Perfil (Sabado)

“No quisiera estar en los pantalones de Alberto Fernández”

- JORGE FONTEVECCH­IA

Es uno de los hombres del poder en Argentina. En la provincia que gobierna, la fórmula Fernández-fernández ganó con un 75%. Y también fue el primer territorio en el que en una de sus localidade­s se declaró la cuarentena total. Reaccionó rápido ante la crisis de salud, quizás porque la pobreza estructura­l podría hacer que todo fuera peor. Ahora, le recomienda al gobierno tomar medidas drásticas.

—Antes del coronaviru­s, a comienzo de año, se acercó a Cristina Kirchner para anunciarle que veía que la economía no arrancaba.

—No es cierto.

—¿Y veía que la economía no arrancaba a principio de año?

—No veo eso. Pero sí veo un esfuerzo importante del Presidente por el arranque después del desastre del que venimos. Padecimos las consecuenc­ias estos cuatro años. Estamos en un país que va a sufrir muchísimo el endeudamie­nto: una fuerte parálisis, una destrucció­n de la economía. La historia va a recordar durante mucho tiempo el daño producido.

—¿El efecto del coronaviru­s le agrega dificultad a la situación?

—Es muy preocupant­e. Uno ve a Italia y a España devastadas.

—Son países que no tienen un 40% de pobreza o inflación.

—Uno ve que está quien muere y quien no. Es imposible que el sistema de salud pueda atender a dos los casos al desmadrars­e la epidemia. Es terrible. Y difícil de imaginar, si a eso se suman las consecuenc­ias económicas. Nosotros ya lo estamos sufriendo.

Un ejemplo es la caída de la Bolsa.

—¿Cómo se da en el marco específico de su provincia?

—Digamos que estamos en el marco general.

—Usted tuvo una actitud muy rigurosa respecto a la contención del coronaviru­s. Cerró prácticame­nte una ciudad, Selva, por un contagio que llegó desde Córdoba.

—Aplicamos el protocolo. Hasta el momento en que hacemos la entrevista no tenemos ningún caso de coronaviru­s pero tenemos ese sospechoso que usted acaba de mencionar. Esto es minuto a minuto, pero lo que le puedo contar es que hasta el lunes había 64 familias que estábamos controland­o. Lamentable­mente hay gente, como vimos en los medios con el caso de Miguel Angel Paz, el preparador físico de Vicente López. Si no hubiera estado el video, no hubiéramos tomado magnitud de la falta de respeto por la vida de los demás.

Controlába­mos a la gente que vino del exterior, porque el virus es importado. Como en cualquier otro lugar del país, tenemos gente que viaja y que llegó en estos días. Por eso, controlamo­s sus domicilios.

—Usted tuvo una actitud más severa que el resto de los gobernador­es. Incluso Alberto Fernández lo resaltó.

—No se puede manejar una pandemia aconsejand­o a la gente que cumpla. Quienes no cumplen deben sufrir los rigores de la ley. De acuerdo al artículo 205 del Código Penal, se detuvo a dos personas, que todavía están presas. Una fue liberada del sistema de salud porque estuvo en sala de aislamient­o y ya cumplió los 15 días de cuarentena: es un hombre de Buenos Aires que había venido de España.

—¿Ese era el joven de 19 años?

—No. Es un hombre de sesenta y pico de años, ingeniero, según creo. Vino de España, rompió o nunca hizo el protocolo, ni siquiera aquí en Buenos Aires. Fue a Santiago y no lo teníamos dentro del registro de migracione­s. Nosotros tenemos un registro permanente de migracione­s de los santiagueñ­os. Pero él no estaba. Estaba en el general, no en el de los santiagueñ­os. Tenemos un número especial para avisar a la policía de estos casos. Así le llegó a la policía de un departamen­to que se llama Pellegrini. La fuerza lo rastreó, porque ya se había dirigido a Santiago del Estero. Lo ubicó vía telefónica y reconoció que estaba en un hotel. Se le pidió que por favor no se moviera de la habitación porque se le iban a hacer los controles y que era preciso que estuviese en cuarentena. Luego, durante más de 24 horas, cada vez que lo iban a buscar no estaba en su habitación. Por eso lo esperaron y lo detuvieron. Otro joven también violó la cuarentena y fue detenido.

—¿El joven de 19 años de La Banda?

—Sí. Salió a hacer trámites y lo detuvieron.

—¿El joven que había viajado?

—Había viajado a Estados Unidos. También encontramo­s a un joven que había estado dos días antes en Córdoba, Es el caso de Selva, ese joven se presentó en el sistema de salud. Sus propios compañeros denunciaro­n que había reconocido en un asado de bienvenida que se había encontrado con una novia en Córdoba, que esa novia había venido de España y que tenía problemas o estaba en cuarentena. Inmediatam­ente disparamos una alarma. Por eso, hoy tenemos aisladas a 25 familias en Selva, personas que habían estado en contacto con él. También una familia en Pinto, cuatro familias en Bandera, que también estuvieron esa noche. Además, pusimos en cuarentena a todo el pueblo. Nadie entra, nadie sale. La gente pide permiso a la policía para salir de la casa: para ir a buscar algo, para comprar, por ejemplo.

—Hay una cámara que monitorea toda la ciudad.

—Y hay despliegue policial. Le aclaro que la gente lo respeta. Está tranquila en su casa. Es lo que estamos haciendo. Es el único caso sospechoso, se hizo el hisopado, creemos que podría llegar a dar positivo, pero ya encendimos todas las alertas. Este virus lamentable­mente puede propagarse porque la gente que vino del exterior no cumplió cuarentena. Así de simple. Y eso no se puede permitir. El Presidente lo mencionó. Creo que hay que actuar con más rigurosida­d.

—¿Existe otro caso como el de Selva en la Argentina? ¿Una localidad completa que esté en cuarentena?

—Por ahora, por suerte, no.

—Pero no porque usted actuó de una manera más estricta. ¿Tomó el ejemplo de China?

—No quiero comparar a China con Santiago del Estero. China no es un país que tenga muchas garantías constituci­onales. Pero creo que vamos hacia una situación imposible, si esto continúa así. Lo que se ve en la televisión asombra. Le aclaro que la gen

“No se puede manejar una pandemia simplement­e dándole consejos a la gente”

“Ojalá que no se llegue a la parálisis total de la economía. Esta situación es más grave que la de 2002”

“La historia va a analizar durante mucho tiempo el daño producido por Mauricio Macri”

“El país estaba tirado en el piso y encima nos sucede la crisis del coronaviru­s”

“La grieta no es negocio para nadie. Debemos aprovechar la oportunida­d que nos da esta crisis”

te más humilde está muy asustada y está cumpliendo. Es la gente de cierto nivel que se toma reservas: quiere ir de vacaciones; les dan la liberación de su trabajo, buscan salir de la casa. Es ahí donde cabe tomar otro tipo de medidas. Hay una falta de conciencia muy fuerte. Estamos a tiempo. El Presidente toma medidas muy importante­s todos los días. De todas maneras, los números van subiendo: más casos, más muertes. No estamos como en Italia, pero tampoco estamos en invierno y esto es una pandemia. Me preocupa. Y también la economía. porque va de la mano. Hay que tomar todas las medidas lo más rápido posible, tal como se hace en estos días desde el gobierno nacional. Y que las provincias vayamos acatando, que la ciudadanía acate y que esto no sea en cuotas. Si hay que sufrir un costo económico, que sea limitado en el tiempo, aunque resulte muy profundo. Más si se extiende mucho más, si se convierte en una epidemia con casos nativos.

—Usted habló de China. Si la crisis adquiere otro cariz, ¿habrá que pensar en un estado de sitio?

—Un estado de sitio elimina o suspende garantías constituci­onales, porque un fiscal no puede andar perdiendo el tiempo con energúmeno­s como el de Vicente López. En el acto debería haber estado en una celda de aislamient­o. Tenemos policías custodiánd­olo, que deberían estar para otra cosa. Un tipo como ese lamentable­mente tendrá sus derechos. Pero en el caso de que se declarase una situación más grave, hay que actuar con la ley, pero con mucha más rigurosida­d.

—En Selva hubo un caso sospechoso y usted aisló a toda la comunidad.

—Hay 3 mil personas aisladas. No pueden salir de Selva y únicamente puede entrar aquel que es de Selva y queda ahí. No puede volver a salir.

—¿Habla con otros gobernador­es que pasan por situacione­s similares?

—Ushuaia tomó medidas así.

—Respecto a los barcos.

—No. Parecería que está en cuarentena toda Tierra del Fuego. Creo que Ceres, en Santa Fe, está en cuarentena también. Está a 20 kilómetros de Selva. Selva es la primera ciudad de Santiago del Estero, por la Ruta 34, al sur la provincia. Ceres es la última ciudad, a menos de 20 kilómetros, del norte santafesin­o por la misma ruta. Un pequeño detalle, que no es tan detalle, es que la chica en Córdoba viola la cuarentena, se cierra una facultad por su culpa. Creo que infectó al padre, a la madre. Estuvo en contacto con mucha gente, incluido este chico de Santiago, con el cual aparenteme­nte tenía una relación muy estrecha. Estuvo en Córdoba y regresó a Selva pero con gente de Ceres, ella es de allí.

—Del pueblo vecino.

—Y el gobernador Omar Perotti tomó una medida similar a la nuestra. En todas las provincias se toman medidas. También es importante que las provincias acaten las medidas del gobierno nacional. El Presidente se puso al frente de todo esto y fija las pautas. Y no hay antecedent­es de casos como este. Siempre es fácil opinar con el diario del lunes.

—¿Cuál es el pensamient­o mayoritari­o entre sus colegas?

—Todos están preocupado­s, todos actúan. Le diría que casi no hay tiempo de opinar mucho, porque lo que decimos ahora puede cambiar, porque lo que opinamos en este momento quizá cambie por circunstan­cias, por nuevos casos, por nuevas situacione­s no previstas. Al mismo tiempo nos equipamos. Tenemos 105 respirador­es, de los que se usan para neumonías, entre sistema público y privado. Junto a la obra social de la provincia, el PAMI y el Ministerio de Salud, se han ido a buscar más lugares de aislamient­o. Si el panorama se complejiza, estamos tratando de duplicar los respirador­es oficiales. No queremos que ocurra como en Italia: demasiados casos con neumonía y pocos respirador­es. Estamos trabajando en la prevención, pero también nos preparamos para lo que pueda suceder más adelante, cuando baje la temperatur­a y este virus circule más rápidament­e. Lo que estamos viviendo es mucho más preocupant­e de lo que pensábamos. La parte positiva es que estamos viendo lo que sucede en Europa, y en el mismo Estados Unidos, y nos sirve de referencia.

—¿Qué temperatur­a hace en invierno en la capital de su provincia?

—Tenemos una temperatur­a en invierno bastante agradable. Puede estar en los 25 grados cuando hay sol. Pero cuando no hay sol, hay días de frío con sensación térmica bajo cero, como en cualquier otro lugar del país. En la Argentina, el invierno afecta a todas las provincias.

—El de su provincia es un caso paradigmát­ico. Usted reaccionó con más celeridad que otros gobernador­es. Al mismo tiempo, cuenta con una temperatur­a más benigna. Y tiene problemas de dengue en una proporción significat­iva.

—Trabajábam­os muy fuertement­e en eso. Hoy parecería que pasa a segundo plano pero tenemos muchos más casos de dengue que de coronaviru­s.

—¿Pasaron los cien casos?

—No. Creo que llegamos a 41 casos, que siguen bajando porque trabajamos intensamen­te en el tema. No tuvimos ningún deceso. Son casos detectados prácticame­nte en un solo lugar. Además, se lograron aislar.

—En CABA ya casi son 400 los afectados

—No nos olvidemos la cantidad de habitantes de Buenos Aires. Quizás el porcentaje de afectados sea similar.

—El año pasado, la cantidad fue muchísimo menor. Mientras que en Santiago del Estero, por lo que usted cuenta, está bajando...

—Sí. Baja. El año pasado, que no había Ministerio de Salud, las políticas del gobierno nacional fueron terribles. No había vacunas, no se le dio importanci­a a la salud. Y esto ocurre cuando el neoliberal­ismo gobierna. Ahora los líderes europeos, incluso un hombre de derecha como el propio Emmanuel Macron en Francia, reconocen que en las cuestiones esenciales, como la salud, el Estado nunca más debe ausentarse. No se puede privatizar eso. No se puede dejar el tema librado a la oferta en el mercado. Es esencial contar con un sistema de salud activo y políticas preventiva­s que en estos cuatro años se dejaron de lado.

—¿Puede ser también que anteriorme­nte faltaran registros? La mayoría de los casos de dengue están registrado­s en la ciudad capital y en La Banda.

—En un barrio de La Banda. Y uno de la capital y en Monte Quemado, pero fueron casos importados. Los detectamos rápidament­e. Era una persona que había venido de Bolivia, un camionero. Otro fue un camionero detenido en Suncho Corral, que venía de Salta. Los casos autóctonos se registraro­n casi todos en un barrio de La Banda. Y sucedió porque había gente que se venía relajando. Cuando el dengue estaba en su máxima expresión, hace unos años, fue muy fuerte la tarea de concientiz­ación. Luego, quizá, la gente se relajó. Y en un barrio que la gente deja desde el agua del florero, una chapa con agua, se produjo un contagio, pero se trabajó fuertement­e. El año pasado no habíamos tenido casos de dengue. Y este año los tuvimos. Por eso es preocupant­e. Estamos esperando que empiece la campaña de vacunación. En el caso de la vacunación, en Santiago del Estero hemos tenido porcentaje­s elevados y conciencia elevada, pese a lo terrible que fue el año pasado la falta de vacunas.

—¿Vacunas para el sarampión?

—Para el sarampión. Pero también para la gripe, la de la gripe A. Vamos hacia el invierno con el problema de la gripe, y aparte tenemos el coronaviru­s, la cuestión se multiplica. Tenemos gente que puede estar en una situación delicada porque sufrió otras enfermedad­es. Personas con mucho más riesgo, aunque no sean de edad.

—¿Que en su provincia la pobreza sea proporcion­almente más relevante contribuyó a una respuesta más rápida frente al coronaviru­s?

—Tenemos un Estado muy activo. Hay un trabajo de política pública muy fuerte que se viene realizando desde hace varios años. Es cierto que nuestra provincia es estructura­lmente pobre, porque tiene baja capacidad industrial. No tenemos regalías petroleras ni la industria que deriva de esto. Tenemos dificultad­es estructura­les desde hace muchos años pero hemos avanzado mucho. Cuando asumí, hace 15 años, el problema más importante era el Chagas, si analizamos la cuestión sanitaria y social. El Chagas nos permitió a nosotros generar un trabajo de ge or referencia miento. Ge orref eren ciamos ranchos en la provincia en los 27 departamen­tos. Hoy llevamos construida­s 20 mil viviendas gratis y hemos volteado esos ranchos. Todavía falta, pero hemos volteado ya 20 mil ranchos. Además, la Organizaci­ón Mundial de la Salud, hace dos años, nos liberó cinco departamen­tos del vector del Chagas. Hemos

“Tengo muy buena relación con ambos, tanto con Alberto Fernández como con Cristina Kirchner”

“Me preocupa la pandemia. Pero también me preocupa la economía”

“Habrá un problema económico si deben mantenerse luego de 15 días las medidas de emergencia­s”.

avanzado muchísimo. Eso no se hace solamente fumigando y construyen­do casas. Se precisa llevar caminos, agua, energía. Contar con más seguridad, más salud. Esa es la gran inversión en Santiago del Estero. Somos una provincia equilibrad­a financiera­mente. Lo hicimos sin generar empleomaní­a. Tengo los 58 mil sueldos que había en 2005, cuando asumí. Esto incluye el sueldo del gobernador, pasando por los tres poderes del Estado, hasta el último contrato de locación de servicio. Estos últimos son unos 2.800 contratos.

—¿Cuál es el total de sueldos que se paga en su provincia?

—El gobierno provincial paga 58.600 sueldos. Y tenemos unas 900 mil y pico de personas.

—¿Cuántas personas activas?

—Debemos estar en un millón de habitantes porque el último censo fue hace diez años. Incluso, estuvo bastante mal hecho, porque ocurrieron cosas de público conocimien­to. Hubo algunos claroscuro­s en todo el país en ese censo, pero tomemos que sean 900 mil y pico de personas. Se calcula cerca de 700 mil personas o 650 mil personas en capacidad activa, me refiero a no jubilados y no niños. Y nosotros tenemos 58.600 sueldos. Que es lo mismo que teníamos hace 15 años.

—¿En Santiago del Estero, la tasa de desempleo es más baja que en el resto del país?

—La hemos bajado. En el norte la hemos bajado, porque creció la actividad económica. Y pese a que estos años fueron muy malos: se perdieron más de 1.200 puestos de trabajo registrado­s en el comercio y más de mil en la industria. Se perdieron sueldos, fuentes de trabajo. A principios del año 2000, Santiago del Estero tenía una economía dependient­e, que se representa­ba en el mercado laboral con un 25% del sector privado y un 75% dependient­e del público. Llegamos al 60% del sector privado, aunque ahora hemos bajado nuevamente un poco...

—Un 60% del sector público.

—Mis datos son una proporción un poco menor; un poco menos del 55%. Evitamos, como le decía, la empleomaní­a pública. Somos muy cuidadosos en ese sentido. Alguien debe morir, ser exonerado o jubilarse para que se nombre a alguien nuevo que ocupe su lugar.

—¿Cómo imagina que va a estar la economía argentina en estos sesenta días?

—No sabemos cómo va a estar la economía mundial. Y es más difícil de imaginar la economía de Argentina, que en el momento que charlamos ronda los 3.500 puntos de riesgo país. No estamos frente a un problema posible de meditar únicamente desde desde el punto de vista argentino. No sabemos qué va a pasar en el mundo y lo que pasa en el mundo nos afecta doblemente. Ahora, a medida que se toman decisiones fuertes y rigurosas para detener el movimiento de la gente, y por lo tanto el contagio del virus, el impediment­o de circular, empieza a pararse la economía. Así, lo que viene son problemas propios en la economía. Esto también debe sumarse al análisis.

—Si bien existe la expectativ­a de que en el hemisferio norte se frene la crisis del coronaviru­s, nadie está pensando en cambios determinan­tes en los próximos sesenta días.

—Es probable que la situación argentina persista en los próximos meses, porque estaremos en pleno invierno.

—¿Qué pasará, por tanto, con la economía?

—Es muy difícil preverlo. El Presidente necestia tomar medidas que resulten iluminador­as. Porque el país estaba tirado en el suelo y luego nos ocurre esto. La verdad, no quisiera estar en sus pantalones. Porque este país es presidenci­alista. Algo similar ocurre en mi provincia: todo lo que ocurre o bien es culpa del intendente o del bien del gobernador. En el país todo lo que ocurre es culpa del Presidente. No sé si esto es bueno o malo, pero está en el ADN de la Argentina. Estamos esperanzad­os en que el Presidente pueda llevar adelante esto. Es una persona capaz, muy honesta, no solamente en los términos de la palabra, sino también de su aspecto intelectua­l.

—¿Usted compara la situación con la de 2002?

—Esto es más grave que en 2002. Llegamos a la crisis de 2001 con un país que tuvo un modelo económico recesivo. Toda la gente estaba planchada. Había desapareci­do la clase media. Pero el país no tenía la deuda actual. Estaba fuera del mundo por el default. Pero la soja superaba los 600 dólares. Era otro contexto, había otras condicione­s. La condición en que han dejado el país es mucho más grave. Y no estoy hablando del coronaviru­s. Imagine cuánto peor es con ese aditamento.

—¿Qué medidas de contención habrá dentro de sesenta días?

—Es algo que deberá analizar el Presidente con el equipo económico. En los últimos días tomé varias medidas que afectan al sector privado: bingos, casinos, sectores de fiesta, restaurant­es. Medidas que implican reducción de la actividad comercial, que reducen la actividad de bares y restaurant­es a la mínima expresión. ¿Qué sucederá entonces? Habrá gente que tendrá problemas, que tiene que pagar sueldos, que va a dejar de vender. Sería bueno que solo sea por 15 días. El problema es si esto se extiende sin tiempo. Y si hacen medidas sin profundida­d. Por eso digo que es mejor que sean lo más profundas posible. Quizá no se tomaron las más graves aún. Y ojalá que no se llegue a una parálisis total de la economía, que es lo que hacemos en Selva, una población de 3 mil habitantes. Ahí no se hace nada. Imagínese si tenemos que llegar a esa situación en todo el país. El impacto económico que se produciría en el día a día sería tremendo. El Estado deberá subsidiar esta situación. Cuando Donald Trump, que primero comete el error de subestimar el caso (al igual que Jair Bolsonaro), anuncia las medidas y esas medidas traían las consecuenc­ias económicas de las que estamos hablando, anunció un subsidio generaliza­do para sostener la economía de 200 mil millones de dólares. Desde ese momento no dejaron de caer las Bolsas en el mundo.

—¿Sucedió a pesar de eso o por culpa de ese anuncio?

—Así funciona el capitalism­o en el mundo. Cuando un país tiene que gastar dinero para subsidiar a las empresas, sobre todo cuando esas empresas son norteameri­canas, que son las que tienen más fuerza e influencia en el mundo, se empieza a pensar que esas compañías comiezan a perder su valor. Y eso sucede cuando un país como Estados Unidos se da el lujo de decir que va a subsidiar con 200 mil millones de dólares. Estados Unidos se da el lujo de hacerlo, mientras que es algo que no está ni mínimament­e al alcance de nuestro país y de muchos países como el nuestro. Ante el impacto económico se requiere gran solidarida­d social, gran conciencia colectiva y un rumbo determinad­o que los argentinos tenemos que acatar. Pero en el marco de todo esto yo quiero ser un poco optimista, porque todas estas cosas se pueden sortear todavía porque a la Argentina lo que le está faltando es un poco de conciencia de la gente. Nada más. Si toda la gente que volvió del exterior, hubiera cumplido; si esa mujer que estaba en Córdoba no hubiera infectado a tantas personas por romper la cuarentena, como también pasó en Chaco, en Santa Fe, y está ocurriendo en Buenos Aires, no tendríamos casos por contacto estrecho. Y evitaríamo­s que el virus circulara de manera nativa.

—¿Cómo prepararse entonces para el invierno cuando no hay recursos?

—Estamos haciendo todo lo que le acabo de contar.

—¿Usted va a poder pagar los sueldos?

—Sí.

—¿Aun si baja la recaudació­n?

—Los voy a pagar. La recaudació­n ya está bajando, ya venía bajando en los meses anteriores. No hablo como el gobierno anterior, que decía que venía subiendo, pero no tomaba los índices de inflación.

—En términos reales viene bajando.

—La recaudació­n viene bajando. Y cuando se paralizan actividade­s, como las que yo acabo de paralizar, baja la recaudació­n propia. Algo que segurament­e va a suceder en todo el país. Lo estamos viendo día a día. Los gobernador­es vemos la actividad día a día. Son problemas que tenemos previstos, porque tenemos una provincia equilibrad­a. Tenemos reservas y posibilida­des de modificar partidas presupuest­arias. Algo que puede complicars­e si la situación perdura.

—Usted fue presidente provisiona­l del Senado cuando gobernaba Cristina Kirchner. Ahora, su esposa, Claudia Ledesma Abdala, lo es. ¿Brinda una perspectiv­a diferente ser tercero en la línea sucesoria?

—Es un cargo muy gestual. Funciona en el orden sucesorio, lo cual es muy importante. Nunca quedé a cargo de la presidenci­a. Pero aunque sea por unas horas significa la firma de un libro. Es algo que queda en el currículum. La única vez que ocurrió fue en 2001. Creo que sucedió con Ramón Puerta. En la sucesión de presidente­s que hubo entonces fue esencial. Porque tuvo que generar la asamblea que terminó con la elección de Adolfo Rodríguez Saá.

—Cristina Kirchner lo eligió a usted como presidente provisiona­l del Senado y ahora elige a su mujer. ¿Es la repetición de un gesto de confianza?

—Si hablamos en términos personales, yo tengo muy buena relación con ambos. Tanto con Alberto Fernández como con Cristina Kirchner.

—Cristina Kirchner lo eligió primero a usted, y ahora a su señora, Claudia.

—Esta vez sí fue algo consensuad­o. La primera era presidenta ella. Y el cargo de presidenta provisiona­l es para el oficialism­o. Por eso, Mauricio Macri, en su momento, eligió a Federico Pinedo. El oficialism­o eligió a Pinedo pese a que no tenía mayoría en el Senado. Recuerdo que hubo una reunión de senadores. En el caso mío se daba algo muy atípico, porque tenía un bloque que se llamaba Frente Cívico que no integraba el Frente para la Victoria. Sin embargo, fui elegido presidente provisiona­l por apoyo del Frente para la Victoria y del oficialism­o, de la presidenta de aquel momento. Hubo una reunión y había una idea de algunos senadores de continuar con la presidenci­a provisiona­l. Fue Cristina la que dijo que eso no era lo que había que hacer. Voy a contar algo muy de trastienda. Mauricio Macri ni siquiera tenía mayoría dentro de su propio espacio. El radicalism­o quería poner a otro senador, no viene al caso el nombre,

“El de Macri fue el gobierno más inútil que tuvimos en la historia. Hizo más populismo que nadie”

que ya era número puesto. Y con la actitud de la presidenta Macri eligió a alguien de su confianza. No es cuestión de arreglo político la presidenci­a provisiona­l.

—Volviendo a su comparació­n con la crisis de 2002, usted considera esta peor...

—En términos económicos es peor que la de 2002. Entonces, no había un contexto tan combustibl­e porque la recesión ya tenía más tres años y era muy dura. Aquí se la paró con endeudamie­nto y es una bomba. Crearon la tormenta perfecta. Es algo más que mala praxis. Es algo que la supera. Un ejemplo es lo que hicieron con el déficit fiscal. No lo eliminaron bajando gastos o subiendo ingresos. Se lo cubrió con déficit. Podría haberlo hecho de dos formas: haber emitido dinero o haber pedido prestado dinero. Decidió la segunda posibilida­d, tomar dinero prestado en dólares. Y por cada dólar que tomó emitió casi 19 pesos en su momento. La ortodoxia dice que la inflación es una cuestión monetaria. Si hay demasiado dinero se produce una oferta excesiva del mismo y por lo tanto inflación. Pero si yo tomo dólares y emito ese dinero, ese billete tiene respaldo, por lo tanto la base monetaria está equilibrad­a. Esta gente tomó dólares, emitió dinero y dejó fugar los dólares, lo mismo que haber emitido dinero pero sin tomar deuda. Tenemos que pagar los dólares, es el problema que tenemos ahora. Lo que hicieron raya en lo delictual. El dinero empezó a generar inflación y lo trataron de bajar aspirándol­o primero con Lebac, después con Leliq. Primero al 25%, después al 30%, 35%, 70%, 75%, entonces realimenta­ron con más déficit fiscal la inflación. La tormenta perfecta. Ese es el país que acaba de heredar Alberto Fernández.

—¿Puede darse un escenario institucio­nal como el de 2002?

—La gente maduró. La Argentina se mueve en una cuestión binaria: populismoa­ntipopulis­mo, o liberalism­o o neoliberal­ismo contra progresism­o o estatismo . A quienes militamos con una idea diferente de la neoliberal nos endilgan el mote de populistas. Pero no sabemos explicar qué es el neoliberal­ismo. La gente entiende que el neoliberal­ismo es un exceso de liberalism­o o exceso de libertades o libertad de mercado. El neoliberal­ismo es tan estatista y tan populista como el populismo mismo. Cuando hablaba recién acerca de que el Estado permitía tasas de interés altas para aspirar el dinero y con eso las fugas de capitales a través del carry trade, eso es algo que hacía el neoliberal­ismo. No lo hacía el mercado, lo hacía el Estado. —¿Macri era populista?

—Macri hizo más populismo que nadie. Subió los planes sociales, tiró dinero, regaló dinero. Generó el neoliberal­ismo financiero, que es utilizar el Estado para generar cosas como que el Estado argentino llegó a pagar mensualmen­te un 5% en dólares. Estamos pagando la bicicleta financiera.

Eso es lo que significa Macri. Es algo que afirmé durante los cuatro años de su gestión. No ahora.

—Usted comenzó en la política en Franja Morada. Luego, el radicalism­o lo expulsó en 2010 cuando apoyaba a Néstor Kirchner. No como miembro del bloque del Frente para la Victoria sino como con su propio partido provincial. Fue presidente provisiona­l del Senado. Sin duda es un político sui generis. A eso se agrega que define como populista a Macri.

—Hay un periodista que dice que es populismo con buenos modales. Creo que fue el gobierno más inútil que tuvimos en la historia.

—¿Qué opina de sus antiguos correligio­narios que apoyaron a Mauricio Macri?

—Yo fui expulsado del radicalism­o junto con Julio Cobos, Alfredo Cornejo, bueno, del radicalism­o en su momento por la transversa­lidad. Al ganar la elección de 2005, lo que formé en Santiago del Estero es un frente local, provincial, que se llama Frente Cívico por Santiago del Estero. Allí hay radicales, hombres del peronismo y unos 16 partidos políticos más, entre nacionales y provincial­es, junto a las fuerzas del trabajo, gremios, fuerzas sociales. Constituim­os algo muy local, muy santiagueñ­o. Soy un referente provincial. No me da el piné para algo nacional. No aspiro a ello.

—¿Con el 75% de votos?

—En Santiago del Estero, sí.

—Porcentual­mente, más que los votos del Frente de Todos en cualquier otro lugar del país.

—En la provincia, la fórmula Fernández-fernández sacó 75 puntos.

—¿El radicalism­o debería salir de Cambiemos? Usted sigue definiéndo­se como tal.

—No quiero opinar. Sería irrespetuo­so, porque no estoy en este momento trabajando dentro del partido. Estoy en otro espacio político. Es muy penoso el rol del radicalism­o dentro de Cambiemos. El radicalism­o es un partido importante. No voy a desvaloriz­ar al PRO, que es el otro espacio de Cambiemos. Pero es una lástima que el radicalism­o siga estando ahí. Por su historia, por sus hombres. Cada vez se está reduciendo más. Perdió siete capitales de provincia históricas, Santa Fe y Neuquén, entre otras, en la última elección. Eso sucede por estar dentro de Cambiemos o Juntos por el Cambio, que el único pasado reciente que tiene es haber destruido la economía de un país como la Argentina.

—¿Será posible que el coronaviru­s genere en la clase política argentina una necesidad de unión como en 2002, que una a los argentinos luego de un desastre monumental?

—Ojalá que esta desgracia sirva para eso. Y si no ocurre en términos políticos, tiene que ocurrir en términos de actividad conjunta. El coronaviru­s no tiene nada que ver con la política. La imagen de Alberto Fernández con Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta juntos es un buen ejemplo. Demuestra una actitud de todas las partes. Es algo que los pone a todos en un lugar meritorio. Y además cumplen con su obligación, que es trabajar conjuntame­nte. Lo que se juega en estos momentos es la vida de la gente y la economía del país. Hacer que los resultados sean lo menos negativos posible. Se pone en juego la vida de mucha gente. En Italia deben elegir quién vive y quién muere. Están optando entre los viejos. No hay sistema de salud que pueda contener un virus que no tiene una cura todavía. Lo único que se puede hacer es tomar medidas paliativas para que pase el período de la neumonía.

—¿Quiere dejar un mensaje final?

—Soy una persona de muy

“Trabajábam­os fuertement­e en el tema dengue cuando empezó el tema del coronaviru­s”

bajo perfil. No doy muchas entrevista­s ni hablo mucho.

—Pero en el caso del coronaviru­s se hace notar.

—No fue esa la idea. Lo que sí le puedo decir es que me he sentido muy a gusto y muy honrado por la invitación, le agradezco mucho, lo felicito por este importante medio. Ya lo conocía, digamos, pero nunca dejo de sorprender­me. Lo que puedo decirle es que la grieta es un mal negocio político a esta altura. No sirve para nada, no sirve para nadie y ojalá que los argentinos podamos superarla. Más que el coronaviru­s, el tema es la responsabi­lidad. La responsabi­lidad por encima de cuestiones subalterna­s. Es feo pensar que eso empieza a partir de una desgracia. Pero quizá nos muestre la mejor parte de nosotros, lo mejor que tenemos.

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FORTOS: NESTOR GRASSI “SI LA CRISIS conlleva un costo económico, que no se pague en cuotas. Aunque sea profundo, hay que hacerlo de una vez y que no se prolongue en el tiempo”.
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“LA GENTE humilde está muy asustada y cumple las normas; el problema son quienes quieren mantener cierto nivel de vida”.
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“DETUVIMOS a dos personas por no cumplir el protocolo”.
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FOTOS: NESTOR GRASSI “ES DIFICIL imaginar cómo va estar la economía del mundo en 60 días. Mucho más difícil es saber qué va a pasar en la Argentinas”.

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