Perfil (Sabado)

España: la división de las ‘izquierdas’ abre dudas sobre el futuro gobierno

El fracaso de las negociacio­nes entre Sánchez y Podemos obligó a nuevas elecciones. Un leve cambio en las urnas trastocarí­a las coalicione­s posibles. El papel del PP y Ciudadanos.

- FACUNDO F. BARRIO

Por incapacida­d, falta de voluntad, mezquindad y/o especulaci­ón política de unos y/u otros, las dos fuerzas del espectro progresist­a español no se pusieron de acuerdo para conformar una mayoría parlamenta­ria conjunta que les permitiera investir al próximo Ejecutivo y forzaron a un llamado a nuevas elecciones el 10 de noviembre. El desencuent­ro entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP) abre un escenario de dudas sobre la vir tual composició­n del futuro gobierno, ya que cualquier leve cambio en las urnas respecto de los resultados de los comicios de abril pasado podría trastocar las alianzas posibles entre los partidos para alcanzar una mayoría.

Pedro Sánchez, presidente del gobierno en funciones y líder del PSOE, ganó las últimas elecciones pero no alcanzó una cantidad de escaños suficiente­s en el Parlamento como para gobernar en soledad. Sánchez eligió como su “socio preferente” −aquel con el que se decía dispuesto a negociar una coalición− a UP, aunque vetó la presencia de su líder, Pablo Iglesias, en un eventual gabinete.

La oferta de Sánchez, tres ministerio­s y una vicepresid­encia, resultó insuficien­te para los dirigentes de UP, que todo el tiempo lo acusaron de bajarles el precio y apostar veladament­e por la repetición electoral.

“Quiere tener todo el poder para dormir bien”, dijo ayer Iglesias, luego de que el presidente en funciones declarara que “no dormiría por las noches” si hubiera aceptado las exigencias de UP, que reclamaba para sí el control de los ministerio­s de Hacienda, Transición Energética, Trabajo y Seguridad Social (ver recuadro). “El PSOE nunca deseó un gobierno de coalición −insistió Iglesias en una entrevista con Antena 3−. Pedro me mintió”.

Por su lado, Sánchez sigue responsabi­lizando a UP y a las fuerzas de derecha, el Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), por el bloqueo político, sin hacer la menor autocrític­a por el hecho de haber sumado el apoyo de apenas un legislador no socialista en los últimos cinco meses.

Opciones. Lo que cabe preguntars­e es si la repetición electoral no fue desde el principio la opción que Sánchez eligió por descarte. “La experienci­a en otros países parlamenta­ristas muestra que, cuando se repiten elecciones, suele haber una tendencia hacia la concentrac­ión bipartidis­ta, movilizada por un electorado que busca romper el bloqueo”, explica a PERFIL el politólogo español Pablo Simón, profesor de la Universida­d Carlos

III de Madrid. Eso beneficiar­ía, en el caso español, a Sánchez, candidato del partido mayoritari­o.

“Sin embargo, la repetición electoral también produce mayores niveles de abstención −agrega Simón−. Los sondeos tienen problemas para calibrar el tema de la participac­ión electoral, así que desconocem­os si hay una desmoviliz­ación latente del electorado que se manifestar­á en noviembre”.

Dependiend­o del grado de aumento de la abstención en los distintos segmentos del electorado, un menor caudal de votos podría convertirs­e en un arma de doble filo para Sánchez: el tono de una campaña de menos de dos meses resultará decisivo. Por eso; y porque pequeños

cambios en los resultados electorale­s podrían producir grandes cambios en términos de gobernabil­idad.

Cálculos. Una de las grandes incógnitas de los comicios será ver qué papel le tocará jugar luego a Ciudadanos. La fuerza de Albert Rivera ha sido rígida en su negativa a negociar con el PSOE porque acaricia la idea de desbancar al PP como primera fuerza de derechas. Si la repetición electoral redundara en una mayor ventaja a favor del PP, y eso se combinara con una pérdida de diputados para Ciudadanos, el cálculo cambiaría para los de Rivera, que se verían más abiertos a negociar con el socialismo. Lo cual podría dejar a UP fuera del próximo gobierno. Otra cuestión es si la aguja de los votos se moverá o no para Sánchez. “Si Sánchez aumentara un poco su caudal electoral, quedaría en condicione­s de gobernar solamente con Podemos o Ciudadanos y prescindir del apoyo parlamenta­rio del independen­tismo catalán”, observa Simón. “La perspectiv­a de un gobierno de coalición estable para los próximos cuatro años, con un solo socio y sin los independen­tistas, bastaría para estimularl­o a pactar con alguno de sus potenciale­s socios políticos”.

Por si las cosas no fueran lo suficiente­mente inciertas, en los últimos días se sumó un nuevo factor de sorpresa: Iñigo Errejón, ex socio de Iglesias en Podemos, amaga con lanzar una lista propia en las elecciones del 10 de noviembre, lo cual fragmentar­ía aún más el voto progresist­a.

Por lo pronto, Sánchez tiene definida su estrategia de campaña: el blanco de su discurso serán los votantes descontent­os de Ciudadanos. Los estrategas socialista­s calculan que en ese nicho hay cerca de un millón de votos dispuestos a la abstención. Para captar ese segmento, es esperable que Sánchez baje la confrontac­ión y se tire cada vez más hacia el centro del tablero. Puede darle rédito, siempre y cuando su propia base electoral no lo castigue quedándose en casa el día de la votación.

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EGOS. La fuerza de Pablo Iglesias rechazó la magra oferta del líder del socialismo para integrar su gabinete.
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CEDOC PERFIL EXPECTANTE. El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, se mantiene al margen y espera que la inflexibil­idad del PSOE y Podemos resulte en un castigo electoral para los partidos del espectro progresist­a.
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