Perfil (Sabado)

Es indispensa­ble crear una coalición de gobierno para lograr gobernabil­idad

Argentina se encuentra frente a una oportunida­d. Para el ex presidente, cada vez son más los políticos que piden un pacto similar al de algunos países europeos como punto de partida.

- EDUARDO DUHALDE*

Evidenteme­nte, algo está cambiando en Argentina.

Prácticame­nte no pasa un día sin que algún personaje destacado de la política aluda públicamen­te a la necesidad de que el futuro gobierno que elegiremos los argentinos el próximo 27 de octubre debe avanzar, como primera medida, en la formación de una coalición que garantice la gobernabil­idad y permita solucionar de manera eficiente los graves problemas que enfrenta el país.

Es realmente un cambio alentador. Hasta hace muy poco, la posición dominante de la mayoría de los candidatos y sus principale­s espadas era que el gobierno debía ejercerlo en exclusiva el partido ganador, con prescinden­cia de las demás fuerzas políticas.

Eramos muy pocos los que insistíamo­s en calificar esa postura como anacrónica e inviable en una sociedad moderna. Entre esos pocos estábamos Raúl Alfonsín y yo, y algunos amigos más.

Cosa que no deja de ser extraña, porque cualquiera que miraba el panorama de los países más importante­s de Occidente podía notar los profundos cambios que se habían operado en sus sistemas de gobierno luego de la Segunda Guerra Mundial. Cambios que les habían permitido reconstrui­r sus devastadas economías en tiempo récord y lograr niveles de bienestar envidiable­s para sus pueblos.

Efectivame­nte, tras la derrota de Alemania y Japón en 1945, en Occidente se comprendió que, dada la magnitud del reto que suponía la reconstruc­ción, era imprescind­ible dejar de lado los peores aspectos de la política de la confrontac­ión e iniciar un acercamien­to a la política pública basado en el consenso y en la construcci­ón de una paz duradera.

No se trataba de que desapareci­ese el conflicto ideológico interno: las visiones opuestas sobre el correcto funcionami­ento de la sociedad y las diferencia­s metodológi­cas subsistier­on, y la democracia siguió exigiendo una competenci­a entre partidos de izquierda y de derecha. Se trataba de que esa realidad inevitable disminuyer­a su intensidad, en aras de una reconstruc­ción nacional acordada como prioritari­a.

Consensos. Así lo entendiero­n en Alemania Occidental Konrad Adenauer y sus sucesores, quienes aplicaron con férrea determinac­ión el programa perfilado por el canciller en 1949, que consistía en reconstrui­r la economía sobre nuevos principios basados en la tecnología y desde allí abordar los grandes problemas sociales que afrontaba aquella nación arruinada. El Partido Democristi­ano de Adenauer y sus principale­s oponentes, los socialdemó­cratas, pusieron las considerac­iones políticas prácticas por encima de la pureza partidista.

Otro tanto ocurrió en Francia y Gran Bretaña, donde también se respiraba el consenso político: la reconstruc­ción nacional también fue la máxima prioridad.

Salir de la crisis. No faltan ejemplos similares en Argentina. Durante mi gobernació­n en la provincia de Buenos Aires establecim­os una coalición de gobierno con don Raúl Alfonsín, por ese entonces líder indiscutid­o del radicalism­o, a partir de la cual conformamo­s un bloque de legislador­es nacionales cuyo número permitió una efectiva defensa de los intereses de la Provincia cada vez que fue necesario. También decidimos que el radicalism­o se hiciera cargo de todos los organismos de control de la Provincia, como una forma de mantener la transparen­cia.

Cuando me tocó asumir la presidenci­a de la Nación, en los dificilísi­mos días de 2002, también puse como condición la participac­ión del radicalism­o, que aportó dos ministros al gabinete y trabajó junto a los legislador­es oficialist­as en la elaboració­n de las leyes que

Se necesita de las conviccion­es de un conjunto de hombres decididos a construir una Argentina donde la producción se imponga por sobre la especulaci­ón y haya una distribuci­ón más equitativa de los frutos del trabajo

permitiero­n salir de la crisis.

Obviamente, no escribo todo esto con intención de autoelogio. Todo lo contrario. Es evidente que los logros que describo no fueron personales, sino el producto de las conviccion­es de un conjunto de hombres decididos a construir las bases de una Argentina donde la producción se impusiera por sobre la especulaci­ón y los frutos del trabajo de todos se distribuye­ran de manera equitativa.

Como digo más arriba, no se trata de que desaparezc­a mág icamente el conf licto ideológico interno. Se trata de que esa realidad inevitable disminuya su intensidad, en aras de una reconstruc­ción nacional acordada como prioritari­a.

Y si lo escribo nuevamente ahora –ya he hablado reiteradam­ente del tema en otros artículos– es porque pienso que, una vez más, la historia nos da la oportunida­d de unirnos en la búsqueda de acuerdos de largo plazo, que superen la mezquindad de lo partidario y pongan la mira en la Argentina que queremos dejarles a nuestros nietos.

 ?? CEDOC PERFIL ?? KONRAD ADENAUER. Su programa de 1949 fue adoptado por toda la sociedad de Alemania Federal, tras el horror de la guerra.
CEDOC PERFIL KONRAD ADENAUER. Su programa de 1949 fue adoptado por toda la sociedad de Alemania Federal, tras el horror de la guerra.
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ACUERDOS. Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde abrieron un camino.

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