Un joven talento en busca de crecer
Venezolano radicado en la Argentina, asegura que la carrera de un actor implicar tener tres Oscar y hacer Shakespeare en teatro.
Su objetivo es conseguir un Oscar y estar en Broadway. Lo que en otros actores puede resultar un hecho tan fortuito como celebrado, en Gabriel Peralta es un motor que lo lleva a trazarse un esquema casi como el de un ingeniero ante una obra. Por eso cuando este actor de poco más de treinta años lo manifiesta, el tono que puede parecer soberbio termina por generar en quien lo escucha la sensación de que eso que parece distante, podría no serlo. Peralta se entusiasma y articula cada palabra como el de un convencido que la combinación de trabajo, formación y el tejido de un red de contactos internacionales le cimentarán el camino a cumplir ese deseo, ese desafío. Según su esquema de vida, “tener una carrera es laburar cincuenta años, tener tres Oscar y hacer Shakespeare en teatro”, afirma convencido. “Para mí los premios son el mayor reconocimiento. Yo trabajé y trabajo para eso.”
En la construcción de ese recorrido Peralta, nacido en Maracaibo (Venezuela) pero desde 2004 radicado en la Argentina, cimentó su formación vocal y física con tres maestros referentes: Raúl Serrano, Helena Tritek y Nora Moseinco. Y en 2010 inició una relación de entrenamiento actoral con Patrick Quagliano en Nueva York donde en ese año comenzó a estudiar y formarse en el método de Stella Adler. Y hay una de sus frases sobre el actor que es una guía aún hoy para quienes siguen su método: “Se necesitan tres cosas para triunfar en esta profesión: la tenacidad de un bulldog, la piel de un rinoceronte, y un hogar cálido al que regresar después de trabajar”. Y este joven actor, no la tiene tatuada en el cuerpo, pero cuando habla de su oficio, parece haberla incorporado. Y quizá sea por eso que ante cada nuevo desafío recurre a Patrick Quagliano para “entrenarse”. Porque como a muchos actores, formación y entrenamiento son sinónimos.
Con Quagliano trabajó lo que fue su reciente personaje en Blindado, la película que estrenó este año junto a Luciano Cáceres, la brasileña Lina Jones y Luis Ziembrowski; y que
dirigió Eduardo Meneghelli. Con éste último también formó una dupla similar a la de Quagliano: juntos, actor y director, tiene con éste tres títulos en la pantalla grande, Román, Ruleta rusa y el mencionado Blindado. Allí se pone en la piel de Luna, un chofer de un camión de caudales al que una sucesión de hechos fortuitos le marcan la vida: la muerte de su mujer y su hija, y la aparición de una nueva y del hijo de ésta. Y en un contexto de amor, de amistad y de violencia, Luna pone todo de sí para cumplir un sueño y dar un sentido a su vida tras la tragedia. Y sueño es nuevamente, una palabra que está presente en los dos planos de la vida de Gabriel Peralta. En la pantalla grande, lo corporiza en su personaje Luna; fuera de ella, en llegar a “su meca”: Hollywood y Broadway. En la primera, Luna lo consigue; en la segunda, Peralta transita el camino largo, difícil y estimulante que se trazó para cumplir su deseo.