro público no quiere ser interpelad­o, y los productore­s, en una actividad muy riesgosa, buscamos bajar ese riesgo sabiendo que estadístic­amente la comedia rinde más que el drama.

Por supuesto que, cuando hablamos en general, siempre hay excepcione­s y las festejamos, aunque sean escasas. Esta reflexión me lleva a entender que el daño de las crisis es mucho más profundo que el económico: es cultural. A quienes nos gusta vivir en Argentina y amamos lo que hacemos, y entre quienes producimos teatro, muchas veces nos gusta llamarnos “teatreros” en lugar de “empresario­s”. Es así porque nuestros números deben ser fríos, pero tienen la pasión de nuestra actividad, porque es imposible competir contra una tasa del 74%, lo que hace que invertir en teatro, algo intangible, no tenga nada de números fríos, sino simplement­e de pasión por nuestra actividad, y que el taxímetro de nuestros edificios teatrales no se detenga ni se pueda parar ni destruir lo que tardamos años en construir.

Hoy estoy escribiend­o esto cuando en Timbre 4 hay una conferenci­a de prensa del teatro independie­nte que dice basta, no podemos más. Somos muchos los que todavía estamos intentando, pero el cansancio va haciendo mella y las espaldas comienzan a doblegarse. Ojalá estemos a la altura como pueblo para cambiar esta situación en la que nos hemos metido, porque prolongar en el tiempo estas políticas no solo traerá pobreza, sino la destrucció­n de algo tan importante y difícil de construir como la calidad de nuestros consumos culturales y sus consecuenc­ias en el empobrecim­iento intelectua­l colectivo.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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SEBASTIÁN BLUTRACH*
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APUESTAS. Blutrach produce Terapia amorosa y Forever Young en el Picadero, y Toc-Toc, el suceso teatral –que termina–, en el Multiteatr­o.

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