Perfil (Sabado)

Drag queen, vedettes que rompen los moldes

Aceptados y queridos tanto de día como de nochetiene­n hoy gran visibilida­d y trabajan desde en un Bar Mitzvah hasta en eventos nocturnos donde muestran su talento para “montarse”. Tienen como referentes a exóticos modelos femeninos y, enstados Unidos, a R

- ANALÍA MELGAR

En 2009, el concurso y reality show RuPaul’s Drag Race de la televisión de Estados Unidos (que ya va por su temporada número 11) amplió la visibiliza­ción del universo drag queen, donde drag puede ser una síntesis de “dressed as a girl”: “vestido como una chica”. Sin embargo, hombres que se visten como mujeres hubo en diversas épocas y culturas del mundo: desde los actores del teatro isabelino que encarnaban personajes femeninos, hasta los muxes, hombres que visten como mujeres y que se constituye­n como un tercer género, dentro de la comunidad zapoteca, en Oaxaca, México. En Nueva York, espacios, movidas e identidade­s drag queen se desarrolla­ron en los 80 y 90.

En la Argentina, en 2018 el programa de Marcelo Tinelli llevó a algunas drags de la mano del actor Jey Mammon. El término sumó un plus de difusión cuando se supo que Estanislao, el hijo del candidato a presidente Alberto Fernández, es la drag queen llamada Dyhzy. Pero son muchísimos los que han ganado celebridad: como Maverik, la drag del mendocino ya fallecido Adrián Fernández. Otras de las drag más consolidad­as, que se concentran en fiestas y en boliches como Sitges y KM Zero y que tienen a las redes sociales como escaparate, son: Elektra Trash, Psicodélic­o Queen, Tasha Shantal Flowers, Eva Fox, Molotok.

Diego García Moyano es un actor, patinador, vestuarist­a y transformi­sta. Trabajó con el productor Javier Fanoni, con Flavio Mendoza, en el grupo Caviar de Jean François Casanovas, y especifica: “La drag queen viene del mundo americano; es un personaje más estrambóti­co que una mujer, es andrógino. En los 2000, por ejemplo, las drag no se ponían relleno en el pecho, ni usaban peluca, sino que salían peladas. Podían usar una bola de espejos en la cabeza y unas plataforma­s imposibles. Desde RuPaul, están más femeninas”.

“El drag queen –sigue, y se alterna la drag y el drag– es más nocturno, más de disco: una recepción, una foto. Antes las drag queens no hablaban; ahora sí. El transformi­sta no solo puede transforma­rse en una mujer… En realidad, todos los actores son transformi­stas; te transformá­s, por ejemplo, en árbol. Llegando a 2020, transformi­sta y drag están muy identifica­dos. A su vez, hay otra rama, que es el cosplay: gente a la que le gusta el animé y se transforma en esos personajes, que no siempre son mujeres. [Por otra parte], las chicas trans son las que, tengan o no una operación de cambio de sexo, eligieron ser mujeres. No hay [que marcar la] diferencia entre una trans y un gay que es artista. Inclusive hay transformi­stas que no son gays. La sexualidad no define ni a la persona ni al artista”.

¿Dónde están las drags? “Me manejo en muchos lugares nocturnos –cuenta García Moyano– como pubs, discos. Hago cumpleaños, casamiento­s, fiestas, divorcios. Y también, tengo mi propio espectácul­o. En el verano, estuve en el Teatro Arenales de Mar del Plata; este invierno, trabajé en Termas de Río Hondo, para contingent­es de jubilados. Para noviembre, estoy armando fechas para calle Corrientes. En mi show, hay tres transformi­stas y dos drag queens. Es un espectácul­o cómico musical para toda la familia; el humor no es burdo ni chabacano; no hacemos cosas obscenas. He hecho hasta bautismos y Bar Mitzvah. Si bien yo soy católico, en el escenario no tengo religión ni raza, credo ni posturas políticas. Trabajo para el público. Nunca sentí rechazo, sino aceptación. Acompaño y compadezco al que sufrió discrimina­ción. Tengo 46 años, me asumí como gay a los 20; no tuve nunca un problema”.

Los materiales que requiere una drag son una parte esencial de su construcci­ón. “Yo soy un pelado cuarentón –dice García Moyano– caminando por la calle, que no tiene nada que ver con mi personaje. Para lograr una imagen femenina, transformo mi cuerpo y mi cara. Estudié efectos especiales, maquillaje y peluquería en el Teatro Colón. No uso las cejas depiladas. Yo mismo me hago las pelucas; y hasta me hice prótesis dentales femeninas. Luego, la ropa de un transformi­sta debe esconder la espalda, afinar los brazos, estirar el cuello, achicar el rostro. Todo eso se hace con trucos, necesarios, más en un cuerpo como el mío, grandote y macizo”.

Agustín Malacalza adoptó Agustín Malee como nombre artístico y se presenta: “Soy drag queen; también uso el término transformi­sta. Hago cuadros cómicos, lipsing [fonomímica], play back, sketch, todos en el rol femenino. Tengo un estilo sofisticad­o, de los años 20, 30. Admiro y me focalizo

“Admiro a Marilyn Monroe; hago presencias y boliches.” (Agustín Malee)

en el estilo de divas como Marilyn Monroe, Rita Hayworth. Hago presencias, trabajo en boliches; y hago el maquillaje y asesoramie­nto en la obra Yo no quiero morir en Recoleta, en el Método Kairós”. Sobre el proceso de transforma­ción, amplía: “Algunas chicas que son drags viven como mujer y otras, como varón. Yo vivo como hombre las 24 horas y solo me monto –nosotros decimos así: montarse– para espectácul­os o eventos. Montarte es increíble: te ponés una gorrita color piel en el pelo, te tapás las cejas, borrás tu cara y dibujás una cara femenina en un rostro masculino. De ahí, sigo con los pechos, las caderas, las medias, los tacos, el vestido. Por últi

“De Fuerte Apache, no solo salen futbolista­s, sino también drag queens.” (La Queen)

mo, la peluca, que es el marco final del drag. El maquillaje y las pelucas, todo se trae de afuera; en Argentina no hay. En Estados Unidos, todo se consigue en un supermerca­do. Cuando hacés funciones

todos los días y tenés que afeitarte y maquillart­e todos los días, como hombre ya no te estás viendo. Tenemos respeto y admiración por la mujer, hasta en el último detalle; jamás, el ridículo. A los niños les encanta. Se quieren sacar fotos. Una amiga drag trabaja en cumpleaños infantiles”.

Cotidianam­ente es Federico, pero ella es Fénix: “Los drag tenemos la versatilid­ad de poder cambiar según el evento. Entre vestirnos y maquillarn­os, nos toma unas tres horas. Ser drag es una caracteriz­ación que lleva lo femenino al extremo”. Aunque París en llamas, el documental de Jennie Livingston de 1990, le es un referente, en la actualidad no experiment­a discrimina­ción o malos tratos, sino todo lo contrario: “En la calle, la mayoría valora mucho nuestro trabajo, nuestra producción. Ha habido gente que allanó el camino. Admiro mucho a Fernando Peña, revolucion­ario en lo que decía y pensaba”.

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Protagonis­tas en eventos y en discos.
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TRANSFORMA­CIONES. Agustín Malee y su maquillado­r Matíasp (1). Las drag Fénix y Dakota Nazareno Mak Balk en el boliche Sitges (2). La distinción de Diego García Moyano (3), y La Qen en Sex, el show de Muscari (4).
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CEDOC PERFIL Diego García Moyano hace sus vestuarios y tocados. Plumas visten a Fénix y Dakota Balk.
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GENTILEZA FÉNIX
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CEDOC PERFIL PRODUCCION.
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GENTILEZA AGUSTÍN MALEE. GENTILEZA ROBY LEGUIZAMON NA CH O LU NA DE I PELUCAS. Rosa y lacia, la de La Queen en pleno canto; rubia, la de Agustín Malee, en plena actuación.
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GENTILEZA ROBY LEGUIZAMON Y GENTILEZA FENIX
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