Siempre atractivo
Se trata de la tercera generación, la más moderna ofrecida a nivel mundial. Muestra cambios estéticos y tecnológicos, pero mantiene su carácter singular con clara respuesta deportiva, gracias a un motor 2.0 turbo y la caja automática de siete velocidades.
Una nueva edición del simpático auto de origen inglés llegó al país. Incorpora pequeños cambios de estilo y moderniza tecnologías, con la característica cuota extra de distinción y carácter. A pesar de su tamaño, en nuestro país es considerado un auto de alta gama, de ahí que su precio sea elevado. El original Mini nació a fines de la década del 50, cuando el brillante ingeniero Alec Issigonis diseñó un avanzado auto popular para la BMC (British Motor Corporation) de tamaño reducido y económico. Fue un auto siempre singular, pero económico y popular en Inglaterra y otros mercados de Europa, por lo que perduró en el tiempo: se produjo hasta 1997 con cambios poco significativos. Al comenzar el nuevo siglo, BMW adquirió los derechos de la marca Mini y se puso a trabajar en una nueva generación, con orientación bien retro. Desde aquel primer Mini de BMW a este pasaron varios años, incluso cambios generacionales, a pesar de que su estilo se mantuvo prácticamente inalterado en esta variante de tres puertas, la más característica de todas. Recordemos que en la actualidad hay versiones
cabrio, cinco puertas, rural (Clubman) y hasta un pequeño crossover (Countryman). En este caso estamos ante un rediseño sobre la tercera generación, que ve ligeramente renovado su estilo exterior. Los cambios son ratificados en la terminación interna de la parrilla frontal y el paragolpes, y en la incorporación de ópticas con tecnología Matrix LED adaptativas. Al mismo tiempo toma nuevas ópticas traseras, en este caso conformando la parte lumínica de las luces de posición con la bandera del Reino Unido (conocida como “Union Jack”), un detalle exquisito, aunque no sea la solución más feliz de acuerdo con la idiosincrasia argentina. La nueva gama, bastante completa e incluso con versiones de cinco puertas,
adopta una nueva transmisión automática de doble embrague y siete velocidades.
CORAZON MEJORADO
Este nuevo Mini no ha sufrido cambios en las proporciones. Mide 3,82 metros de largo, con una distancia entre ejes de 2,50 metros. Continúa siendo un vehículo compacto y bajo (1,41 de alto), sobre una carrocería que alterna gratamente formas redondeadas con líneas rectas. También propone un estilo deportivo y joven, acentuado en la unidad que nos ha tocado, denominada Look JCW. En este caso se trata de un kit estético emparentado a la versión más extrema de todas: la denominada John Cooper Works (JCW), con 231 CV. Este Cooper S Look JCW no está tan lejos de esa cifra: desarrolla 192 CV gracias a un motor de dos litros con turbo de doble entrada, potencia suficiente para lograr una percepción de manejo muy deportiva. Esto se complementa con suspensiones firmes, de recorrido escaso, muy apropiadas para el uso en ruta. En la ciudad ha sido mejorada su respuesta con respecto a los primeros Mini desarrollados por BMW, pero claramente está lejos de transmitir altas dosis de confort en pisos desparejos. La gran novedad en este caso pasa por una transmisión automática de doble embrague y siete relaciones de muy rápida respuesta. Se opera mediante un selector bastante fuera de lo común, al mejor estilo joystick, y a su vez tiene levas al volante para el pasaje manual, de buen funcionamiento y gran rapidez de acción. Gracias a todo esto, las prestaciones logradas fueron muy buenas: alcanzó los 230 km/h de velocidad máxima, llegando a 100 km/h en tan solo 6,7 segundos desde cero. Con 15,3 kilómetros por cada litro en promedio, el consumo figura entre sus puntos favorables, lo que lo hace eficiente en ruta y coherente en la ciudad, con la ayuda del sistema de parada y arranque automático Start & Stop.
ALTO NIVEL
Diseño personal Motor/prestaciones Equipamiento/seguridad Sin rueda de auxilio Confort de marcha Precio elevado
Al comprar un Mini se deben dejar de lado ciertos conceptos de racionalidad. La compra será pasional, una clara muestra de gusto por un auto ícono. Si es así, no sorprenderá que su espacio trasero sea algo justo, y la capacidad del baúl, escasa: 211 litros. La calidad general cumple con el objetivo de transmitir buen nivel de acuerdo con los estándares de marcas no generalistas. El ejemplar de la nota contaba con tapizado combinado en símil cuero y tela estilo tweed, un detalle ciertamente retro. El pequeño tablero análogo se ubica detrás del aro del volante, con información relativamente justa. En el panel nos encontramos con una pantalla central, con la posibilidad de ser comandada desde un mando entre ambos asientos. Dentro del equipamiento no podemos dejar de mencionar puntos destacables, como el techo panorámico corredizo, el climatizador automático bizona o el control de velocidad crucero con función de frenado, entre otros. Asimismo ofrece un completo equipamiento de seguridad, junto al kit aerodinámico propio de esta edición Look JCW. El principal faltante está en la rueda de auxilio, reemplazada por neumáticos run flat, que permiten circular algunas decenas de kilómetros luego de pinchar una rueda. En este contexto, se agradece la alerta de baja presión de neumáticos, para tener un mejor control ante una situación imprevista.
LA CLAVE
La nueva gama del Mini Cooper de tres puertas comienza con la versión Pepper, con motor 1.5 de 136 CV y tres cilindros, desde 34.900 dólares. Continúa con el Cooper S Chili 2.0 (192 CV) a 46.900 dólares, hasta llegar al ejemplar de la nota: Cooper S Look JCW, a la venta por 51.900 dólares, todos con transmisión de doble embrague y siete velocidades. La versión más radical JCW (231 CV) se comercializa a 63.700 dólares. Se trata de valores elevados, acordes a un concepto de racionalidad, pero que no debe tener en cuenta el usuario Mini al que se apunta. La garantía, finalmente, ha sido muy mejorada: tres años o 200 mil kilómetros.