Perfil (Sabado)

¿Oportunida­d o rendición?

Todo acuerdo de esta envergadur­a puede ser una gran oportunida­d. Pero si solamente amplía el mercado, sin una política de desarrollo, es la victoria de los poderosos y ahí tenemos todas las de perder.

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El rediseño de la arquitectu­ra comercial que pareciera insinuar el acuerdo alcanzado podría convertirs­e en una ventana de oportunida­d para la recuperaci­ón de la plena vitalidad del Mercosur. O bien podría ser la puerta hacia su desaparici­ón como proyecto político de desarrollo en pos de una legitimaci­ón de Sudamérica como el espacio del que se nutren los países desarrolla­dos. Podría ser una vuelta a la división del trabajo, pero en el siglo XXI, de la mano de la llamada “primarizac­ión”, es decir la venta al exterior solo de nuestros recursos naturales.

Contexto. Estamos inmersos en un contexto internacio­nal complejo e incierto, en el que el escenario comercial global refleja nuevas pujas y principios que se enfrentan. Ya no es solo comercio libre vs. comercio administra­do, sino el insinuante retorno al proteccion­ismo; el uso de las herramient­as comerciale­s como instrument­o de poder; un alto cuestionam­iento a las institucio­nes comerciale­s vigentes pero debilitada­s, como la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC); y el predominio en la agenda de la amenazante g uerra comercial entre los gigantes Estados Unidos y China. No es el mismo mundo en el que se creó el Mercosur, y eso, entre muchas otras cosas, explica su debilidad actual y el permanente cuestionam­iento a su vigencia y necesidad.

Hoy hay nuevas configurac­iones en la distribuci­ón del poder mundial, nuevas rutas comerciale­s y distintas presiones de actores globales diferentes a los Estados que están tomando un creciente protagonis­mo en todas las agendas.

A nadie escapa que el Mercosur tiene que ser repensado y reactualiz­ado y, de hecho, en la forma en que fue concebido no estaría siendo funcional al desarrollo de los países que lo integramos.

Mercado. El acuerdo con la UE abarca un mercado de bienes y servicios de 800 millones de consumidor­es y casi una cuarta parte del PBI mundial. Es decir, resulta en una ampliación que solo puede ser buena si estamos dispuestos a aprovechar esa ampliación en beneficio del trabajo argentino.

En ese sentido, la primera buena noticia es que Brasil y Argentina, en un momento en que nos cuesta tanto aunar políticas, hayamos logrado una coordinaci­ón de tal magnitud.

Este acuerdo estaba muy trabado, muchas veces más por la resistenci­a europea que por la nuestra. Pero también porque en la puja de intereses, el grande y poderoso que es la UE tenía más herramient­as para defender su trabajo. Sudamérica sabe que su fortaleza son sus recursos naturales, pero también –y para eso siempre fue muy importante Brasil en la defensa– tiene trabajo que defender y, por lo tanto, la necesidad de que la ampliación de mercados se supedite a favorecer la colocación de bienes con más trabajo de sus países.

La dimensión política de la profundiza­ción de las relaciones con Europa es a todas luces un triunfo político que sir ve a ambos bloques. No importa hoy cómo termine

de plasmarse, uno y otro bloque necesitaba­n mostrar que están vivos y trabajando con resultados.

Diferencia­s. Por los detalles conocidos hasta ahora –que son pocos y oficiales–, el acuerdo toma en considerac­ión los diferentes niveles de desarrollo e integració­n, preserva las compras públicas como política de desarrollo, protege el medio ambiente y los derechos laborales, no supone una apertura inmediata, no implica apertura sin contención, y no cambia las reglas de juego en materia de propiedad intelectua­l. De modo tal que es presentado, especialme­nte por los gobiernos argentino y brasileño, como una gran victoria de una vertiente más pragmática sobre el área más proteccion­ista. Según lo que se conoce, para el Mercosur la desgravaci­ón arancelari­a se extenderá, en promedio, por períodos de diez y hasta 15 años. Habrá que ver la letra chica. En todo caso, es la oportunida­d para que los poderes legislativ­os, que tienen que aprobarlo, se involucren en la discusión y validen las fuerzas políticas de uno y otro lado del océano, demostrand­o que es un acuerdo que puede favorecer a los ciudadanos de ambos lados.

En ese sentido, aun cuando el incremento de exportacio­nes eventuales satisface una necesidad imperiosa que es el ingreso de dólares, la realidad es que si son solo provenient­es de recursos naturales, cada vez habrá menos trabajo y en consecuenc­ia menos desarrollo.

Trump. En el plano birregiona­l, varios factores congeniaro­n para llegar a este momento. Sin ser exhaustivo­s, en primer lugar, el acuerdo se produjo porque parecería que todas las partes se benefician económicam­ente de las mejores condicione­s de acceso a bienes, servicios se e inversione­s. Este quizás sea el punto que habrá que analizar con más detenimien­to una vez conocidas las posiciones arancelari­as y la política que los gobiernos sudamerica­nos llevarán adelante para asistir a los sectores que requieren dar un salto en competitiv­idad a partir de los plazos acordados.

En segundo lugar, porque Europa se determinó a actuar contra el discurso anti multilater­alista de Trump y contra el cimbronazo ocasionado con el Brexit. Las elecciones para el Parlamento Europeo, y el creciente voto de las fuerzas políticas antieurope­as, interpelan a la organizaci­ón que necesita dar señales de vitalidad. Así también, las recientes elecciones en Europa y el hecho de que muchos comisarios estén terminando sus mandatos, les dio el puntapié para aprovechar la oportunida­d de dejar una marca.

Tercero, cabe destacar que esto les permitió a los europeos encontrar una forma de controlar la política anti-am

bientalist­a de Bolsonaro, en cuyo gobierno triunfaron miembros como el viceminist­ro de Comercio Exterior y Asuntos Internacio­nales, Marcos Troyho, que siempre defendiero­n el multilater­alismo frente a aquellos que condenaban a las institucio­nes multilater­ales por ser globalista­s.

Oportunida­des. Para el Mercosur, el acuerdo puede abrir la oportunida­d de, al discutir el acuerdo, discutirse a sí mismo su vigencia, su valor y la necesidad política de generar direccione­s comunes que fortalezca­n la posición de nuestros países.

Para la Argentina es la oportunida­d de que se generen los debates que hacen falta. Fuerzas políticas y sectores involucrad­os (afectados y/o favorecido­s) tendrán que debatir y acordar determinad­as políticas comunes que ofrezcan oportunida­des al trabajo argentino, que es lo que se trata de vender. Ahora bien, ampliar un mercado que no fortalezca el desarrollo de todos los argentinos no tiene valor político y es, quizás, una de las premisas que cuenta tanto para la reformulac­ión del Mercosur como para el acuerdo con la UE.

De ahora en adelante, comprender la dinámica de los eventos que se desencaden­arán a continuaci­ón será una condición necesaria para competir en un mercado estratégic­o, con un PBI per cápita de US$ 34 mil y más de 500 millones de habitantes.

Si el objetivo es solo ampliar, si no es acompañado por una política de desarrollo, lo único que hace un acuerdo comercial de libre comercio es habilitar la victoria de los poderosos, cualesquie­ra que ellos sean, sin sentido de defensa colectiva ni búsqueda de desarrollo equilibrad­o. Así, gana el más fuer te y, como países en desarrollo o subdesarro­llado, tenemos todas las de perder.

Sin perjuicio de las distintas aristas que hacen a lo netamente comercial, lo cierto es que el resultado da cuenta de que cuando hay determinac­ión política, el esfuerzo de diálogo, cooperació­n y coordinaci­ón aparece, y los resultados se obtienen.

Si creemos que este acuerdo revitaliza el posicionam­iento argentino en el escenario internacio­nal tenemos que saber que requiere permanenci­a, como un desafío ineludible para los próximos gobiernos.

Todo acuerdo de esta envergadur­a puede ser una gran oportunida­d. Particular­mente porque si la asumimos como tal, puede ser la chance que nos ayude a resolver problemas institucio­nales, políticos y económicos de larga data. Es un acuerdo que será muy valioso si es un instrument­o utilizado inteligent­emente para potenciar las oportuni oportunida­des de desarrollo en el ma marco de un proyecto naciona nacional y para consolidar un esquema productivo competitiv­o y al mismo tiempo centrado en crear trabajo para los argentinos.

El resultado da cuenta de que cuando hay determinac­ión política, el esfuerzo de diálogo, cooperació­n y coordinaci­ón aparece, y también llegan los resultados

*Politóloga. **Licenciada en Relaciones Internacio­nales. Escuela de Política y Gobierno de la UCA.

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AFP ANUNCIO. Mauricio Macri volvió de la reunión del G20 en Japón con una noticia que puede cambiar el futuro del desarrollo del país.
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XXXXXXXXXX­XX AFP MACRON. Francia fue el país europeo que manifestó más objeciones al acuerdo: su presidente dijo que el país aún no está preparado.
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FOTOS: CEDOC PERFIL OPCIONES. El Mercosur debe elegir entre limitarse a la actividad del campo o desarrolla­r su industria.
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