Perfil (Sabado)

Los humanos somos meros visitantes de un mundo ajeno

- GABRIELA KRIEL*

Habitamos una América Latina que cambia montañas por agujeros megaminero­s, transforma­ndo ríos en soluciones de cianuro, selvas en plantancio­nes de soja, que luego serán inevitable­s desiertos. El mar se vacía mediante la pesquería de arrastre, la producción de alimentos se transforma en exportació­n de commoditie­s, a medida que los venenos aumentan en nuestras mesas. Se van transforma­ndo los paisajes junto con los modos de habitar. En todos estos procesos, el rol de las ciencias no es trivial y mucho menos neutral. Las ciencias naturales, y sobre todo la biología, ocupan un lugar neurálgico en el desarrollo y la aplicación de biotecnolo­gías que suponen transforma­ciones socioambie­ntales profundas. Los organismos conservaci­onistas internacio­nales han aparecido luego de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo a partir de la década de 1960, en países industrial­izados, principalm­ente en Estados Unidos (Adams 2004). Las organizaci­ones que analizarem­os son algunas de las más importante­s a escala global: WWF, fundada en 1961, Conservati­on Internatio­nal (CI).

La naturaleza tiene pues un dominio disímil al de lo social: los humanos somos meros visitantes de un mundo ajeno. Esta separación se puede rastrear ya en la “prehistori­a” del conservaci­onismo internacio­nal. Uno de los padres de este movimiento, John Muir, ha sido el principal impulsor para la creación de reservas naturales (Adams 2004; Callicott 1990). La tradición de áreas protegidas y parques nacionales, que se gestó en los Estados Unidos a comienzos del siglo veinte, manifiesta una explícita separación de esferas. Cualquier aspecto humano debe ser separado para conservar la naturaleza, pues, como señala Muir. “Los indios caminan despacio y dañan más fuertement­e el paisaje que las aves y las ardillas” ( Nabhan 1995 en Sarkar 1999: 405). Así, los espacios naturales han sido delimitado­s en torno a la expulsión de comunidade­s locales. Vemos entonces que en cuanto al dualismo naturaleza­cultura, la noción de naturaleza en el conservaci­onismo excluye al hombre desde su mera materialid­ad. Respecto de su dominio es meramente terrícola e incluye ambientes prístinos y especies carismátic­as. *Doctora en Ciencias Biológicas.

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CEDOC PERFIL SAN JUAN. Una mina en producción. Y, a la vez, un agujero en la montaña.

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