LOS CAMINOS DE LA PROFESIÓN
A.M. —¿Cómo van combinando sus trabajos, algunos más volcados al entretenimiento, otros a una profundidad dramática? R: Para mí, intentando estar cada vez más libre de todo. Básicamente, de tu propio crítico, de lo que tenés que demostrar. En las elecciones de trabajo, todo convive. El entretenimiento es fundamental, es muy válido. Hay que dejar de ver el mundo con la polaridad bueno-malo, díanoche, seriopoco serio, frívolo-profundo. O: Por nuestra formación, por nuestra historia de vida, no discriminamos. Trato de ampliar el horizonte también en mi trabajo y mis actividades, con coherencia hacia mi propio ritmo interno. No veo mucha disociación entre cosas tan extremas como hacer un documental sobre la defensa del medio ambiente [Jane & Payne, de 2015, sobre los ecologistas Jane Goodall y Roger Payne] o bailar en lo de Tinelli [Olmi participó de “Bailando por un sueño” en 2006], como ejemplos aparentemente antitéticos. La televisión es un medio supercomercial, a veces de menor vuelo artístico que el teatro. Sin embargo, es una gran fuente de trabajo de mucha regularidad. Si no está reñido con nuestros principios y valores profundos, no hay contradicción para hacerlo.
—¿Qué expectativas tienen con la producción de ficciones en Argentina?
O: Lo que está en crisis es la economía del mundo; por lo tanto, toda industria cultural también pasa por una crisis. Estamos pasando por un momento muy bravo como profesionales, no solo los actores, sino gente de todas las artes.
R: Es un momento para tomar conciencia de la necesidad de apoyar a los artistas. Parece que los artistas somos todos unos locos que vivimos del aire, pero lo que hacemos es un alimento fundamental del alma, del espíritu, de la cabeza.