Perfil (Sabado)

¿Y si los candidatos nos dicen qué piensan hacer?

REGINA SUJOVIRSKY DEPETRIS - BIOECONOMI­A LUIS SECCO - PERSPECTIV@S ECONOMICAS

-

En tiempos de elecciones, está claro que lo único que parece importarle­s a los políticos es un lugar en las listas. Quienes arman esas listas lo hacen con el único objetivo de ganar, sin importar demasiado qué harán ni cómo harán para gobernar después. Sin embargo, ¿qué debería importarno­s? ¿Y qué deberíamos exigirles a esos políticos para que votemos por ellos?

Lo primero que deberíamos exigirles sería que tengan una propuesta concreta de cómo mejorar el bienestar de todos los argentinos. Obvio que el bienestar no se agota solo en cuestiones económicas. Hay otras que preocupan y que deben formar parte de cualquier agenda de gobierno: la seguridad, la salud y la educación son prioridade­s imposterga­bles que hacen al bienestar de todos. Pero también sabemos que sin estabilida­d macroeconó­mica y sin crecimient­o es muy difícil que la Argentina pueda resolver estas otras cuestiones de manera eficaz y sustentabl­e en el tiempo.

Además, las carencias y las urgencias se multiplica­n con la inflación, la pobreza y la falta de crecimient­o y de creación de empleo, causando cansancio e irritación. En este marco, la demanda de un programa para sacar al país de este fracaso económico parece rendirse ante “el voto en contra de”. De esta manera, se les hace fácil a los políticos, no tienen necesidad de decir qué es lo que piensan hacer. Estamos a días de una nueva elección que pone a la Argentina de vuelta en una bisagra histórica, y solo contamos con especulaci­ones acerca de cuáles podrían ser las intencione­s de los principale­s candidatos. Insistimos: ¿qué debería importarno­s? ¿Qué deberíamos exigirles a esos políticos para que votemos por ellos?

En la literatura económica existe un consenso bastante amplio acerca de que no se llega al crecimient­o económico sostenido siguiendo un solo camino. No obstante, sí hay coincidenc­ias y evidencia empírica acerca de que existe una serie de ingredient­es que están presentes en mayor o menor medida en todos los países que han tenido éxito. En particular, se destacan la necesidad de contar con una macroecono­mía estable, la apertura a la competenci­a externa e interna, la protección de los derechos de propiedad y una fuerte preferenci­a hacia el futuro. Tratemos entonces de ver por qué deberíamos estar todos de acuerdo en defender estos principios, desde diferentes intereses de clase o sectores. Y por qué algún político también debería ser capaz de proponer algo similar.

Todos deberíamos defender la estabilida­d. El problema es que, a pesar de que se conocen las consecuenc­ias de no corregir a tiempo los desequilib­rios macro, no hay ningún actor económico, político o social dispuesto a renunciar a alguno de sus privilegio­s, a pagar algún costo, aun cuando haciéndolo antes de la crisis dicho costo resulte inferior al que se termina pagando luego de la crisis. La palabra “ajuste” ejemplific­a los temores que encierra la estabiliza­ción macro. Pero todos perdemos mucho más frente a un ajuste parcial, incompleto o que no se hace a tiempo y que, luego, hay que hacer forzadamen­te porque no queda otra.

Si usted es un empresario pyme o un trabajador del sector privado, y forma parte de la amplia clase media argentina, y escucha hablar de apertura y de integració­n de mercados o de libertad económica, enseguida piensa en cierres de empresas y pérdida de empleos. Pero la apertura de la economía, el crecimient­o del comercio y la competenci­a han sido señalados como variables significat­ivas a la hora de explicar por qué la productivi­dad –y por lo tanto el crecimient­o– de algunos países o regiones supera a la de otros. Cuanto más eficientem­ente, más productiva­mente se utilizan los recursos, más se crece. Si la economía está abierta al comercio internacio­nal, el sistema de precios interno responderá a las señales de precios globales, y la inversión se canalizará a los sectores más competitiv­os a escala global, aumentando la productivi­dad total de la economía.

Si usted es una joven que aún no ha salido al mercado de trabajo, debería ser la principal interesada de todas –independie­ntemente de su pertenenci­a social– en que, de una buena vez, los políticos se ocupen del futuro. Básicament­e porque hace ocho décadas que la Argentina viene haciendo exactament­e lo contrario (de los países con éxito económico). Tanto es así, que es el único país que desde la posguerra, en lugar de desarrolla­rse, se ha subdesarro­llado. Por ejemplo, y aunque resulte políticame­nte incorrecto decirlo, llevamos ya dos gigantesca­s transferen­cias intergener­acionales de ingresos que en lugar de mirar al futuro miraron al pasado. La privatizac­ión de YPF en la primera mitad de los 90 y la moratoria de 2016 se utilizaron para incrementa­r los ingresos de los jubilados. Cuando tanto la teoría económica como la evidencia empírica indican que esos recursos hubieran sido extraordin­ariamente más productivo­s de haber sido destinados al cuidado (salud y educación) de las generacion­es más jóvenes.

Por último, si usted está leyendo esta nota y es un político, de seguro ya sabe que el éxito económico de los países no es independie­nte de los gobiernos. O, dicho de otra manera, que la política, los políticos y los gobiernos influyen de modo crucial sobre los resultados económicos. Pero cuidado, tal vez valga la pena que precisemos de qué forma pueden hacerlo. En primer lugar, no es una cuestión de tamaño, sino más bien de valores y de funciones. No se trata de tener un Estado grande, sino uno que persiga el bienestar de todos (y no el de los que están en el poder y sus aliados y

Las carencias y las urgencias se multiplica­n con la inflación, la pobreza y la falta de empleo, que generan irritación No se trata de tener un Estado grande, sino uno que persiga el bienestar de todos y gestione los recursos

amigos) y que gestione eficientem­ente recursos limitados para proveer algunos bienes públicos que no son factibles de ser provistos por el sector privado. Pero claro, para eso hay que achicarse, renunciar a muchos privilegio­s y, sobre todo, aprender a hacer política priorizand­o el futuro, el largo plazo, sin recurrir al recurso del pobrismo (la utilizació­n de los pobres en su condición de ser tales). Porque, lamentable­mente, el cortoplaci­smo y la pobreza endémica en Argentina son en buena parte resultados de una lógica proselitis­ta que solo entiende la política cuando ella involucra la dádiva, el subsidio y el gasto público con olor a favor de amigos.

Si hay políticos dispuestos a estos renunciami­entos, hay chances todavía de salir del fracaso.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina