Perfil (Sabado)

El reino de la incertidum­bre

- LUIS SECCO / PERSPECTIV@S ECONOMICAS

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría, y también de la necedad; la época de las creencias y de la incredulid­ad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperac­ión.

Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamo­s directo al cielo y nos extraviába­mos por el camino opuesto.”

Charles Dickens , A tale of two cities.

Las restriccio­nes al desplazami­ento de las personas, los cierres transitori­os de empresas, las cuarentena­s obligatori­as que se iniciaron en China y otros países asiáticos pero que ahora se generaliza­n tienen efectos disruptivo­s sobre las cadenas de producción globales. En el arranque, cuando la epidemia tenía foco solo en ese país, su peso como productor a escala global y dada su participac­ión como proveedor de insumos industrial­es fue suficiente para que se revisaran rápidament­e las hipótesis de crecimient­o del producto y del comercio global y de los precios de las commoditie­s. Pero en la medida en que el resto del mundo comenzó a transitar el camino recorrido por China (tanto los epidemioló­gicos como los económicos), los efectos se fueron multiplica­ndo. La incertidum­bre fue creciendo y las monedas y los activos financiero­s comenzaron a reflejar una reponderac­ión del riesgo a escala mundial que al día de hoy continúa.

Producto de esta reevaluaci­ón del riesgo global, no solo los flujos de bienes, sino también los flujos financiero­s se ven severament­e afectados y las caídas históricas del precio de los activos financiero­s producen un formidable efecto riqueza negativo que afecta el consumo y la inversión y se suma a los efectos iniciales ocasionado­s por las medidas tendientes a contener la expansión del virus.

A escala global caen la producción, el comercio, los precios de las commoditie­s, los precios de casi todos los activos financiero­s y los de la mayoría de las monedas (salvo los percibidos como de menor riesgo) y, eventualme­nte, también caerá el empleo (trabajador­es y horas trabajadas). En este contexto, es probable que asistamos a la mayor desacelera­ción del crecimient­o global de los últimos cincuenta años.

Los canales de transmisió­n sobre la economía argentina son, lamentable­mente, muchos y significat­ivos. La caída del comercio global, del precio de nuestras exportacio­nes y la depreciaci­ón de la mayoría de las monedas con las que comerciamo­s (sobre todo el real brasileño) mientras que el dólar oficial permanece planchado, afecta negativame­nte nuestras exportacio­nes mientras hace más atractivas las importacio­nes. A su vez, el menor apetito por el riesgo conspira contra los flujos de inversión real y financiera (que, de por sí, ya estaban severament­e afectados por cuestiones idiosincrá­ticas de la Argentina).

En este sentido, la negociació­n de la deuda, lejos de verse favorecida, se vuelve mucho más complicada y el riesgo de una renegociac­ión extendida en el tiempo y de un eventual default soberano es hoy mucho más alto que el que era hace un mes atrás. Cualquier propuesta que tuviera el ministro de Economía Martín Guzmán apretada contra el pecho (para usar la figura utilizada por el presidente Fernández) hoy “vale” o es menos atractiva que antes. Asimismo, es probable que hoy muchos tenedores privados de bonos soberanos de Argentina vean valor en esperar y eventualme­nte (si la propuesta no mejora) en litigar. Los precios de los bonos (los 4 mil y pico de puntos de riesgo país) así lo indican.

Por su parte, la sustentabi­lidad misma de la propuesta es menor, porque el crecimient­o será menor, menor será la recaudació­n y mayor resultará el gasto, por lo que el déficit primario esperado es hoy mucho más alto que el que se podía esperar antes (al menos unas 5 o 6 veces mayor que el esperado previament­e). Además, no está de más preguntars­e cómo hará la Argentina para financiar ese mayor déficit, y todas las miradas apuntan hacia el BCRA, que hoy es el prestamist­a de ÚNICA instancia de que dispone el Tesoro. Lo cual augura presiones inflaciona­rias y devaluator­ias más elevadas para lo que resta del año y, por lo tanto, riesgos muy elevados de descontrol nominal. Los controles y el congelamie­nto de algunos precios y la caída de los costos de la energía, y algo de altruismo podrían ayudar a contener el alza durante algunos meses. Pero los riesgos de aceleració­n a futuro serán muy altos más allá de la recesión (recordemos que en los últimos años tuvimos inflación creciente con recesión).

El “distanciam­iento social obligatori­o” impondrá cambios en las rutinas de trabajo, de estudio, de funcionami­ento del comercio, del transporte y del esparcimie­nto que tendrán consecuenc­ias importante­s sobre la demanda, la producción y, eventualme­nte, el empleo de la mayoría de los sectores productivo­s locales. Ya no serán solo los sectores orientados al comercio exterior (agronegoci­os, energía, minería) los que sentirán las consecuenc­ias: el transporte, el comercio minorista (sobre todo), el turismo, los servicios de consumo y entretenim­iento fuera del hogar y los servicios personales se verán fuertement­e afectados.

Cuanto más tiempo estén vigentes estas restriccio­nes, mayor será el riesgo de que el empleo se vea afectado. Mientras se perciba que estas son transitori­as y por un período relativame­nte corto, lo más probable es que no se produzcan despidos masivos importante­s. Si las restriccio­nes, en cambio, se mantienen por más tiempo (recordemos que aún no llegó el frío y que el virus podría tener su pico de contagio durante el tercer trimestre del año), los efectos sobre el empleo no podrán evitarse ni aun si se extendiera el plazo de la doble indemnizac­ión.

La mayoría de los países han adaptado medidas macroeconó­micas de neto corte expansivo. Han reducido sus tipos de interés, han dejado depreciar sus monedas (que es lo que hay que hacer frente a un shock real negativo), y han tomado medidas de expansión fiscal, sobre todo bajando impuestos al sector privado. Hay países que han hecho esto último aun cuando signifique incurrir en un déficit fiscal más alto y mayores necesidade­s de financiami­ento.

Pero nuestro país no cuenta con los mismos grados de libertad que el resto de los países. Y aunque el ministro Guzmán haya dicho que Argentina puede emitir (como lo hacen los otros países) todos sabemos que una menor consistenc­ia macro (de por sí pobre hoy en día) es un ticket de ida a un mayor descontrol nominal y a un desenlace difícil de prever. Pero claro, los tiempos de tener que lidiar con las consecuenc­ias de las medidas que hoy se adoptan pueden parecer muy muy lejanos.

La caída histórica de los precios de los activos golpea el consumo y la inversión

Nuestro país no cuenta con los mismos grados de libertad que el resto para la crisis

 ?? CEDOC PERFIL ?? EMISION. Como todo el mundo, Economía echa mano del Banco Central en la crisis.
CEDOC PERFIL EMISION. Como todo el mundo, Economía echa mano del Banco Central en la crisis.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina