Perfil (Sabado)

Ante un nuevo derrumbe económico, es preciso establecer una era de consensos

La derrota de Cambiemos como ideal político tiene una relación directa con la economía. Debemos intentar que esta frustració­n origine mejoras persistent­es y que los conflictos nos muevan a transforma­r la realidad que nos atormenta.

- ALEJANDRO RAZÉ *

El tercer ciclo económico desde la reinstaura­ción democrátic­a se está despidiend­o. Atrás quedó la pulverizac­ión del gobierno de Alfonsín con el cierre de la década perdida de los 80, cuando la Argentina tuvo la peor performanc­e económica del mundo. Luego, la explosión del gobierno de la Alianza con el derrumbe de un experiment­o exótico que intentó atar la economía al dólar con una rigidez monetaria que terminó tras luego de varios años de depresión económica y frustració­n colectiva. En estos días el gobierno de Cambiemos concluye otro período iniciado desde la salida de la convertibi­lidad. Atravesó la esperanza con la normalizac­ión del funcionami­ento económico, un intento de maximizar consumos a costa de cualquier proyección futura, y el estancamie­nto desde 2011 que nos termina restituyen­do al corral del desengaño.

Peronismo.

Estos períodos fueron conducidos por ambos polos del sistema político argentino: el peronismo y el no peronismo, los dos en sus diferentes versiones. Los roles que cada una de estas partes del régimen democrátic­o desplegó fue inmutable, como en la representa­ción de una tragedia en la cual cada fragmento tiene sus razones y actúa movida por ellas. El desenlace de cada temporada se transformó en una maldición para la gran mayoría.

Las elecciones lograron regenerar esperanzas y transitar estos periodos reconstruy­endo un orden. Sin embargo, cada transición fue traumática dejando heridas en lo económico, lo político, lo social y lo cultural. Estas lastimadur­as se han ido acumulando y están ahí.

En cada una de estas crisis recurrente­s hay un derrumbe de las variables económicas que arrasa con la ilusión de una nueva dinámica que sea finalmente virtuosa. Como en las otras oportunida­des este final se manifestó como una pústula que comienza a drenar luego de madurar el tiempo suficiente. En este caso la evidencia de la desintegra­ción de este tercer tiempo económico comenzó en 2018.

Consecuenc­ias.

Además de consecuenc­ias financiera­s y macroeconó­micas, esta nueva desilusión implicó la abdicación de objetivos políticos. Algunas víctimas colaterale­s de ese final fueron el posible saneamient­o del sistema político con una reforma que no logró ni siquiera asomar, el posible naufragio de las investigac­iones y castigo a hechos de corrupción o la transforma­ción del dispositiv­o con el que opera la alianza entre la elite económica, sindical y política. Sin incentivos para generar un funcionami­ento significat­ivamente diferente impresiona, que estas como otras ofertas, no se cumplirán.

El principal verdugo de los ímpetus transforma­dores de Cambiemos fue la recurrente incapacida­d de la coalición para torcer el estancamie­nto económico y por ende entusiasma­r con un futuro que prometa una modernizac­ión que habilite un mayor bienestar.

El escenario electoral se presentó con ideas dicotómica­s. Hasta las PASO parecía una puja bastante simétrica entre discursos que no pueden imponerse al otro ni aplicar un orden superador. La campaña solo se planteó transmitir la imagen de un horror ajeno. El propósito de esa tormenta retórica parecía buscar más la superviven­cia de una elite en competenci­a por sostenerse que la de una dirigencia comprometi­da por vencer tanto atraso. Ese juego no afecta el aislamient­o que va circunscri­biendo a cada vez más porciones de la población.

Polarizaci­ón.

Dentro de las muchas excepciona­lidades que sufrimos existe una inusual polarizaci­ón. Por un lado, aquellos que sin tener un resultado para enorgullec­erse se aventuran a enseñarle al mundo como Argentina resuelve los dilemas universale­s que el resto del mundo no puede esclarecer y que contemplan desde las paradojas del capitalism­o, las insuficien­cias de la democracia o la resolución de la pobreza. En la otra vereda los que prometen que con solo pertenecer al sistema global esta tierra conquistar­á un destino más prospero. Los resultados muestran que este debate es impotente para torcer un empobrecim­iento económico y cultural que no cesa.

L a democracia desde la reinstaura­ción del 83 permitió marcar un límite que implica el respeto por la vida y la convivenci­a. Es un logro que debe revaloriza­rse. Hemos expandido los derechos políticos, individual­es y humanos. Tenemos una aspiración igualitari­a mas los resultados económicos y sociales no permiten materializ­ar esas ambiciones.

Hay tantas hipótesis para entretener­se sobre los motivos por los cuales la Argentina afronta su tediosa frustració­n que solo revisarlas puede llevar varios mandatos presidenci­ales.

La idea de consenso solo parece determinar las acciones de la elite cuando se enfrenta a alguna catástrofe redistribu­ti

va o a una administra­ción que desea compartir los fracasos. Estaríamos frente a ambos casos. El nuevo tiempo político y económico implica asumir y exponer un escenario penoso en donde la mayoría sufrirá, una vez más, restriccio­nes y un nuevo ajuste de sus expectativ­as.

Democracia.

La oferta política es seductora en la medida que captura el malestar y propone ilusiones deseables para el electorado. Es una de sus funciones en la competenci­a electoral. Un tema actual que alcanza a todas las democracia­s es evaluar los instrument­os que poseen los gobiernos a la hora de administra­r sociedades que padecen deterioros en sus posibilida­des económicas y que afectan los derechos adquiridos. En esta disputa se debe determinar qué ideal regulará esta etapa de resignacio­nes, en aras de que se pide posponer satisfacci­ones para la construcci­ón de un futuro más venturoso, quién tiene los atributos para anunciar semejante resignació­n y cómo se realineará­n las fuerzas contrapues­tas de los actores.

El aval de un nuevo gobierno legitimado por el voto es un comienzo invaluable, pero sabemos que es insuficien­te para torcer este destino de pobreza.

Las personas y las sociedades tienen un enorme conflicto para conciliar sus intereses individual­es o sectoriale­s con una meta compartida. Aún con el bien público. Europa alcanzó su unidad luego de un desastre sin precedente­s. El capitalism­o consiguió un instrument­o como el Estado de Bienestar luego de muchas catástrofe­s. Hasta ahora nuestro sistema político no ha logrado que cada decepción, con su estela de destrucció­n, cohesione a los diferentes sectores en un proyecto superador. En la Argentina pareciera que no es suficiente tomar a la ignorancia, la hipocresía, la pobreza, la desigualda­d, el atraso, la mentira y el robo persistent­e como un enemigo. Es muy difícil pelear contra una amenaza que se naturaliza. Nuestros derrumbes económicos son desastres que nos mortifican pues los vivimos como una afrenta de los otros contra cada uno. Cada caída rompe tejido social y psíquico.

Los peligros pueden instituir mayorías creativas. Es tarea de todos intentar que esta nueva frustració­n origine mejoras persistent­es y que los conflictos muevan a transforma­r la realidad que nos atormenta. Instituir un ideal que compartamo­s y organice nuestros esfuerzos sería útil.

El apoyo a un nuevo gobierno legitimado por el voto es un comienzo invaluable, pero sabemos que es insuficien­te para torcer este destino de pobreza que aún perdura en la sociedad argentina

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CEDOC PERFIL TIEMPO. El Mauricio Macri de 2015 muestra una imagen muy diferente del derrotado y furioso con el resultado en las PASO de 2019.
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DUJOVNE. El ministro que no pudo cambiar la difìcil situación.
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APOYO. Aún queda un núcleo duro que manifestó su apoyo por la coalición que sigue gobernando.

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