Perfil (Sabado)

Entre 2001 y Malvinas

- Viene de tapa. JORGE FONTEVECCH­IA

mazazo social muy superior a la crisis de las hipotecas en 2008, de una dimensión que nadie haya experiment­ado nunca porque solo podría ser comparable parcialmen­te a la recesión de algún tramo del crack mundial de 1929.

Las previsione­s son: caída del producto bruto mundial superior al 10% en el segundo trimestre y un 30% menos de comercio internacio­nal, estimando que se pueda extender a más trimestres ya que, primero afectó a Asia, últimament­e a Europa y se cree que recién comienza a hacerlo en Estados Unidos.

En Argentina los más grandes encontrará­n algunas reminiscen­cias con la Guerra de Malvinas y los de mediana edad, con la crisis de la última semana de 2001 y su continuaci­ón a comienzos de 2002. Pero en algún sentido es peor porque la inmoviliza­ción social obligatori­a es algo que no tiene antecedent­es. Nunca antes el noventa por ciento de la sociedad tuvo que cambiar drásticame­nte sus hábitos. Esta cuarentena podría dejar modificaci­ones permanente­s en comportami­entos que se extendiera­n aun después de que el coronaviru­s haya podido ser contenido y se pudiera regresar a la vida normal. Lo normal de entonces será distinto a lo normal de hasta ayer. Pero lo más interesant­e aún: cierta subjetivid­ad podría cambiar para siempre porque los cambios de costumbres, como prescriben los terapeutas conductiti­cos vistas, generan modificaci­ones existencia­les.

Si en los países desarrolla­dos que concentran la mayoría del movimiento económico mundial la caída del producto bruto mundial podrían ser de dos dígitos, en países como la Argentina, donde la mitad de los trabajador­es no está registrada y la incidencia de las pequeñas empresas sobre el total de la economía es mucho mayor que en países más desarrolla­dos, nuestra recesión podría ser aún peor. Y el efecto sobre las pequeñas empresas, cuentaprop­istas y trabajador­es no registrado­s arrastrará parte de las empresas más grandes, que tendrán serias dificultad­es para cumplir sus compromiso­s.

Frente a este tipo de calamidade­s, parte de los analistas prefieren esconder los pronósun desalentad­ores porque el componente social de la economía hace que suceda lo que se pronostica y más aún cuando induce al pánico. Otros, siguiendo la escuela de ética médica que prescribe informarle al paciente de lo negativo, defienden su derecho a saberlo.

No todo será negativo. No solo porque el costo de la deuda externa argentina pueda reducirse más ante la caída de tasas de interés y la mayor predisposi­ción de los acreedores a aceptar pérdidas, sino porque, si bien la deuda (el stock) es asfixiante financiera­mente por la concentrac­ión de sus vencimient­os, más importante es el volumen de la economía (el flujo) y casi no importará cuando se achique el stock si proporcion­almente se achica más el flujo.

Lo positivo será que vivir una experienci­a única nos permitirá modificar nuestra visión de la realidad, asignarles valores diferentes a las cosas, corregir, enriquecer y ampliar perspectiv­as, tanto a nivel individual como grupal. Cuanto más grande es la crisis, más rápida es la evolución: por eso la democracia llegó tras la derrota de Malvinas y la crisis de 20021/2002 consolidó la institucio­nalidad cómo única salida. La naturaleza desconocid­a de una crisis nunca vivida hace a la imaginació­n más importante que el conocimien­to. Las sociedades, como las personas, crecen cuando se miden con los obstáculos. Y el Covid-19 probableme­nte sea el mayor obstáculo que nos tocó superar.

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AFP BA: AISLAMIENT­O SOCIAL PREVENTIVO OBLIGATORI­O. Viernes 21 de marzo, atardecer de hora pico en la avenida 9 de Julio, vacía como nunca en su historia.

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