Perfil (Sabado)

Llorar por lo que no sabemos

- ANDREA TESTA* *Directora de Niña madre, documental disponible en Vimeo (se debe crear usuario en el sitio para alquilarla por 48 hs.).

Niña mamá es una película de mujeres que sobrevivie­ron. La filmamos en hospitales públicos del conurbano bonaerense en donde conocimos historias de vida de jóvenes mujeres, niñas y adolescent­es que estaban atravesand­o embarazos no planificad­os o que decidieron interrumpi­rlos. Rocío es una de las chicas que participó de la película.

Llegamos con las pocas indicacion­es que teníamos del lugar. Rocío nos estaba esperando en el patio, sentada con una de sus hijas a upa. Al principio, de lejos, no la reconocí. Pero ella sí a nosotres.

Estaba con los auriculare­s puestos, la computador­a abierta y a punto de empezar la proyección improvisad­a que armamos solo para ella. Cuando organizamo­s para ver la película en el hospital a Rocío no logramos contactarl­a: los números de teléfono que teníamos ya no funcionaba­n y la búsqueda que emprendí en las redes sociales duró más de lo pensado. Pero por fin pudimos re-encontrarn­os.

El reencuentr­o revive la experienci­a, poder volver a vernos y conocernos un poquito más. Ya no solo yo le pregunté cómo estaba, ella también pudo hacerlo. Rocío se acordaba poco y ahí tuve esa sensación que nos pasa con las películas: yo conocía cada palabra y cada gesto que habíamos selecciona­do en el montaje, como el momento cuando baja la mirada y se acomoda el saquito que tenía puesto. Su escena me sigue generando las mismas preguntas: cuánto decidió contar y cuánto decidió callar. Esa tensión es la película, el montaje de esos momentos a los cuales no podemos acceder, en donde se marca la distancia entre unas y otras. Entre todo lo que ella siguió viviendo mientras nosotras editábamos sus fragmentos. Todos los aparatos que rodean a una película, ese dispositiv­o material y del lenguaje cinematogr­áfico, nos separa al mismo tiempo que nos vincula. Porque la distancia que existe es brutal, pero la marca de la experienci­a es igual de intensa.

Miraba atenta a Rocío mientras ella estaba concentrad­a en la pantalla y cuidábamos que sus niñas estén atendidas para que tuviera ese momento solo para ella. La miraba tímida y sentía cómo el tiempo nos envolvía, ese pasado cercano y olvidado que se le imponía a su presente. La sentí llorar de emoción, una mezcla de sentimient­os producidos al verse a sí misma y a las otras chicas, por lo que relatan, por lo que viven, por lo que temen. Cuando terminó la proyección, hablamos y nos dimos tiempo para transitar juntas lo que nos pasaba y lo que pensaba cada una. Le conté que la película empezaba a viajar lejos, cada vez más lejos…

La última toma que filmamos fue la historia de una chica sobrevivie­nte de un aborto clandestin­o e inseguro. Recuerdo que nos tomamos de la mano muy fuerte, ella aún acostada en la cama, y le agradecí por su testimonio. Ella me sonrió.

Cuando estábamos almorzando en el bar del Hospital y brindando por el fin de rodaje no pude más. Mi cuerpo se quebró y lloré mucho, mucho más de lo que mis compañeros pudieron entender. Lloré por todo: por el frío, por los golpes, por la desesperac­ión, por la felicidad de estar vivas y por el miedo de ellas a morir.

Lloré por todo lo que no sabemos que sigue sucediendo.

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GZA. PENSAR CON LAS MANOS
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 ??  ?? REGISTRO. A través de su presencia en los consultori­os de un hospital público, la película muestra la realidad de las adolescent­es embarazada­s, las víctimas de un aborto clandestin­o y las madres que recién parieron.
REGISTRO. A través de su presencia en los consultori­os de un hospital público, la película muestra la realidad de las adolescent­es embarazada­s, las víctimas de un aborto clandestin­o y las madres que recién parieron.
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