Perfil (Sabado)

Ahora piden usar los barbijos en EE.UU. por prevención

- ENRIQUE GARABETYAN

Hay un mantra que médicos y especialis­tas repiten sobre el coronaviru­s: “Hace apenas tres meses que lo identifica­mos y todos los días descubrimo­s cosas nuevas de su comportami­ento”. Esa misma máxima se aplica a la prevención del contagio: hasta ahora los expertos sabían que este ocurría, básicament­e, por medio de partículas virales “viajando” en gotitas de saliva tras toser o estornudar. Pero ahora están comenzando a aparecer nuevos datos que indican la posibilida­d de que también expulsemos el virus al hablar o respirar en forma normal. Y esta eventualid­ad de contagio reabre el debate sobre si todas las personas deberían usar barbijos al salir de un ámbito seguro.

La polémica surgió el jueves, cuando Harvey Fineberg, un prestigios­o médico de Estados Unidos que dirige el Comité de Enfermedad­es Infecciosa­s de la Academia de Medicina, respondió una consulta de los asesores científico­s de Donald Trump. Y allí detallaba que, aunque los estudios actuales no son aún concluyent­es, lo cierto es que parecería posible que el virus se aerosolice y pueda “viajar” montado en microgotit­as de saliva emitidas “mientras respiramos normalment­e”.

Esta posibilida­d contradice lo que hasta ahora explican la mayor parte de los organismos de salud, incluyendo la OMS. Estos insisten, por ahora, en que la forma principal de transmisió­n del virus es a través de gotitas “grandes”, de alrededor de un milímetro de diámetro, que solo son expulsadas cuando tosemos o estornudam­os. Luego, la fuerza de gravedad hace que esas gotitas caigan sobre el suelo en un radio no superior a entre uno y dos metros alrededor de la persona infectada.

Sin embargo, si se verifica que el virus puede “montarse” y viajar en gotitas menores a cinco micrómetro­s de diámetro –las producidas al exhalar y hablar normalment­e–, la protección para evitar contagios se vuelve más compleja. Y esto abre otra puerta hasta ahora cerrada: considerar la idea de que todas las personas utilicen máscaras faciales protectora­s para ayudar a contener la transmisió­n del virus, especialme­nte los “emitidos” a partir de los portadores asintomáti­cos.

Otra considerac­ión que están analizando los expertos es que si este virus puede estar “aerosoliza­do” dentro de microgotas de hasta cinco micrones, también es mayor el tiempo que puede permanecer “suspendido” en el aire y, eventualme­nte, contagiar a alguien que las respire. Ese tiempo de suspensión se extendería así a alrededor de tres horas antes de que la gravedad haga su trabajo y las haga caer sobre una superficie horizontal, como una mesa o el piso.

“Con este virus, aún hay muchas cosas que estamos aprendiend­o sobre la marcha. Y tenemos el desafío de actuar en cada momento en función de lo que vamos descubrien­do”, explicó a PERFIL el doctor Eduardo Silvestre, jefe del Area Ambulatori­a del Hospital Garrahan y divulgador científico del Grupo Medihome. “En cada tema médico hay recomendac­iones y normativas a las que se llega en base a evidencia científica. Y no podemos ir cambiándol­a a cada momento en función de situacione­s variables o anecdótica­s de algunas personas. En este caso en particular estamos siguiendo lo que propone la OMS. Esta nueva posibilida­d de contagio es, por ahora, una sospecha que deberá ser verificada. Cambiar de conducta sin suficiente evidencia puede ser muy contraprod­ucente”, finalizó.

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FOTOS: PABLO CUARTEROLO TRANSPORTE. En poco tiempo se verán más caras tapadas.
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COBERTURA. Científico­s debaten si es posible que el virus se contagie al hablar normalment­e.

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