El regreso de Aardman y sus cuentos perfectos
El mundo se arranca los pelos cada vez que Pixar explota nuevamente su pasado (en más de un sentido: ¿cuántas Toy Story cuentan prácticamente lo mismo apelando siempre a la aventura, aunque cada vez menos, y a lo lacrimógeno, cada vez más? ¿Cómo es que Unidos, más allá de que la pandemia le hizo una zancadilla a sus planes, es un film pequeño, con fallas, pero poco celebrado aunque tiene mejores ideas que Toy Story 4?). Mientras tanto, la nueva película de Aardman estrena en Netflix: un segundo largo del cordero Shaun. En otro momento de nuestro planeta eso hubiera sido un sacrilegio, pero por suerte, los días dentro conllevan hoy la posibilidad de poder disfrutar esta pequeña bendición.
Aardman, la compañía inglesa de responsable de, bueno, Shaun y a los archipopulares Wallace y Gromit, hace rato viene generando un cine a contramano de todo y todos. Eso no implica un ánimo alterativo o siquiera reactivo, pero sí implica que la fidelidad a aquello que los puso en el mapa sigue ahí. Aardman es la compañía que ha sido fiel a sus ganas de contar aventuras inteligentes, con nervio de stop-motion, y sin buscar la complicidad de adultos (el truco gastado de Pixar salvo cuando dirige Brad Bird).
Aardman busca contar con potencia lúdica infantil, y sus películas parecen artefactos asombrosos diseñados con objetos caseros: toda la magia del mundo generada con todo lo que puede definir a un mundo posible (es decir, lo que tenemos a mano puede ser lo defina qué queremos contar). Lejos de aspirar a la animación de alta definición, busca una animación de alta representación, de una plasticidad cuyo candor no necesita ser un castillo de Disney que sale miles de millones y hace rato no cuenta nada nuevo. Aardman quiere ser algo, un rincón de cuentos, donde se notan sentimientos y ganas de crear; y las vitales ganas de que eso no se sienta una invasión enorme, pastosa y cuyos principios de marketing chocan con lo que dicen profesar sus juguetes.
La aventura es pequeña, pero es pequeña en el sentido “barco dentro de una botella”: un marciano y ese festival de comedia muda que es Shaun ahora y siempre, un gesto que envuelve en cariño al cine primario que el cordero ha convertido en un árbol genealógico. Si, Shaun sigue siendo la mejor comedia animada de la galaxia y el corazón más abrigado de la animación. Por fin una buena noticia.