Por los incendios en Amazonas, habrá menos lluvias y más calor
Con las llamas aún extendiéndose –pese a las recientes medidas tomadas por el gobierno brasileño–, los científicos ya empiezan a analizar cuáles serán las posibles consecuencias de los incendios que afectan la selva amazónica. En una conferencia realizada esta semana, el secretario de Ambiente de Nación, Sergio Bergman, afirmó que “los efectos del fuego se van a sentir muy duros en la Argentina durante el verano”. Y pronosticó que “van a generar sequía y calentamiento” y en consecuencia “el nivel de frecuencia probable de incidentes de fuego en la Patagonia va a ser mayor”.
Para Carlos Di Bella, profesor de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), estos incendios generarán impactos directos en la región, que se ven en forma inmediata, y también indirectos. “Lo que notaremos más rápidamente es la pérdida de especies y de biodiversidad, tanto de fauna como de flora de la selva y de su piso, que es un ambiente muy vulnerable”. Y otro efecto directo que ya se contabiliza es la emisión de partículas y compuestos químicos a la atmósfera, como el dióxido de carbono, que contribuyen al aumento del efecto invernadero.
El investigador del Conicet también repasó los impactos indirectos que se verificarán en el mediano y largo plazo: “Donde deja de haber bosque, el balance de agua se altera. Además, sin la vegetación que ahora lo cubre, el suelo dejará de estar protegido de los estragos de la erosión hídrica”.
Otra consecuencia será la alteración del balance energético. “Al quedar la tierra sin cobertura vegetal, aumenta el albedo, que es la energía solar reflejada a la atmósfera. Y esto también contribuye a realimentar el actual proceso de calentamiento global”.
Con todos estos factores en juego, Di Bella aseguró que “en algunos casos el bosque puede ser recuperado, sea por la acción de la naturaleza o por algunas acciones humanas específicas. Pero en otros ambientes esos cambios tan drásticos pueden volverse permanentes y el bosque quemado, simplemente, ya no podrá regenerarse y estaremos ante un cambio definitivo del tipo de ambiente”.
Problema. Para la doctora María Vallejos, especialista en deforestación y profesora en Fauba, “la lluvia en Amazonia depende fuertemente de los bosques que se encargan de ‘evapotranspirar’ una gran cantidad de toneladas de vapor cada año. “Si esa cobertura boscosa desaparece –por el fuego o por el cambio en el uso del suelo para ganadería o agricultura– estamos alterando el ciclo hidrológico. Esa caída en la humedad y menores precipitaciones también afecta los ciclos de los ríos y, en parte, colabora en la disminución de las lluvias regionales, algo que puede afectar también, por ejemplo, a los bosques del Chaco. Y esos cambios drásticos en el balance del agua, incluyendo una disminución en la cantidad de lluvia, realimentan el proceso de deterioro de la selva”, advirtió.
En otras palabras, el bosque que quede en pie se volverá menos denso y menos húmedo y, por lo tanto, más proclive y susceptible a incendiarse en el futuro. “Es posible pensar que en años próximos veamos una repetición de incendios”, dijo Vallejos. Según la experta, un