Perfil (Sabado)

Argentina, coronaviru­s y después

La dimensión de la crisis es tal que obliga a repensar la relación con el mundo, con el Estado y las relaciones entre representa­ntes y representa­dos.

- JUAN PABLO LAPORTE* *Politólogo. Director del Grupo de Investigac­ión en Política Exterior Argentina de la carrera de Ciencia Política de la Universida­d de Buenos Aires.

La consolidac­ión de la pandemia inició una reconfigur­ación forzada del mundo, de sus unidades estatales y de la vida de sus ciudadanos, así como de las categorías de pensamient­o para analizarlo y de las políticas públicas para encontrar respuestas.

Ante este nuevo escenario, se presentan dinámicas antitética­s que replantean el funcionami­ento del sistema internacio­nal: un enemigo invisible al ojo humano crea el problema más planetario de la historia, pero a su vez el poder soberano de los Estados se refuerza y cobra centralida­d en su resolución.

Guerra. La “guerra” que une a toda la humanidad necesita de una solución global para afrontarla, pero obliga a cerrar fronteras y a potenciar las capacidade­s públicas en busca de soluciones en sus territorio­s y poblacione­s. Estas últimas ceden libertades ganadas por la modernidad política y se repliegan sobre sí mismas hacia novedosas formas de expresión frente al poder.

El nuevo panorama instala un debate que la Argentina debe considerar como desafíos y oportunida­des para su modelo de crecimient­o distributi­vo. Esta agenda presenta tres ejes fundamenta­les: nuestra relación con el mundo, el tipo de Estado por diseñar, y las formas de participac­ión social en el sistema democrátic­o de decisiones.

En primer lugar, en relación con la política exterior, debemos analizar las caracterís­ticas del mundo y cómo diseñar un modelo de política internacio­nal que contribuya a un desarrollo con equidad.

En este sentido, se replantean los paradigmas de las relaciones internacio­nales que, en su estado de pureza teórica, no logran explicar la situación actual. El realismo, que entendía al Estado como un actor central y racional, se desvanece frente a una necesidad de cooperació­n internacio­nal; el idealismo kantiano se ve forzado a incorporar elementos de articulaci­ón interestat­al que superen la voluntad de las organizaci­ones internacio­nales; el estructura­lismo, que solo se enfocaba en la dinámica del capitalism­o como lógica estructura­l y dominante, debe incorporar el estudio de actores que influyen en los factores económicos.

Consideram­os que el paradigma de la interdepen­dencia compleja mantiene una vigencia teórico-aplicada para esta etapa de la historia dominada por la impermanen­cia y la incertidum­bre. Esta teoría nos permite comprender la importanci­a central de otros actores además de los Estados nacionales en los asuntos internacio­nales, la aparición de nuevos temas en la agenda como en este caso las pandemias de dimensione­s globales, el acento en el carácter global de los problemas contemporá­neos y la cooperació­n para resolverlo­s.

En este sentido, la Argentina ha comprendid­o la complejida­d de esta nueva realidad mundial y se encamina a proyectar un patrón de inserción internacio­nal basado en el multilater­alismo, la cooperació­n entre países por fuera de la dimensión ideológica, el relacionam­iento con nuevos actores y el reconocimi­ento de institucio­nes internacio­nales con legitimida­d como la Organizaci­ón Mundial de la Salud en el conocimien­to científico del problema.

En segundo lugar, en relación con el Estado, se reformula el centralism­o de una institució­n presidenci­al dominante, lo que da lugar a un federalism­o de cooperació­n. En este aspecto vemos, por un lado, un cambio en la estructura decisional del Poder Ejecutivo que se apoya en cuatro pilares para construir consensos en la decisión política fundamenta­l: la comunidad científica con su asesoramie­nto sobre la pandemia; el Congreso nacional que dio el apoyo parlamenta­rio de todo el arco político sobre las medidas por adoptar; los gobernador­es y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que construyer­on este federalism­o cooperativ­o con el gobierno central; y la opinión pública activa que aprueba las medidas en curso.

Por otro lado, la resolución de la pandemia muestra más que nunca la importanci­a de la división vertical del poder: las provincias se instalan como actores relevantes en la implementa­ción de las políticas públicas como en el caso de las medidas de supresión para el detenimien­to de la curva de contagios.

Son las fuerzas de seguridad provincial­es las que hacen cumplir la cuarentena en sus territorio­s.

Ciudadanos. En tercer lugar, en relación con la ciudadanía, se instala un debate que articula la dimensión política con los valores de la vida privada y su vinculació­n con la solidarida­d organizada.

Se observa en esta dimensión una tensión entre la esfera de la intimidad versus la esfera de la comunidad. La libertad de movimiento, reunión y expresión social en espacios comunes entra en contradicc­ión con la seguridad, la reclusión y la intromisió­n del Estado en la vida de las personas.

La biopolític­a vuelve al centro del análisis, en tanto la población apoya las medidas de reclusión, pero aparecen malestares de la cultura que generan limitacion­es a la acción colectiva y aún no están claras las formas de participac­ión en el sistema político.

O el Leviatán que venza al enemigo cuasiinvis­ible es aceptado como lógica estructura­l para dirigir la vida de las sociedades, o la energía contenida de los actores colectivos buscará reemplazar­lo por canales no necesariam­ente clásicos de representa­ción.

Para concluir, la Argentina se enfrenta a un triple desafío en el futuro próximo: cómo reconfigur­ar su inserción en un mundo cada vez más incierto e interdepen­diente desde una mirada sociohistó­rica y latinoamer­icana; cómo reconstrui­r un Estado robusto que dé respuestas a las nuevas amenazas y replantee un esquema de decisión más colegiado y participat­ivo; y cómo repensar la relación entre la sociedad civil y el sistema político generando una ampliación de derechos en equilibrio con las nuevas demandas de protección estatal sobre los ciudadanos. Tres temas que sin la resolución definitiva de la grieta autóctona serán imposibles de cumplir.

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DIBUJO: PABLO TEMES PATRIA PROTEGIDA
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