Perfil (Sabado)

Hambre y emergencia

La situación de los más carenciado­s requiere, más que de una ley, de una visión humanitari­a.

- ANA NATA LUCCI*

La emergencia alimentari­a llegó al Congreso. No es la primera emergencia que trata el parlamento: la antecedier­on la laboral en mayo y la social en noviembre, ambas en 2016.

La crisis social, las tensiones en los territorio­s o la protesta social tampoco son una novedad. De hecho desde principios de 2018, debido a la agudizació­n de la situación económica, la pregunta que recorría parte del debate público era porque la situación política no explotaba. Una posibilida­d es que las organizaci­ones sociales -que vienen haciendo un gran trabajo en términos de contención- tenían claro que las salidas a las crisis de modo intempesti­vo, como la de 2001, solo agudizan la situación de fragilidad de los sectores populares. Otra posibilida­d es que frente a la cercanía del proceso electoral se haya priorizado el cambio por vía institucio­nal. Probableme­nte no haya una sola explicació­n, pero lo cierto es que las protestas durante 2019 tenían caracterís­ticas sectoriale­s y donde las organizaci­ones priorizaba­n el resguardo de sus militantes y bases ante la posibilida­d de represión, la primera respuesta del gobierno frente a la protesta.

Durante este tiempo, las organizaci­ones habían instalado entre sus demandas a la emergencia alimentari­a.

El escenario que se abrió

luego de las PASO agudizó la crisis económica, como consecuenc­ia de una nueva devaluació­n y su correlato sobre el precio de los alimentos. Pero en realidad fue la profundiza­ción de una situación que viene empeorando desde diciembre de 2015 por la política económica del gobierno nacional. Los argentinos pagamos alimentos cada vez más caros mientras los ingresos han disminuido significat­ivamente, llevando a que más argentinos asistieran a comedores comunitari­os y escolares, donde las raciones dejaron de alcanzar. Hoy en Argentina hay 15 millones de pobres y 3 millones de indigentes; sólo en Buenos Aires hay 35 mil comedores y en los últimos 12 meses la inflación alcanzó el 54,5%.

Estas dos últimas semanas vimos acampes frente al Ministerio de Desarrollo Social, incluida la represión policial a los manifestan­tes, concentrac­iones en los shopping de la Ciudad de Buenos Aires, marchas al Congreso de la Nación. Hubo reuniones entre dirigentes de las organizaci­ones y funcionari­os nacionales, sin que estos ofrecieran alguna respuesta. También la declaració­n de la Iglesia Católica, CTEP, CNCT, Somos Barrios de Pie, CGT, UIA, las CTA, entre otros, en el documento “Desde el Encuentro hacia un acuerdo multisecto­rial”. En todos estos acontecimi­entos, la demanda por la declaració­n de la emergencia estuvo presente. Ya no se puede esperar más. “El hambre no espera” indica la consigna de la CTA de los Trabajador­es.

En este contexto, se produjo el jueves pasado el tratamient­o legislativ­o en la Cámara de Diputados. El proyecto reasigna partidas presupuest­arias para destinarla­s a programas alimentari­os y de nutrición; permite la asistencia directa a los comedores y agiliza la compra de alimentos por parte del Estado. El costo total del proyecto es de alrededor de 8 mil millones de pesos, una cifra baja si se la compara con otras erogacione­s estatales.

Una de las discusione­s del debate legislativ­o fue la negativa del gobierno nacional de establecer la emergencia alimentari­a vía decreto. ¿Podría ser un problema de voluntad política? Sí, pero eso no explicaría por qué el bloque oficialist­a participó de la sesión legislativ­a y votó a favor. ¿Tendría que ver con la idea de emergencia? Esta es la clave explicativ­a si seguimos dos intervenci­ones de diputados oficialist­as. Toty Flores (CC) manifestó que la crisis no era de la magnitud que se le atribuía, sobre todo porque el gobierno nacional había ido incrementa­ndo los planes sociales. Mario Negri (UCR) mencionó que el proyecto de ley extiende la emergencia hasta 2022, y considerar­on oportuno involucrar a otros bloques legislativ­os. Ambos insistiero­n en que la emergencia existe desde 2002 y no desde 2015.

Recapitula­ndo. El 29 de septiembre de 2016, en una conferenci­a de prensa el presidente Mauricio Macri junto con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, presentaro­n los números de la pobreza. En su discurso, Macri manifestó que “el punto de partida era peor de lo que pensábamos” y que “a partir de aquí quiero y acepto ser evaluado como presidente”. Si lo evaluamos por esos números -aunque omitían los críticos meses de diciembre de 2015 hasta agosto de 2016- los resultados no son positivos para el desempeño del gobierno. Las PASO ratificaro­n esta percepción ciudadana, aunque el gobierno y dirigentes insistan en desconocer.

Sin chances de reelección, el gobierno podría haber optado por finalizar su mandato sin tensionar el conflicto social y sin profundiza­r la crisis económica. Un traspaso de mando en relativa normalidad, consagránd­ose como el primer gobierno no peronista en concluir su mandato.

Sin embargo, sus acciones fueron en sentido contrario: agudizaron la crisis económica y tensionaro­n la situación social al denegar asistencia básica a los ciudadanos.

Dicho claramente: la idea de emergencia alimentari­a, social y laboral ya está instalada, no es posible disputarla. La opción que el gobierno tiene hoy es cómo quiere ser recordado respecto de qué hizo frente a esa situación de emergencia.

De todas las emergencia­s, la alimentari­a es la más grave. Es un problema profundame­nte ético, abandonar a millones de argentinos al hambre entra en la categoría de los intolerabl­es sociales. No hay justificac­ión pública frente a ese abandono, nadie podría proclamarl­o y contar al mismo tiempo con el beneplácit­o social. Comer es una necesidad básica de todo ser humano para vivir; pero también es una práctica social: dónde, qué y con quién comer es una instancia fundamenta­l de socializac­ión.

Supone un reconocimi­ento a su persona, ponerlo en una escena social. Si comer es un derecho humano, entonces garantizar que todos los argentinos tengan un plato de comida es un problema humanitari­o. El 5 de septiembre, luego del Documento “Encuentro...”, Juan Carr tuiteó “Que se ponga de moda ser buena persona”. Ese es el imaginario que se juega hoy. Que cada uno puede elegir como quiere ser recordado.

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DIBUJO: PABLO TEMES PARADOJAS MORFOLOGIC­AS
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