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UNA PERDIDA ACEPTABLE
Título original: An Acceptable Loss
Dirección y guión: Joe Chappele
Intérpretes: Jamie Lee Curtis, Tika Sumpter, Ben Tavassoli y Jeff Hephner
Origen: Estados Unidos (2019)
Duración: 84’ Lunes a las 23 en TNT
Hay formas del thriller que cuando funcionan, tiene nervios de acero. Un thriller político necesita, precisamente, una sincronización digna de reloj suizo. Aquí, en esta película dirigida y escrita por Joe Chappele se falla en casi todas las categorías que se puede fallar. Y aun así se genera algo extraño, de eso momentos y milagros que implican que a veces los géneros en el cine se defienden solitos, sin importar lo que haga nadie con ellos.
Aquí la historia sigue a Libby Lamm (Tika Sumpter) una profesora que alguna vez trabajó con la vicepresidenta de los Estados Unidos (interpretada por Jamie Lee Curtis). Y los planes del poder nejecutivo son los que le quitan el sueño, sobre todo aquellos que implican bombardeo nuclear sobre Siria. Así la película pretende ser seria, y actual, y relevante, y todos esos adjetivos a veces bastante horribles para definir al cine.
Pero su logro es otro, y es conseguido en parte enorme, casi total, por Jamie Lee Curtis. A veces las películas “casi” son el perfecto escenario para ver como una gran actriz toma un rol que podría ser seriote o que podría ser materia prima para un juguete del cine clase B (de esos que aparecen cuando la clase B se esconde a plena vista en películas con ínfulas) y lo convierte en un poco de todo eso, aumentando el poder y la resonancia de cada una de esas variantes. Aquí Curtis se pone en perfecta e invencible villana. No hay que perder de vista nunca que desde su días peleando mano a mano con el asesino de turno (allá en el clásico Halloween), Curtis ha devenido no solo un símbolo del empoderamiento sino un ícono mismo del cine. Y ella lo sabe y juega con todas esas texturas. Lo hace siempre, seguro, pero aquí es casi ver a un domador de caballos disfrutar de un ejemplar salvaje, al que le permite su ferocidad, brutalidad y hasta podría decirse que la entiende. Desde su postura, su forma de ser cine en el plano, Curtis abraza una película que no sabe que quiere de quienes están dispuestos a escucharla. Y no hay dudas que en ella aparece eso que a veces gusta ser definido como “alma” de una película, pero esta más cerca de ser el sentido caprichoso de un arte y alguien que entiende a la perfección como hacer jueguito con el mismo.
Eso no quiere decir que el relojito suizo del género falle; ya se sabe que un reloj roto acierta la hora al menos dos veces por día. Pero el milagro aquí es entender y disfrutar a Jamie Lee Curtis, uno de los grandes trucos que el cine ha sabido crear para cuidarse de quienes lo subestiman.