Talento inagotable que sigue intacto
Coreógrafos argentinos recuerdan a Bob Fosse, artista máximo del género que brilló tanto en cine como en teatro.
Bob Fosse: el creador de Cabaret, ese musical de 1966 que él mismo filmó con el inolvidable protagónico de Liza Minnelli en 1972. Bob Fosse: el que tuvo una vida –y una muerte– con elementos tan melodramáticos, que parecen ficción. De algún modo, se autorretrató en All that Jazz (también traducida como El show debe continuar), por la que ganó cuatro Oscar y donde premonitoriamente adelantó su final por un paro cardíaco. Mucho material documental hay sobre su trayectoria. Ahora llega Fosse/Verdon, una serie que se centra en la vida del artista y una de sus esposas, la bailarina Gwen Verdon. Los ocho capítulos se ven, desde el 28 de agosto, los miércoles a las 22.10, por Fox Premium Series.
Bob Fosse, genial, maníaco, adicto al tabaco, a las anfetaminas y a una vida desenfrenada, es interpretado por el actor Sam Rockwell (quien se ha destacado en films como Vice y Three Billboards Outside Ebbing, Missouri), y Gwen Verdon, exquisita intérprete y sufrida compañera, por Michelle Williams (actriz en, entre otras películas, Secreto en la montaña). La mirada de esta producción sigue a Fosse pero, sobre todo, rescata a Verdon y muestra cuán autora fue de varias obras de él, incluso sin siquiera tener un crédito en ellas. Juntos configuran un matrimonio por momentos enfermizo pero que, incluso en ese marco, les permite realizar creaciones. Rockwell ve allí “algo muy disfuncional y bello a la vez”. El impuso para
la serie, dirigida por Tommy Kail, viene dado por la biografía escrita por Sam Wasson, escuetamente titulada Fosse, publicada en 2013. Steven Levenson, guionista y productor, subraya la cuestión vincular que se rescata en este proyecto cuasi biográfico: “Eran una pareja creativa, autodestructiva, codependiente, pero nunca se divorciaron. El murió en brazos de ella”. Así fue, durante una reposición de Sweet Charity, en 1987.
En Fosse/Verdon, ha intervenido la hija de los protagonistas, Nicole Fosse, para supervisar y aportar materiales al relato. La figura de su padre la marcó; también la de su madre, que permaneció activa como intérprete toda su vida; en 1988, por ejemplo, fue parte de la película Cocoon-El regreso. Y también fue marcada por la mutua admiración n entre sus padres. Ella recordaba: “Bob estudió muchas danzas y también batería, a, porque quería que todo fuera rítmico”, y además “odiaba el sentimentalismo, [y] era muy competitivo, sobre todo consigo mismo; no necesitaba rivales; él era su propio rival”.
Nicole, aunque ya no en la actualidad, siempre ha estado vinculada al arte y a la danza, referencias que conoció desde niña: “Mi mamá estaba enamorada de Charles Chaplin y ella misma era muy chaplinesca; mi papá amaba a Fred Astaire, a los toreros españoles y al escultor Rodin, y en él se ven todas esas influencias”.
Esta serie la está haciendo revisar todo su pasado, y reflexiona: “La parte más difícil ha sido enfrentar la verdad. Crecí endulzando muchas cosas. Había cosas que no eran para mis ojos u oídos infantiles. Como adulta, seguí queriendo creer muchas cosas, que me protegían de otras desagradables. Cuando ves esas cosas representadas en la pantalla, es difícil soportarlas. Yo sabía que mi papá tomaba Dexedrina [derivado de anfetaminas]; yo sabía que él lo hacía estando yo con él. No lo recuerdo destruido, pero en un episodio lo ves en estado de haber tomado Dexedrina con su hija, y ver esto representado es muy diferente a decirlo: sí, se aceleraba y yo estaba con él. Ver a alguien medicado junto a un niño es muy diferente”.
Bob Fosse ha sido idealizado, y su obra lo permite. El ser humano real que fue, no. Por eso, la serie promete, como dice Rockwell, “no alejarse de sus imperfecciones, sino mostrar mucho más que All that Jazz, una película que fue amable con él, y hasta lo muestra con pelo. En la serie, el personaje está pelado”. Como fuere, Fosse es sinónimo de cine y de escenario. Los coreógrafos de la serie, Andy Blankenbuehler y Susan Misner, saben que cargan con una gran responsabilidad: “En todo lo que hago –dice Blankenbuehler– hay algo que remite a Fosse. Si me pongo un sombrero, si tengo un cigarrillo en la mano, siento que quiero copiar sus posturas, su modo, su cuerpo. Tengo una gran foto de él en mi estudio de danza”.
La serie no solo presenta a la pareja, sino también a otras figuras que integraron la vida de Fosse, como Joan Simon, una bailarina que a su vez había sido esposa del escritor Neil Simon y amiga muy cercana de Gwen. La actriz Aya Cash es quien toma ese papel y subraya: “Gwen no solo era cantante, bailarina y actriz, sino verdadera directora y coreógrafa. Es fascinante que ella ahora esté saliendo a la luz”.
Verdon era una reputada bailarina de Broadway y se incorporó en el musical de Fosse Damn Yakees, en el papel apel de Lola, en 1955: de allí lí ella ganó un premio Tony por mejor intérprete y él, otro, por mejor coreógrafo.
Ella ya se había casado, tenido un hijo y divorciado. Era una a mujer intensa, exigente nte y apasionada. “Tenía fama de ser difícil –reconoció en una entrevista–, y era cierto porque no podía soportar a alguien bailando mal”. El encuentro de la pareja fue inmediato; la profesión se mezcló con el amor. En 1960 se casaron, y Nicole nació en 1963. Fosse desplegó su vida de excesos: cigarrillos, pastillas, alcohol. Su amor por Verdon no modificó su sistemática búsqueda de nuevas mujeres como objeto de conquista. Y así lo reconoció en 1986 en una entrevista con el New York Times, en la que a Verdon la nombró como “mi mejor amiga”: “No estoy persiguiendo mujeres tanto como solía hacerlo. Me da miedo atraparlas y luego tengo que hacer algo. Pero me sigo sintiendo más encantador y divertido si estoy rodeado de mujeres. Siento que me veo mejor. Supongo que será algún complejo de inferioridad de cuando era un niño; algo de tener que probarme a mí mismo. Realmente arruiné el matrimonio, y lo lamento muchísimo”. En efecto, se habían separado legalmente en 1971, pero el afecto y la complicidad laboral permanecieron hasta la muerte de él, casi guionada.