Perfil (Sabado)

Las cárceles siguen hacinadas, pese a estar en emergencia

Científico­s del Conicet, ex agentes penitencia­rios y ex funcionari­os públicos se reunieron por primera vez para debatir el estado actual del Servicio Penitencia­rio Federal y de los detenidos.

- GASPAR GRIECO

El 25 de marzo, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, declaró la “emergencia en materia penitencia­ria” a nivel nacional por tres años. El anuncio, del que se hicieron eco los principale­s medios nacionales, muestra la “situación crítica” en la que se encuentra el Sistema Penitencia­rio Federal (SPF) por el nivel de hacinamien­to en las 32 cárceles federales, donde están detenidas 13.900 personas con un nivel de sobrepobla­ción del 14% (Ver recuadro).

Pero la auténtica reforma que introdujo el macrismo se vio dos años antes, cuando Garavano presentó el Plan Estratégic­o Institucio­nal 20162020 para reemplazar al Plan Director de la Política Penitencia­ria Federal vigente desde el año 1995. Investigad­ores del Conicet, personal retirado del SPF, ex funcionari­os y expertos en distintas áreas del sistema penitencia­rio se reunieron en el Polo Científico Tecnológic­o para discutir los alcances de la nueva propuesta, a la que tacharon como un “retroceso” en materia penal y señalaron la necesidad de retomar el plan anterior, aunque con actualizac­iones.

“La idea es generar una nueva propuesta de gestión a partir de nuestra preocupaci­ón sobre el estado y la situación de las cárceles a nivel general, y del SPF en particular. Pensamos que el Plan Director es mucho mejor que la propuesta de Garavano”, dijo Natalia Ojeda, investigad­ora y directora del Cusam, el Centro Universita­rio de la Universida­d Nacional de San Martín que funciona dentro de la Unidad Penal Nº 48 de José León Suárez.

Diferencia­s. El Plan Estratégic­o plantea “garantizar la uniformida­d y la celeridad en la actuación de la administra­ción penitencia­ria” y “disminuir los índices de criminalid­ad en forma rápida y confiable y fomentar la integració­n social de las personas privadas de la libertad como eslabón para una más y mejor seguridad pública”. En tanto, el Plan Director de 1995 pretende “construir un cuerpo penitencia­rio sólido orientado a la resocializ­ación de los detenidos” y “promover las reformas necesarias que exige una sociedad en pleno cambio”, poniendo el acento en la necesidad de garantizar la “justicia social como un medio para prevenir la criminalid­ad”.

Julio Enrique Aparicio, ex secretario de Estado de Política Criminal y Penitencia­ria de la Nación entre 1994 y 1999 y uno de los autores principale­s del Plan Director, criticó: “La improvisac­ión hace que se hable de un plan de emergencia sencillo e ineficaz, y la realidad es que estamos en emergencia penitencia­ria hace más de diez años. La idea central es que el Estado tiene que desarrolla­r todos los medios para lograr una verdadera inclusión social del delincuent­e”.

En sintonía, el investigad­or del Conicet Gonzalo Nogueira señaló que desde el plano legal, el Plan Director tiene “una impronta garantista”, lo que “facilita el funcionami­ento del Estado de Derecho”. En cambio el Plan Estratégic­o “tiene como fin la idea de seguridad ciudadana, pero cuenta con una mirada muy sesgada sobre el quehacer penitencia­rio y la situación carcelaria”, aclaró.

Estado. Otra de las diferencia­s que se obser van entre ambos planes es el referente al rol del Estado. Mientras que el Plan Director le atribuye al Estado la máxima responsabi­lidad cuando plantea que debe “velar por valores trascenden­tes por una parte la seguridad y la defensa de la sociedad y, por la otra, la dignidad de los condenados y su derecho a contar con oportunida­des para reintegrar­se al seno de la comunidad”; el Plan Estratégic­o actualment­e vigente presenta

al Estado como un actor más en un “escenario multiactor­al”. “La incorporac­ión de la diversidad de posiciones y el establecim­iento de relaciones que pueden ser de colaboraci­ón, indiferenc­ia o conflicto es el punto de inflexión entre el planeamien­to tradiciona­l y el estratégic­o”, dice en el documento oficial.

Al respecto, la investigad­ora y profesora del Cusam Carolina Di Próspero argumenta: “En el nuevo plan hay una necesidad de quitarle responsabi­lidad al Estado. Esto es un grave retroceso y, además, el nuevo sistema parece funcionar desde la lógica de la meritocrac­ia, donde el preso accede a más derechos según su comportami­ento dentro de la unidad penal”.

Personal penitencia­rio. Uno de los ex agentes de alto rango del Servicio Penitencia­rio Federal señaló la necesidad de contar con leyes más estrictas para garantizar un adecuado desenvolvi­miento en el trabajo diario de los agentes penitencia­rios. “El personal penitencia­rio se siente parte de una fuerza de seguridad porque la cárcel no es un lugar en el que se pueda improvisar”, manifestó.

Luego, se inició un acalorado debate en torno a la organizaci­ón del Servicio Penitencia­rio Federal. En este sentido, algunos de los investigad­ores sugirieron generar una estructura más horizontal entre el personal penitencia­rio y los civiles que trabajan dentro de la cárcel. Pero los ex agentes defendiero­n la actual estructura verticalis­ta.

Al respecto, la antropólog­a Sabina Frederic dijo que en el contexto actual es “imposible” proponer una reforma en la estructura organizaci­onal penitencia­ria. “Hoy es el peor momento para proponer una cosa así. Tenemos sobrepobla­ción carcelaria y una falta de políticas claras de reinserció­n. Eso fue lo que pasó en la cárcel de Carandirú en Brasil, donde la ausencia de control y dominio del Estado provocó una masacre”.

Arquitectu­ra. La Argentina cuenta hoy con 301 cárceles distribuid­as a lo largo y ancho del país que albergan a 85.283 personas, mientras que 6.879 se encuentran detenidas en comisarías. En total, hay 92.161 personas detenidas. Solo en el SPF, del 2006 al 2019 la población carcelaria creció de 9.383 a 13.900 personas. Esta situación propone discutir el rediseño de la arquitectu­ra carcelaria.

El arquitecto penitencia­rio A lejo García Basaldo, uno de los creadores del Plan Director, dijo que la construcci­ón de una nueva cárcel no soluciona el problema de la sobrepobla­ción. “Construir más y mejores cárceles no va a mejorar las condicione­s. La finalidad tiene que ser la reinserció­n social de los detenidos y la arquitectu­ra carcelaria debe pensarse en ese sentido”, concluyó.

Construir más y mejores cárceles no va a mejorar las condicione­s. La finalidad tiene que ser la reinserció­n social de los detenidos. La arquitectu­ra carcelaria desde esa perspectiv­a.

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FOTOS TELAM ESTADO. El ministro Germán Garavano propulsó modificaci­ones para la situación de los presos. Los académicos creen que los cambios resultaron insuficien­tes.
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PROTESTAS. La transforma­ción que debe darse en el Servicio Penitencia­rio también requiere establecer buenas formas de comunicaci­ón con los privados de libertad.
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