Perfil (Sabado)

La exageració­n ante la Semana del Clima

- BJORN LOMBORG* *Director del Copenhagen Consensus Center.

Antes de la cumbre de la Semana del Clima, que reúne este mes a los líderes mundiales en Nueva York, la exageració­n sobre el calentamie­nto global es mayor que nunca. Mientras algunos expertos continúan (incorrecta­mente) insistiend­o en que es una invención, muchos más insisten (también incorrecta­mente) en que nos enfrentamo­s a una inminente crisis climática que amenaza a la civilizaci­ón.

Desafortun­adamente, contribuir a la polarizaci­ón sobre el tema simplement­e hace que sea imposible participar en una discusión política sensata.

Un ejemplo: se nos dice constantem­ente que el cambio climático es el responsabl­e del aumento de las situacione­s climáticas extremas, como inundacion­es, sequías y huracanes. Pero el panel de ciencia climática de la ONU demuestra que ninguna evidencia respalda las afirmacion­es de que las inundacion­es, las sequías y los huracanes estén aumentando.

Además, los científico­s sostienen que el calentamie­nto actual causado por el hombre no puede vincularse razonablem­ente con ninguno de estos fenómenos climáticos extremos. Esto no significa que no haya ningún problema, pero los hechos son importante­s.

¿Qué hay detrás de la retórica exagerada? Casi tres décadas de fracaso político. Las promesas de reducción de carbono hechas en Río de Janeiro en 1992 y en el Tratado de Kyoto en 1997 lograron poco o nada. Tres años después del Acuerdo de París, solo 17 países van camino de cumplir, y son países como Samoa y Argelia, que se comprometi­eron a muy poco.

Desde que comenzaron las conversaci­ones sobre el clima, en 1992, el mundo ha emitido tanto CO procedente de los combustibl­es fósiles como lo ha hecho toda la humanidad desde el principio de los tiempos.

La razón de este fracaso, y la causa de las exageracio­nes de hoy, es que las políticas para reducir el carbono son increíblem­ente caras. Es probable que el Tratado de París cueste entre 1 y 2 billones de dólares al año, lo que lo convierte en el más caro de la historia.

Y es tremendame­nte costoso reducir las emisiones netas a cero. Aunque muchos políticos prometen alegrement­e que este debería ser el objetivo, pocos se atreven a preguntar cuánto costará. Un informe encargado por el gobierno de Nueva Zelanda concluyó que alcanzar el resultado neto de cero emisiones en 2050 le costaría cada año a ese país más que su actual presupuest­o anual. Eso, en el mejor de los casos, pues los costes se duplican hasta alcanzar el 32% del PBI, según otros cálculos más realistas.

Los defensores de políticas climáticas muy costosas parecen creer que la única forma de lograr que los votantes acepten estos costes exorbitant­es es asustándol­os.

Es poco probable que este enfoque funcione. No solo está convirtien­do el clima innecesari­amente en un problema polarizado­r, sino que también puede dañar la credibilid­ad de la ciencia, ya que la investigac­ión parece cada vez más un intento partidista de impulsar una política particular en lugar de una búsqueda desinteres­ada de la verdad. E incluso como estrategia política parece destinada al fracaso: a medida que aumenten los costes, veremos más protestas callejeras como en Francia, o eventuales derrotas electorale­s, como en Australia, Brasil y Filipinas.

Basta comparar las propuestas de gasto de muchos miles de dólares en el clima con una nueva encuesta que muestra que casi siete de cada diez estadounid­enses votarían en contra de gastar siquiera $ 120 al año para luchar contra el cambio climático.

En lugar de asustar a los votantes, debemos innovar rebajando el precio de la energía verde; cuando sea más barata que el carbón y el petróleo, todos se pasarán a ella.

Desde la década de 1980, el gasto de la OCDE en I+D de bajas emisiones de carbono se ha reducido del 0,06% del PBI de sus miembros a menos del 0,03%. Podemos (y debemos) invertir mucho más. Sería mucho más barato que las políticas actuales y ofrecería más probabilid­ades de éxito.

Solo podemos reivindica­r el centro pragmático del debate si dejamos de aceptar exageracio­nes climáticas implacable­s. El cambio climático es un problema y necesita una solución inteligent­e y rentable para abordarlo.

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CEDOC PERFIL COMPROMISO. A tres años del acuerdo de París, se avanzó muy poco.

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