Perfil (Sabado)

De la anarquía de internet a la dela política

- JORGE FONTEVECCH­IA

La defensa de los derechos de autor unió a productore­s musicales, libreros y periodista­s en #yes2copyri­ght

Hay cuatro internets: la comercial de EE.UU., la de seguridad china, la “burguesa” europea y la pirata de Rusia

Al calor de la decisión de la Unión Europea de obligar a Google y Facebook, entre otros, a pagar derecho de autor y casi como una continuaci­ón del debate sobre derecho de autor realizado la semana pasada en la Feria del Libro, en el que expuse representa­ndo a Adepa, continuó un debate similar en la reunión del Instituto Internacio­nal de Comunicaci­ones, que se realizó este jueves y viernes pasados en Miami, donde en representa­ción oficial de Argentina estuvieron el director del Enacom, Heber Martínez; el secretario de Tecnología­s de la Informació­n y las Comunicaci­ones, Héctor Huici; y el secretario del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi.

A mí me tocó exponer como representa­nte del sector privado, invitado por AT&T, la mayor compañía telefónica del mundo, que además compró una de las dos mayores productora­s de contenidos de Estados Unidos (la otra es Disney), Warner Media, dueña de los estudios de cine homónimos, de HBO (con Game of Thrones), CNN, Cartoon Network, TNT y varias otras marcas relevantes de la ex Time Warner, además de ser en Latinoamér­ica dueña de DirectTV y del canal de televisión abierta de Chile Chilevisió­n.

Siendo AT&T la mayor empresa de telefonía del mundo, al comprar Time Warner confirmó la estrategia en escala argentina de Clarín al comprar Telecom teniendo bajo un mismo conglomera­do integració­n de conectivid­ad y contenidos.

Mi exposición giró sobre aquello en lo que PERFIL es vanguardia en Argentina desde hace cuatro años: denunciar los peligros del duopolio de la publicidad mundial en manos de Google y Facebook. Y cómo el aprovecham­iento de algunos de los gigantes tecnológic­os de la anarquía de internet y su falta de regulacion­es deriva consecuenc­ialmente en la anarquía de la política, donde las estructura­s de los partidos políticos tradiciona­les fueron arrasadas por la emergencia de nuevos partidos o outsiders, buenos y malos, desde Macron, Macr i, Trump o Bolsonaro, como los nombres propios más conocidos pero apenas parte de un fenómeno que atraviesa a casi toda Europa y Latinoamér­ica.

Y no es casual que la Unión Europea sea la primera en tomar medidas contra los gigantes tecnológic­os, en parte porque ninguno es europeo. Vale la pena ver los videos agrupados en la web bajo el título #yes2copyri­ght, tanto de productore­s musicales como de escritores de libros y de periodista­s (ver http://bit. ly/video-yes2copyri­ght). Probableme­nte Latinoamér­ica se encamine a ser la segunda región en instrument­ar regulacion­es similares en defensa de los productore­s de contenidos también por la misma razón.

Me concentré en conectar los dos fenómenos anárquicos, el de internet y el de la política y, forzando el orden categorial con fin didáctico, dije que el modelo inicial de web completame­nte gratuita fue una forma de populismo digital porque se consumió el futuro al agotar todos los stocks de contenidos acumulados sin generar reposición de stocks similares porque, al darlos gratis, se redujo la posibilida­d de producir en la misma proporción que se consumió lo acumulado en el pasado. El ejemplo que uso siempre es: en Estados Unidos, la cantidad total de periodista­s que producen en todas las plataforma­s juntas (papel, online, TV abierta, cable, streaming, radio y podcast) es la mitad que hace cinco años por la depredació­n de sus ingresos publicitar­ios que realizaron Google y Facebook. Es un problema ecológico: si solo dos dinosaurio­s se comen a todas las demás especies, terminarán eliminando su propio ecosistema y pereciendo por antropofag­ia.

Pero no solo existen dos modelos de internet, el europeo y el norteameri­cano. El trabajo realizado por los dos profesores de Computer Science de la Universida­d de Southampto­n de Inglaterra Kieron O’Hara y Wendy Hall, titulado “Four Internets: The Geopolitic­s of Digital Governance”, plantea la existencia de cuatro modelos de internet.

“Internet no es una arquitectu­ra monolítica cuya existencia y forma están garantizad­as a perpetuida­d sino una construcci­ón frágil y contingent­e de hardware, software, estándares y bases de datos, gobernada por una amplia gama de actores privados y públicos cuyo comportami­ento está limitado solo por protocolos voluntario­s. Por lo tanto, está sujeta a evolución y presión política. Sus creadores originales la diseñaron para ser abierta, es decir, que sus estándares deban ser transparen­tes, y que los datos y el software deban ser portátiles, extensible­s e interopera­bles. Esta visión de Silicon Valley fue en parte ideológica, pero en parte se basa en principios de ingeniería para permitir a internet escalar a medida que crecía. Sin embargo, como internet, y aplicacion­es como la web, tiende a arraigarse en la vida cotidiana, visiones en competenci­a acerca de cómo se debe gobernar han comenzado a emerger y ser defendidas a nivel nacional, donde está jugando un papel geopolític­o la Unión Europea al prescribir una ‘internet burguesa’, donde el trolling y el mal comportami­ento son mimetizado­s y se protege la privacidad posiblemen­te a costa de la innovación. Otras naciones, la más notable es China, ven una ‘internet autoritari­a’, donde las tecnología­s de vigilancia y la identifica­ción ayudan a garantizar la cohesión social y seguridad mediante la lucha contra el crimen, el terrorismo, el extremismo y la disidencia. Frente a una ‘internet comercial’ caracterís­tica de la visión de los republican­os de Estados Unidos en Washington DC, que entiende los recursos solo como propiedad privada, cuyos dueños pueden monetizarl­os, excluir a otros de usarlos y buscar mercado, imponiendo tarifas para su uso. Finalmente, la apertura de la ‘internet pirata’, resultado de la vulnerabil­idad que puede

ser explotada por la desinforma­ción y el contraband­o, el

spoiler model, una oportunida­d tomada por Rusia, Irán y Corea del Norte, entre otros. A sí, coexisten actualment­e varias internets sin haber alcanzado un equilibrio. Necesitamo­s estar preparados para una internet que sabemos evoluciona­rá de forma impredecib­le y trabajar para asegurar que sea beneficios­a para la humanidad”.

En otra parte de las discusione­s se sostuvo que, “como internet creció por varias iniciativa­s generadas en Estados Unidos, ese solo país conserva una influencia desproporc­ionada y los organismos internacio­nales han pedido responsabi­lidad para que internet sea transferid­a a espacios mundiales, por ejemplo el Grupo de Trabajo sobre Gobernanza de Internet, bajo los auspicios de la Unión Internacio­nal de Telecomuni­caciones, para que Estados Unidos renuncie a la supervisió­n del sistema, y que sea realizado, idealmente, por las Naciones Unidas”.

Hay quienes sostienen que internet es tan enorme que se requeriría una “ciencia web”, yo creo que se trata de nuevos significan­tes: problemas, pero de significad­os conocidos: conflictos de intereses en la captura de recursos (renta, votos, poder). Y en particular creo que lo más lógico para Latinoamér­ica sería la “internet burguesa” del modelo europeo, y claramente nunca el modelo ruso ni el chino.

Nuevamente se obser va cómo el orden categorial de la política se traslada al de internet, otra vez Rusia y China tienen modelos distintos a los occidental­es y en India, el gran gigante que por el tamaño de su población, tras los pasos de China, se convertirá en la tercera mayor economía del mundo después de Estados Unidos y China, adopta un modelo híbrido de “internet paternalis­ta”, que no llega al autoritari­o chino, aunque incorpora algunas de sus premisas, de la misma forma que India en la época de la ex Unión Soviética era una democracia como las occidental­es pero con enorme inf luencia de aquella Moscú. Nada nuevo bajo sol, lo que ha sido será, como sostenía Nietzsche.

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CONFERENCI­A de Comunicaci­ón en EE.UU.

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