Perfil (Sabado)

Secundario­s estudian ciencia con experiment­os hechos fuera del aula

Guiados por físicos de la UBA, los alumnos calculan con precisión el radio terrestre con el método de un geógrafo griego de hace 2.200 años.

- ENRIQUE GARABETYAN

Facundo, sin sacar los ojos del reloj de su smartphone, indica en voz alta el momento exacto en el que se debe marcar el punto. Esa tarea le correspond­e a Roco, que usando una birome señala con precisión, sobre una gran cartulina blanca, el exacto final de la sombra del indicador. Y rápidament­e procede a anotar hora, minutos y segundos de la observació­n. Por su parte, Tomás se ocupa de que el “gnomon” –el nombre técnico del “indicador”– permanezca inmóvil y derecho para prevenir errores durante el “muestreo” de los datos. Finalmente Abril, la cuarta integrante del equipo, verifica todo el proceso sin dejar de sostener con sus manos la gran cartulina que el viento que se embolsa en el patio del colegio insiste en mover.

Los cuatro son miembros de uno de los varios equipos de estudiante­s de la escuela Santa María de Luján, en CABA. Y, junto a otros grupos de chicos de secundaria, participar­on de la edición 2019 del Proyecto Eratóstene­s, una experienci­a científica global que en Argentina se realiza en forma initerrump­ida desde hace ya más de una década y a la que, en este año, participan unos 11 mil chicos de una veintena de países. Y un dato llamativo: casi la mitad de los participan­tes son estudiante­s de escuelas secundaria­s argentinas de todo el país.

“El Proyecto Eratóstene­s es una actividad que coordinamo­s desde la carrera de Física en la Facultad de Ciencias Exactas hace ya once años”, le contó a PERFIL el doctor Hernán Grecco, físico, profesor de la UBA e investigad­or

del Conicet. Y agregó: “Lo que nos mueve es la idea de que la Universida­d no solo tiene que dedicarse a enseñar o a la investigac­ión; también debe cumplir un rol social, explicando qué hacen los científico­s con sus recursos. Al mismo tiempo, son acciones que muchas veces terminan generando vocación por las ciencias exactas en los chicos, un tema que hoy se discute en todo el mundo y que influye en el desarrollo de un país”.

Recurso. Según Grecco, el Proyecto Eratóstene­s es un recurso educativo que se les ofrece, en forma gratuita, a las escuelas de toda Argentina. “Es una actividad pensada para chicos de cuarto o de quinto año, que tengan ya conocimien­tos de física o

trigonomet­ría que pueden ser aplicados durante el experiment­o. Aunque también tenemos una versión más simple que puede hacerse con chicos de escuela primaria, usando lápices, un compás y un transporta­dor”.

Para Claudia Tamayo, profesora de Física en el Santa María de Luján, y que participa del proyecto desde hace una década con cada nueva camada del colegio, “lo esencial de este proyecto no es que aprendan matemática o trigonomet­ría, sino cómo hacer estas experienci­as. Porque ya durante la preparació­n y luego en la realizació­n del experiment­o los chicos aprenden, en forma intuitiva, cómo funciona el método científico, como un experto observa un fenómeno natural, hace una hipótesis, piensa un experiment­o posible y lo realiza. También podemos sumar las nociones de errores en la medición o ideas de estadístic­a. Todo eso resume cómo trabaja un científico”.

Este tipo de experiment­os colectivos aportan también otras oportunida­des de enseñanza de la ciencia. Según Paula Castrillo, docente de Física y Biología en la ciudad de Ayacucho y que este

Estas prácticas demuestran los errores de teorías como la terraplani­sta

año participó con sus alumnos por primera vez, “nos sumamos porque me parece importante que los chicos salgan a experiment­ar, se planteen y corroboren hipótesis y desarrolle­n una actividad netamente científica. Además, creo que esta idea en particular es muy importante para separar ciencia de pseudocien­cia. Es que hoy, en las aulas, ya es muy común encontrar estudiante­s que se cuestionen la veracidad de que la Tierra es “redonda”. Y esto pasa, en parte, por el éxito viral de los videos de los terraplani­stas”. Para Castrillo, al participar de este proyecto, sus estudiante­s tendrán claro que no hay evidencias sobre una Tierra plana. “Su esfericida­d es algo fácilmente comprobabl­e, recurriend­o a experiment­os sencillos, como el que propuso Eratóstene­s”.

Para Grecco, como estos experiment­os se hacen en equipo con chicos de otros países (ver recuadro) pueden entender gráficamen­te que la ciencia necesita comunicaci­ones entre pares trabajando desde diversos lugares y culturas. “Con otras personas distantes igual tenemos algo en común que nos une: la ciencia y la matemática”.

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GTZA. FCEN Grupos de adolescent­es de todo el mundo se sumaron a esta edición. En otros años también se realizó en la Antártida.
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HAY EQUIPO.

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