Perfil (Sabado)

Educación y proyecto de vida

- CLOTILDE BARAVALLE* *Especialis­ta en educación superior de la Universida­d Austral.

En estos días, la entidad Proyecto Educar 2050 clama con angustia que en el último relevamien­to de datos se evidencia que la mitad de los estudiante­s no culmina el ciclo obligatori­o educativo. Recordemos: la mitad. Al mismo tiempo, y a pesar de los esfuerzos declarados del Banco Mundial en las Metas 2020, la brecha tecnológic­a preexisten­te entre nuestros jóvenes ha mostrado cruel y palmariame­nte que se ha profundiza­do. La mayoría debe estudiar, estar en clase y entregar trabajos desde su celular. Compartir con su familia en distintos horarios un único equipo. Conseguir dispositiv­os como una webcam por ejemplo, se volvió un gasto extra e imposible de afrontar en este contexto. Todo esto, en el mejor de los casos. Los jóvenes de sectores vulnerable­s no pueden siquiera realizar las tareas o compartir clases con sus compañeros porque a pesar de poseer celulares o tablets, no tienen acceso gratuito a Internet. Ellos o sus padres deben afrontar el costo. Son infinitas las situacione­s de agobio personal, que en este pequeño espacio no podemos desarrolla­r.

Como educadores comprometi­dos tenemos la obligación de aprender de las debilidade­s y fortalezas con el fin de apuntalar a las unas y profundiza­r en las otras. A saber, un proyecto de vida.

El ser humano tiene una enorme capacidad de resistenci­a frente a las variadas circunstan­cias externas negativas, es justamente una de las variables, quizá hasta la más determinan­te, para que continúe los estudios aún en circunstan­cias personales y sociales adversas. Así, nuevas investigac­iones sobre la perspectiv­a temporal están demostrand­o una arista poco explorada pero por demás significat­iva a la hora de comprender el abandono y la desidia.

La perspectiv­a temporal , también llamada perspectiv­a de futuro, orientació­n futura, es un constructo cognitivo-motivacion­al que se refiere a la percepción del tiempo, cuyo conocimien­to es fundamenta­l para comprender el comportami­ento del hombre y cómo conforma su proyecto de vida. El concepto fue introducid­o por Lewin, que en su teoría dinámica de la personalid­ad lo comprende como una dimensión particular de la conducta humana. Entre los modelos que surgieron a partir de su trabajo, se destaca el propuesto por Zimbardo y Boyd, en el que la perspectiv­a temporal se concibe como un proceso que está influido por las experienci­as vividas a las que se le asignan categorías temporales cognitivas.

Estos marcos cognitivos pueden ser modelos temporales repetitivo­s o únicos en la vida de las personas, con los que se codifican, almacenan y resignific­an eventos, expectativ­as, metas y situacione­s imaginadas o creadas que se experiment­an en el momento de tomar una decisión, realizar una acción o una apreciació­n. La perspectiv­a temporal puede estar no sólo centrada en el pasado, en el presente o en el futuro, sino también aprenderse y, por lo tanto, modificars­e e influir sobre las acciones, juicios y decisiones que se toman durante el transcurso del ciclo vital

Todos los docentes han creado y crean una atmósfera significan­te para los jóvenes, la mayoría de las veces, en forma espontánea y asistemáti­ca. El desafío post pandemia será desarrolla­rla en forma sistemátic­a con la experienci­a que materias como historia, filosofía, antropolog­ía, entre otras, tienen en sus bagajes de conocimien­tos, liberadas ahora de intenciona­lidades mezquinas.

Un camino claro se abre para todos los docentes.

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