LOS TIEMPOS DE LAS SERIES
—Tu nombre ha logrado ser uno de los más pesados en la edad dorada de la TV. ¿Te molestan las comparaciones todavía presentes entre cine y televisión?
—Cualquiera sea el medio, hoy la calidad pasa por el tiempo. Por el tiempo que tenés para que tu personaje se luzca, para que tu personaje se haga humano. Entre ochenta series nuevas por temporada: ¿cómo lográs que la gente sienta algo por tu personaje? Al fin y al cabo, todos los personajes buscan impactar de la misma forma. Es muy importante ser visceral, ir con tu instinto, creer en tu personaje en el breve tiempo que te toca junto a ella. Los tiempos me fascinan: correr para lograr un relato, sentir el oficio se hace en el minuto a minuto. Adoro esa sensación y el lujo de poder sentirla.
—¿Qué desafío te presenta un personaje como Xandra, más cerca de alguien normal, menos excéntrico?
—Cuando interpretás a alguien real, a alguien fácil de identificar, es una gran responsabilidad. Porque no podés ser irresponsable, no podés ir por la caricatura, no podés hacer genérico un tipo de persona, porque, precisamente, querés llegar a todo el mundo. Entonces, tenés que encontrar algo de qué aferrarte, y aquí, y siempre, a lo que te aferrás no tiene que ser obvio, siquiera tiene que redimir, tan solo tiene que generar un vínculo entre vos y el personaje, uno que creés puede superar el instante de la grabación de la escena.
—¿Por qué creés que la pérdida es un sentimiento tan común?
—La pérdida es común, de la forma más simple posible: todos sentimos que nos falta algo, incluso en tu mejor día, en tu mejor instante profesional, muchos que se definen por aquello que no tienen y por aquello que extrañan, que sienten se fue demasiado pronto, o que se rompió demasiado fuerte, que quedó hecho añicos. La pérdida siento que marca cada página de