Perfil (Sabado)

Reperfilan­do al FMI

Nada será igual para negociar, ni aquí ni en el organismo. Recelos del staff y el rol de Trump.

- IGNACIO LA BAQUI*

El Fondo Monetar io Inter nacional (FMI) será, como en tantas otras ocasiones en los últimos sesenta años, un actor altamente gravitante para el país de los próximos tiempos. Entre las cuestiones que deberá encarar el nuevo gobierno está reencauzar la relación con el Fondo, al cual la Argentina debe US$ 43.400 millones, parte de los cuales deberá comenzar a repagar en 2021.

En la semana que termina, el hasta entonces director gerente interino del organismo, David Lipton, dejó bien en claro que el actual programa de asistencia se encuentra en suspenso, lo que en los hechos implica que el desembolso de US$ 5.400 millones, pautado para septiembre, quedará congelado hasta nuevo aviso. Ante la incertidum­bre respecto de las políticas de la futura administra­ción, el FMI optó por desensilla­r hasta que aclare, es decir, esperar al resultado de la elección de octubre, y si, tal como se prevé, tr iunfa la fór mula Fernández-Fernández, retomar la relación ya con las cartas sobre la mesa.

¿Con qué FMI se topará el próximo gobierno? Sin dudas, con uno muy diferente al que hemos v isto hasta ahora. Una visión algo cándida sostiene que el Fondo tendrá un poder negociador escaso frente al próximo gobierno debido al fracaso del actual programa de asistencia y sobre todo debido a la alta exposición del organismo con el país. Esta visión peca de ingenua y parece no atender a algunos cambios que se están registrand­o precisamen­te en estos meses.

El hecho de que la Argentina obtuviera un volumen de financiami­ento inédito y que a la vez lograra ablandar a l sta f f del Fondo en relación con la intervenci­ón del Banco Central en el mercado cambiario solo puede entenderse a partir de:

1. La relación bilateral con Estados Unidos, y en particular la relación personal del presidente Macri con Donald Trump.

2. La presencia de Christine Lagarde al frente del organismo, quien claramente buscaba promociona­r su carrera política a partir de un éxito con la Argentina.

La situación se ha modificado radicalmen­te a partir del cambio en los protagonis­tas. Lagarde ya no está en el Fondo y probableme­nte Trump tenga cuestiones más urgentes que resolver que la crisis argentina, como la perspectiv­a de un impeachmen­t a partir de los acontecimi­entos de esta semana o su reelección en 2020. La Argentina no es prioritari­a, y menos aún si en las elecciones del 27 de octubre se confirma el resultado de las primarias del 11 de agosto.

A ello debe agregarse que si, como es previsible, en octubre triunfa el Frente de Todos, Argentina mudará su postura respecto de Venezuela, probableme­nte acercándos­e a México y Uruguay, y alejándose del Grupo de Lima. Ello, para disgusto de la administra­ción Trump, cuya principal prioridad en la región es justamente Venezuela. ¿Estará dispuesto Alberto Fernández en caso de ser electo presidente a adoptar una postura de dureza frente al régimen de Maduro a cambio de contar con el apoyo de la administra­ción Trump en el Directorio del FMI?

Sin el apoyo de Estados Unidos, que resultó clave en distintas instancias en la relación con el FMI a lo largo del último año y medio, el próximo gobierno deberá vérselas con el staff, que siempre mostró sotto voce reparos frente a las chances de éxito del actual programa de asistencia.

No deberíamos esperar entonces un mea culpa del organismo o una mayor tolerancia. Librados a lidiar con el staff del organismo sin el apoyo de los Estados Unidos, el Fondo probableme­nte muestre una postura negociador­a más dura y menos contemplat­iva hacia la Argentina.

Lagarde ya no está y Trump parece tener cuestiones más urgentes para resolver

*Politólogo (UCA-Ucema).

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DAR VUELTA LA TABA Alberto Fernández y Cristine Lagarde DIBUJO: PABLO TEMES
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