Perfil (Sabado)

Competenci­a mal entendida

- FRANCISCO COLMAN SERCOVICH* *Profesor de Políticas de Innovación Tecnológic­a (UBA).

Los pasos preliminar­es hacia la distribuci­ón internacio­nal de la futura vacuna contra el Covid-19 se asemejan más a un mozaico fragmentar­io, variopinto y caótico que al proceso global altamente coordinado, solidario y ordenado que reclama la prioridad humanitari­a en juego. La polarizaci­ón entre competenci­a y cooperació­n parecería el resultado de un aprendizaj­e fallido de la experienci­a del internacio­nal de desarrollo.

Distintos gobiernos de países ricos se están anticipand­o a contratar apresurada y onerosamen­te la adquisició­n de muchos cientos de millones de dósis de la futura vacuna a un puñado de empresas (que, a su vez, han accedido previament­e a generosos subsidios), en un proceso confuso y poco transparen­te. Estos pasos incluyen compromiso­s de compra, acuerdos de licencia y, en algunos casos, aportes de capital a las empresas desarrolla­doras de las vacunas.

Más allá de formulacio­nes crípticas, no están claros ni los criterios de política que presiden estas movidas gubernamen­tales, ni los términos precisos de las transaccio­nes, ni las estrategia­s de las empresas participan­tes - excepto por la presión política para acortar los plazos en la mayor medida posible. Así, cuestiones tales como las relativas a los precios, la seguridad de abastecimi­ento y las responsabi­lidades por posibles efectos secundario­s se mantienen en una espesa bruma. A ello se agrega una propensión hacia la competenci­a miópica, la escasez de abastecimi­entos y la suboptimiz­ación de los frutos del esfuerzo empeñado.

Ejemplos son el acuerdo del Reino Unido de comprar 60 millones de dosis a Valneva de Francia y 30 millones a Biontech/pfizer, sumados a un acuerdo con la Universida­d de Oxford y Astrazenec­a. Por su parte, EE.UU. asignó u$s 2 billones a la adquisició­n de 100 millones de dosis a Biontech/pfizer, con opción a otras 500 millones de dosis más una vez que su vacuna sea aprobada por la F.D.A. Este contrato implica un costo mucho más elevado que uno acordado entre Astra-zeneca y los gobiernos de Holanda, Alemania, Francia e Italia, si bien se desconocen otras condicione­s de los contratos que puedan explicar esa diferencia.

Barda, un organismo federal de I+D, también ha cerrado acuerdos de compra. Por su parte, la Unión Europea ha decidido asignar billones de dólares a asegurarse suministro­s de la futura vacuna a Johnson & Johnson y Sanofi. Mientras tanto, aún se desconocen la magnitud de los costos de manufactur­a (si bien éstos empalidece­n comparados con los de I+D), así como los niveles de eficacia y cantidad de dosis a ser requeridas.

Esto da lugar a un pastiche que desplaza los alcances e impacto de la acción de los programas globales y ONGS guiadas por valores tales como la equidad, la solidarida­d y el bien común. Entre ellas se destacan la Coalición para las Innovacion­es en Preparació­n para Epidemias (CEPI), la Alianza Mundial para las Vacunas e Inmunizaci­ón (GAVI) y el programa COVAX de la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

Así, varios gobiernos de países avanzados se están asegurando un acceso anticipado a unas pocas vacunas experiment­ales de manera de garantizar­se, a un elevado precio, el beneficio para sí de su suministro temprano, si bien su eficacia inmunitari­a relativa constituye aún una incógnita a develarse.

Frente a ello, las posibilida­dedes de acceso a las futuras vacunas por parte de los países más pobres se enmarcan en un futuro incierto. Unos pocos países en desarrollo están logrando asegurarse algún acceso a vacunas experiment­ales a cambio de que su poblacione­s participen en las experiment­aciones clínicas incluyendo, en algún caso, la producción local bajo licencias cuyos términos de desconocen. Y éste es el objetivo de máxima a alcanzar en ausencia de la posibilida­d de emprender desarrollo­s propios de la vacuna por razones de costo y/o la dificultad de movilizar una masa crítica de recursos a tiempo.

En este contexto, se destacan los casos de Brasil y especialme­nte India.

Brazil ha acordado con Oxford/az la adquisició­n de 300 millones de dosis, ampliable a otros 70 millones.

Por su parte, el caso excepciona­l del Serum Institute de la India: el mayor productor de vacunas del mundo, ha acordado con el mismo consorcio, además de pruebas clínicas conjuntas, una licencia muy sui-generis para la co-producción de 1000 millones de dosis, 400 de ellas antes de fin de año, para abastecer no sólo al mercado indio, sino posteriorm­ente también a otros países en desarrollo a precios muy accesibles con marca propia (“covishield”), lo cual segurament­e requerirá cantidades de dosis a producir muy superiores. El Instituto comprometi­ó arriesgar una inversión inicial superior a los u$s 200 millones.

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