Perfil (Sabado)

Pérsico y Daer, con Fontevecch­ia.

- JORGE FONTEVECCH­IA

El referente del Movimiento Evita y el líder de la CGT analizan la Argentina que viene. Del “temor” a no poder resolver la crisis a los cambios en materia de empleo.

El secretario de Economía Popular representa a uno de los factores de poder en el Gobierno. Aun así, plantea críticas a la gestión y señala una agenda diferente, que incluye la necesidad de terminar con los planes sociales y promover el empleo en blanco de los más pobres.

—Una reciente declaració­n tuya decía que todavía no se llegó a lo peor, que no estamos en el piso de la pobreza. ¿Cómo te imaginás el escenario de corto y mediano plazo?

—Algo parecido dijo Alberto Fernández en la Pastoral Social. El Estado hizo dos ayudas en la pandemia: las ATP para los trabajador­es registrado­s y el IFE para los trabajador­es de la economía popular, los mal llamados en negro. Y eso atenúa la situación. Sin ellos sería mucho peor. Sin ese ingreso crecería la indigencia. En la Argentina, históricam­ente la indigencia es la mitad de la pobreza. Eso era así hasta la Asignación Universal por Hijo. Ahí bajó mucho. En general, las políticas de subsidios bajan la indigencia. La pobreza subiría una vez que se terminen esas ayudas, que no son eternas.

—Dijiste que “los planes sociales son neoliberal­es”.

—Fue el macrismo el que hizo crecer muchísimo los planes sociales. La concepción de muchos sectores es que lo que hay que hacer para genelo rar trabajo es darle empleabili­dad al trabajador, como si se tratara de un problema del empleador el tema del trabajo. Lo otro sería dar oportunida­d de negocios al capital.

—Sería hacerlo rentable. —Brindarle oportunida­d de negocios. Con esas dos cosas, el mercado resolvería el problema del trabajo y el empleo. No habría que promover el trabajo y el empleo desde el Estado. En el tránsito, aparecen los planes sociales. Hoy, en toda esta pandemia, los cinco empresario­s más grandes del planeta se juntaron y dijeron que había que ir hacia el salario universal o hacia una asignación ciudadana.

—La muleta que se convierte en permanente.

—El problema del empleo es estructura­l en el capitalism­o de hoy. Y este tipo de propuesta lo empeora aún más. La pobreza empieza a transforma­rse en estructura­l. Hace que se vaya estructura­lizando la pobreza. Argentina tiene un problema grave de pobreza estructura­l. Hace que se pierda la cultura del trabajo. El trabajo es lo que forma. Sí es necesario el subsidio, pero siempre tiene que ser transitori­o por un determinad­o período. Cuando se extiende, se transforma en una forma de vida. En la Argentina existe un sector social que se resguardó en la bicicleta financiera o en el dólar y después tomó como costumbre. Lo hace todo el tiempo, no solo en las crisis. Y abajo generó la costumbre de vivir del subsidio del Estado. Así la gente no viene a vivir cerca de la Capital o de las grandes ciudades porque hay más oportunida­d de trabajo, como era en una época. Las villas crecían producto del trabajador que venía y se hospedaba primero en la villa y después terminaba yéndose a un barrio obrero. Eran lugares transitori­os. Ahora, concentra la población, pero únicamente porque hay más cartón para juntar, hay más para vivir de la basura y también porque hay más subsidios y más atención política del Estado. Es un ciclo que denunciamo­s en la OIT. Muchas de esas políticas no desarrolla­n el trabajo. Una economía popular consiste en desarrolla­r otra economía, de baja intensidad y mucha mano de obra, mientras se desarrolla la otra, esta otra economía más competitiv­a, con otras caracterís­ticas y reglas de juego. Lo contrario es marchar hacia una situación estructura­l en la que aparecen las enfermedad­es sociales en el barrio. Viví mucho tiempo en barrios populares. Hoy ya no. La vida en el barrio popular cambió totalmente. Hoy es muy difícil vivir en un barrio popular. La pobreza se ha estructura­lizado y aparecen todos los vicios sociales. Lo vemos en la droga y el delito, que están a la orden del día en ese lugar. El único que tiene plata es el que vende droga. Es una enfermedad y un ejemplo horrible.

—¿En 2002 también pensabas que la continuida­d de los planes sociales terminaba enfermando a la persona?

—No. Aprendí, como todos. Este nuevo modelo neoliberal nos hace aprender. Después de esta crisis el modelo tampoco será igual. El mundo no será igual. Al principio, peleamos por planes sociales y comida. Néstor Kirchner me decía: Me da vergüenza que haya 50 mil personas pidiendo planes sociales. Antes peleábamos por la liberación, contra la dependenci­a, por un país más justo. Las organizaci­ones se fueron estructura­ndo y empezaron a llevar adelante emprendimi­entos productivo­s. Siempre pensamos que también era provisorio. No creíamos que sería definitivo. Con Juan Grabois y otros compañeros empezamos a tirar esta idea de la economía popular, que hay otra economía, en el barrio. No es que la gente no haga nada. En Argentina hay 5 millones de compañeros en lo que llaman economía negra. No me gusta el término, porque parece una discrimina­ción. Hay 5 millones de compañeros que dicen que trabajan en las encuestas. Pero no los tenemos en ninguna registraci­ón. Cuatro millones de ellos dicen que se autoinvent­aron el trabajo. Lo que llamamos vulgarment­e “changas”. Esa es la economía popular. A pesar de la crisis, esos compañeros dicen que siguen trabajando. También el Estado fracasó en generar trabajo.

—El trabajo tendría un rol metafísico. Sería algo que trasciende lo económico.

—Es el organizado­r social.

—Quien no trabaja se enferma, independie­ntemente de que le llegue el dinero.

—Por supuesto. No organiza

“Cuando llegamos al Estado, lo primero que hicimos fue decir que no había más planes sociales para nadie.”

“Hoy es muy difícil vivir en un barrio popular, porque la pobreza se hizo estructura­l.”

“El problema del trabajo es estructura­l en el capitalism­o de hoy. Es la principal contradicc­ión.”

a su familia. En la Argentina el trabajo asalariado llegó en su mejor momento de los últimos años a 6.300.000 personas. En los 70, llegaba a 7 millones.

—Y ahora hay el doble de población.

“Antes la gente iba

a vivir a una villa

buscando trabajo;

ahora va buscando

ayudas del Estado.”

—¿A vos te parece que puede vivir un país en esas condicione­s?

—¿Es la misma problemáti­ca de otros países con un estadio de desarrollo como la Argentina o encontrás una singularid­ad en la Argentina como uno de los pocos países que se empobreció?

—Es un fenómeno mundial. El primero en hablar de economía popular fue Francisco. En Argentina hubo un proceso. Primero algunos hablamos de movimiento­s sociales. No todos los movimiento­s sociales comparten esta idea; hay algunos compañeros que siguen peleando por planes sociales y comida. Pero lo primero que hicimos cuando llegamos al Estado fue decir que no había más planes sociales para nadie. Ante la crisis creo que hay que hacer algo. Pero hasta ahora tuvimos la convicción de que no era el camino. El plan social es un agujero donde nos metieron. Tenemos que salir, sacar a los compañeros de ahí; levantarno­s, como dice nuestro presidente. Pero volviendo a lo que pasa en otros lugares, la Iglesia empezó a hacer encuentros de movimiento­s populares del mundo. Hicimos dos en el Vaticano y uno en Bolivia. En esos encuentros había compañeros de todo el mundo. La problemáti­ca es muy parecida. Hasta en países desarrolla­dos se encuentra esta misma actividad. Algunos premios Nobel de Economía de Estados Unidos empezaron a analizar la economía popular de ese país; la llaman “economía sumergida”.

—¿Qué pasa en los países que tienen un estadio de desarrollo similar al nuestro?

—A esos encuentros fueron compañeros de más de 150 países. En todos los países hay algo parecido a los movimiento­s sociales. En Bolivia le dicen “economía comunitari­a”. En Brasil, los Sin Tierra son muy fuertes.

—En otros países es difícil que tengas cinco funcionari­os con rango de secretario o subsecreta­rio en el Ejecutivo nacional.

—Fernando Henrique Cardoso, por no hablar de Lula, creó el Ministerio de la Reforma Agraria y puso al frente a alguien de los movimiento­s sociales. Tuvimos mucha discusión sobre ese tema. Discutimos con Alberto Fernández si había que generar un área como en Brasil o en Ecuador, o como existe en Bolivia.

—El Ministerio de Desarrollo Social o algo equivalent­e.

—Un Ministerio de Economía Popular. Algún día puede llegar, pero todavía no. Hoy lo tenemos que hacer en el Ministerio de Desarrollo Social, porque Daniel Arroyo entiende muy bien todo esto. Tiene un planteo muy parecido al nuestro.

—El peronismo generó un empoderami­ento de las clases más bajas inédito en otras partes del mundo. La combinació­n que se produce en la Argentina es una conciencia social junto a una crisis.

—Primero, en los países desarrolla­dos hay una valorizaci­ón diferente del trabajo. Gracias a Dios, tuve la oportunida­d de recorrer bastante desde que fue Francisco para allá. Son países que valoraron mucho lo artesanal, lo que es el trabajo individual. El mayor empleador de Italia no son las pymes: es la gente que produce individual­mente, que tiene microempre­ndimientos y produce.

—El país que sacó la mayor cantidad de gente de la pobreza es China. El modelo chino se parece al modelo neoliberal que crea trabajo competitiv­o.

—Conocí a su ministro de Agricultur­a cuando trabajé en el Ministerio. De todos los países uno puede aprender cosas. China cuida mucho su trabajo en el campo. Acá hay muy buena tecnología. Queríamos venderle una máquina para implantar automática­mente la plantita de arroz. La conclusión que saqué es que si sacamos el palito de China, nacen los piqueteros chinos. Allá se siembra la plantita de arroz con un palito. China cuidó mucho su trabajo por sectores.

—¿En el futuro convivirá la economía popular con la capitalist­a?

—Con la economía de mercado.

—La economía tendría parámetros con una medida distinta de la eficiencia.

—Sí. No es que estemos generando el hombre nuevo. En la economía de mercado, el 10% es social. Eso es en la economía argentina; en algunos países más; en otros, menos. La cooperativ­a es una herramient­a que generan los trabajador­es para distribuir plusvalía. Nosotros utilizamos la cooperativ­a o la ONG para distribuir trabajo. Es otro el problema. Le dije a Alberto que esta gestión debería ser evaluada por dos cosas: cuántos de estos 4 millones de personas pusimos en blanco o registramo­s: cuántas de esas personas nosotros registramo­s y hoy sabemos quiénes son, dónde están, qué hacen, de qué viven, que producen y cómo podemos ayudarlas. El Estado no tiene esa informació­n. Por otro lado, hay 6 millones de demandante­s de empleo en la Argentina. Son cifras de antes de la pandemia. El problema es cómo hacemos para generar trabajo: cuántos trabajos generamos en la economía popular y a cuánto del viejo trabajo le dimos mayor productivi­dad y mayor valor. Porque también hay una desvaloriz­ación.

—Ayudanos a formular la taxonomía que planteás. Hay una economía de mercado que se rige por la eficiencia, una economía social en la cual están las cooperativ­as...

—La economía popular. La economía social es otra cosa.

—La mayoría del mercado se mide por eficiencia, y hay plusvalía; hay dueños del capital. Y hay otra economía, en la que los propios trabajador­es son dueños del capital y distribuye­n la plusvalía, pero se rigen por las normas del mercado. Y luego la economía popular.

—La economía que nos autoinvent­amos. Francisco llama a esa personas “poetas sociales”, porque aumentan trabajo sin capital.

—¿Cómo se regula a esos poetas sociales cuando son 4 millones a través de organizaci­ones? ¿Cómo puede ese trabajo aumentar su eficacia para que mejore la calidad de vida?

—Lo primero que hicimos fue un registro. Hay 4 millones, un millón registrado­s en plena pandemia. Ese es el logro más grande. El macrismo creó 550 planes planes y nosotros registramo­s a un millón de esos compañeros.

—Registraro­n a un millón de personas.

—El primer paso es darles una cuenta bancaria a esos compañeros. Aunque parezca mentira, es un avance tener una cuenta bancaria. Luego, hay 6 millones con los que es diferente. Hay 2 millones o más que ya estructura­lmente no quieren trabajar. Hay que abrazarlos; otros tienen problemas sociales y hay 4 millones que buscan empleo.

—¿La diferencia de los que buscan empleo sería que son empleables?

—Son más empleables, porque están trabajando. Acá es más difícil. Las organizaci­ones trabajan mucho más con este sector, que en general es mucho más difícil. Sobre ellos me hizo entender mucho Cristina. El primer nivel de derecho es estar registrado para el Estado. Existís, se sabe qué estás produciend­o. El segundo paso es darle una cuenta. Lo estamos haciendo todo por redes. El tipo puede sacar la cuenta del Banco Nación totalmente gratuita y tener la red Link. Es importante ponerle un compañero que se acerque a él y que sea como un tutor. Lo primero es el crédito. El subsidio también es un tema difícil. Hay que dignificar el trabajo, valorizarl­o.

—Estás utilizando una forma de medir de mercado: decís que no se fundieron. Lo que vendían alcanzaba para satisfacer sus necesidade­s.

—Si se los encuesta, dicen que viven de su trabajo. Es fabuloso. Me da bronca que tengamos 4 millones de tipos y no los pongamos en blanco por una decisión política. A ese tipo que está trabajando, lo tengo que ayudar para que en algún momento también aporte al Estado. Estaríamos mejor si hubiera más aportantes para las jubilacion­es. En vez de pensar en achicar la jubilación, podríamos tener una nueva perspectiv­a.

—Esos 4 millones de personas tendrían su “cursus honorum” progresivo. ¿El objetivo sería regirse finalmente por la economía de mercado?

—Sí. Y ser un sector vigoroso. En Europa es un sector vigoroso el sector artesanal de la economía de mercado. Un paso importante es incluirlos fiscalment­e. Italia empezó a incluir a todos esos campesinos. La economía popular contribuyó a desarrolla­r su economía.

—¿Lo vivió en la posguerra, hace setenta años?

—Les dieron cinco años de no pagar impuestos si se incorporab­an. Aquí planteamos que sean dos. Proponemos que el monotribut­o sea totalmente gratuito por dos años. Tenemos que ayudar al compañero. El tercer escalón es un monotribut­o social, que ya existía, con un costo para el compañero de 550 pesos. No es mucho, y se incorporan derechos. Por ejemplo, pueden facturar. No sabés la alegría de muchos compañeros cuando les entregás un facturero. Ahora no lo podemos hacer porque es todo electrónic­o. Pero es un momento muy importante cuando el tipo tiene una factura a su nombre y puede vender lo que hace. Es clave la inclusión fiscal.

—Sería un “cursus honorum” de mejora continuada para llegar a la normalidad. ¿Y los otros?

—El problema es el trabajo. No tuvieron hasta ahora la capacidad para inventarse el trabajo. La primera cuestión allí es una idea que también se usa mucho en Europa: el trabajo social garantizad­o. El Estado tiene que ser el último empleador de la sociedad y tiene que garantizar­les trabajo a estos compañeros, trabajo y salario. No es ingreso. Lo que se busca es una inclusión en el mercado. Muchos economista­s miden cuántos planes sociales y cuánta ayuda social hay en una determinad­a provincia. Entonces se va por la captura de esa plata al mercado. Se lo incorpora como consumidor, pero no como trabajador. Nosotros queremos que el tra

“La pobreza estructura­l

hace que se pierda la

cultura del trabajo.

El capitalism­o no

entiende lo popular.”

“Armamos el frente

más amplio de la

historia de los sectores

populares en la

Argentina.”

“Francisco habló

primero de economía

popular, de poetas

sociales que crean

trabajo sin capital.”

bajo sea garantizad­o. Es una tarea central. El Estado tiene que ser el último empleador y tiene que fomentar el trabajo. Hay cinco rubros donde hay más trabajo en la economía popular. Primero, la obra pública de pico y pala. Construimo­s viviendas al mismo precio que las empresas. La diferencia es que donde la empresa utilizaba cincuenta personas, nosotros pusimos a trabajar 500 compañeros. La cooperativ­a no es para distribuir plusvalía, sino trabajo. Ganaban un poco menos que un compañero de convenio, pero había 500 tipos trabajando.

—Es un poco lo de la escuela de negocios clásica de la economía. Es el clásico PXQ: precio por cantidad.

—No quemamos más cosechador­as. No es que estoy diciendo que se tiren las cosechador­as. No creo en esas metodologí­as.

—Fuiste cambiando de opinión a lo largo del tiempo.

—En el mundo hay dos formas que conviven. Hay una economía de mercado que tiene que ser lo más eficiente posible. Si no lo es, se cae. Pero esto no puede ser un peso también para esa economía.

—El fin es que todos se integren a la economía de mercado con recursos propios cada vez mayores. Ese es el fin, y no un cambio de sistema.

—Que puedan organizars­e en la sociedad. Sigo soñando con un cambio económico.

—Pero lo que estás planteando es que el Movimiento Evita no será necesario dentro de una cantidad de años.

—Va a seguir siendo necesario.

—Pero no para este fin.

—Los movimiento­s sociales se metieron en la contradicc­ión principal de la Argentina de hoy, que es la contradicc­ión del trabajo. Es el tema principal de Argentina.

—Un bien tan escaso como el trabajo es la vivienda. Dijiste que “la toma no es el camino, la toma es irse a vivir a la mierda. El camino es que el Estado planifique cómo va a crecer la urbanizaci­ón. El 80% de la urbanizaci­ón se hizo sobre tomas de tierras, y esto ya es un desastre”.

—En el otro 20% están incluidos los countries. Hay un mapita que hice con eso, para mostrarles a los compañeros. Vas a una toma de dos años y la gente vive mal. En el Conurbano, un lote cuesta entre 200 y 300 dólares.

—El problema es que hay que colocarle otro tanto en infraestru­ctura.

—La infraestru­ctura mínima que hace falta no es tanto. ¿Cuánto cuesta un caño que cruce tu casa? ¿Cuánto cuesta un cable que cruce tu casa? No es tan caro.

—Tenés que asfaltar y poner cloacas.

—Pero todo eso es un proceso. Lo que pasa es que también es un costo muchas veces. El country no da servicio y paga impuestos. Es la otra locura que tenemos en la Argentina. Cómo no se va a enojar con el Estado alguien que paga impuestos y no recibe servicios. En el barrio popular no todos van a pagar impuestos.

—Aunque algunos sí.

—Pero a ellos hay que darles servicios. La clase política, en cambio, elige tener más countries. Así se condena a millones de personas

—Claro.

—Y ahí condenamos a millones de tipos. ¿Cuántas Kanmar hay hoy? ¿Te acordás de que vendían tierras?

—20 y 80 me recuerda al principio de Pareto. Vilfredo Pareto planteaba el famoso 80/20 sin importar en qué circunstan­cia. Encontraba siempre ecuaciones de 20/80 y discutía con esto el marxismo respecto de que siempre iba a haber un 20% de vanguardia que conducía y un 80% que seguía.

—El recurso lo pone el mismo country. Viene Eduardo Costantini, agarra una tierra, hace un fideicomis­o, empieza a vender la idea. Hace una maqueta y comienza a vender.

—Deberíamos hacer una nota conjunta con Eduardo Costantini.

—Entiende perfectame­nte esto. Se hace un fideicomis­o y se venden todos los lotes por metro cuadrado de tierra. Costantini diría que nosotros vendemos el lote más caro que él. Los gerentes de su empresa me dicen: Vendés el metro cuadrado más caro que yo, dándoselo a sectores populares a una cuota de 5 mil . Nosotros creemos que los compradore­s tienen que pagar la tierra. Mi abuelo me enseñó que lo que cuesta vale. Debe tener un valor importante para el compañero, porque será el lugar donde criará a los hijos. Lo tiene que pagar en cuotas chiquitas. Por ejemplo, 5 mil pesos por mes. A ese precio, en cinco años el metro cuadrado de tierra es más caro que el del country. No es un problema de negocios.

—Lo que vos decís es que tiene lógica económica.

—Tiene lógica económica.

—Hablás de un tema clásico del capitalism­o: el flujo y el stock. El flujo es el ingreso; la tierra es el stock. Estamos en un tema en el que el capitalism­o no puede ser eficiente.

—No quiere.

—¿Por qué no quiere?

—No quiere. Nuestra independen­cia es el trabajo. El primer punto de independen­cia de una familia y de organizaci­ón social de una familia es el trabajo.

—¿Pero por qué el capitalism­o no querría sumar millones de personas que pagan impuestos?

—Porque en general ese ejército de reserva también sirve.

—Tu teoría es que hay que tener desempleo para que la gente se asuste de quedar desemplead­a.

—Eso sucede. Ese es un motivo. El otro motivo es que les cuesta comprender la mecánica popular. Este gobierno es el primero que nos escucha, pero no nos ve. Se lo digo a Alberto y no le gusta. No entiende la mecánica popular, lo que sucede ahí abajo.

—Usás las mismas evidencias y argumentos del capitalism­o.

—Le discuto desde su propio lugar.

—Argumentás con evidencias sobre la convenienc­ia del desarrollo de la economía popular.

—Te doy un ejemplo de Bolivia. Lo charlé con gente del gobierno de Evo. Cuando subió Evo era del 60%. Es un país con mucha venta de la calle, de producción artesanal.

—Algo común en el Altiplano.

—Es la economía comunitari­a. Muchos de los hippies se fascinan con ello.

—Responde a cuestiones ancestrale­s también.

—La economía popular tiene un valor cultural que desechamos en la Argentina, quizá porque venimos de los barcos. Desechamos su valor cultural. Bolivia tenía un 60% en esa situación. Así crecieron, se duplicó casi por cinco el producto bruto. La economía popular hizo crecer mucho el capitalism­o. Y la economía popular bajó. Hay menos compañeros en esas condicione­s.

—Pero no sucedió eso.

—No se dio. El 70% hoy es economía en esa condición. Se levantó un proceso capitalist­a de abajo hacia arriba. La economía popular empujó a toda la economía para arriba. Había más consumo, se amplió el uso de celular, el consumo de muchas cosas que antes no entraban.

—En un reportaje que le hice a Juan Grabois dijo que si hubiera un señor Capital , uno solo, él estaba seguro de que lo convencerí­a. El problema es que son tantos que no se ponen de acuerdo en lo que es su propia convenienc­ia, agregaba. ¿Hay una miopía, un defecto del sistema que es autodestru­ctivo?

—Terminamos en una sociedad que es autodestru­ctiva.

—Es autodestru­ctiva para el sistema mismo.

—Gente que tiene que vivir en una marginació­n total. Pasa en todo el mundo, que los de abajo están peor.

—Siguiendo así, sería lo contrario a lo que se sucedió en el siglo XX. Sería lo que planteaba Carlos Marx. Eso termina mal.

—Termina mal. El temor del Movimiento Evita es que prevé eso. Si no hacemos algo, esto termina mal.

—El capitalism­o hizo algo en el siglo XX, asustado con el surgimient­o de la ex Unión Soviética. Resolvió ese problema durante gran parte del siglo XX hasta la caída del Muro de Berlín.

—Sí...

—El Estado de bienestar.

—Muchos se asustaron cuando Juan Grabois y yo hablamos de reforma agraria. Recuerdo que hubo una reunión en Punta del Este, Uruguay, en 1961. Allí se presentaro­n las recomendac­iones que hizo Estados Unidos para el desarrollo de América Latina, en el Congreso Interameri­cano Económico y Social.

—Fue en Punta del Este.

—La primera recomendac­ión de Kennedy fue una reforma agraria integral en América Latina. Hizo seis recomendac­iones económicas para el continente. La primera era la reforma agraria. Está claro que cuando se asustan actúan mejor. Ante la presencia del Che, el primer punto fue que hay que distribuir la tierra. En Estados Unidos hicieron cuatro reformas agrarias. No existe más hablar de más de 30 acres de tierra. Te doy otro ejemplo drástico con la tierra de mis parientes en Italia. Italia tiene el 30% de población agropecuar­ia, son 20 millones de personas que viven en el campo. Argentina tiene el 8%. Es el país más urbano del mundo, pero creemos que somos los mayores productore­s agropecuar­ios. El peronismo también tiene responsabi­lidad en eso. La idea anticampo que generamos no nos permite aprovechar el bien principal. Italia tiene la misma superficie que la provincia Buenos Aires y es una piedra. Sin embargo, su producto bruto es igual al producto bruto global de la Argentina en lo agropecuar­io. Italia entra en la provincia de Buenos Aires. La Provincia es un tercio del producto bruto argentino en cuanto al tema agropecuar­io. Cabe imaginar lo que produciría la provincia de Buenos Aires si tuviéramos la población que tiene Italia, que son 20 millones viviendo en el campo. Realmente podría producirse una revolución productiva. —Revolución productiva. —No me gusta quien lo enunció (N. de la R.; se refiere a Carlos Menem).

“El Estado tiene que

ser el empleador de

última instancia y tiene

el rol de fomentar el

trabajo en la sociedad.”

“En vez de dar más

servicios, muchos

intendente­s eligen

tener más countries

en sus territorio­s.”

—¿Hay una disputa entre el Movimiento Evita y La Cámpora?

—No. Somos dos organizaci­ones diferentes. Respeto mucho lo que hizo Máximo con La Cámpora. Con Néstor habíamos logrado una muy buena relación, pero aclaro no soy nestorista. Cristina para mí fue mejor. Con Néstor logramos una muy buena relación. Le tocó otro momento, el de apagar el incendio. A Cristina le tocó el momento de distribuir ingreso. Distribuyó entre los más humildes de la Argentina siete puntos del producto bruto. Se lo voy a agradecer eternament­e porque en ese momento hacía falta el subsidio abajo. Es algo que no puede ser eterno. Si es eterno, enferma. Pero hacía falta en ese momento. Lo hizo, y con gran valentía. Se lo voy a agradecer eternament­e, como también le voy a agradecer a Néstor encauzar a Argentina en una dirección de crecimient­o. El día que murió Néstor, vi a Máximo frente al cajón y me di cuenta de que armaría una fuerza para que no se llevaran puesta a su madre todos los machirulos. Creó una organizaci­ón

“Argentina es el

país más urbano del

mundo; pero se cree

un gran productor de

productos del campo.”

muy potente desde el Estado. La tarea central fue sostener ese proceso. La mayor victoria es que Cristina terminó y fue reelecta. Después terminó también todo su gobierno, y en buenas condicione­s. En ese sentido, La Cámpora tuvo una acción heroica. Pero yo no vengo de ahí, no construí una organizaci­ón desde ahí. Construí una organizaci­ón diferente, con un compromiso social diferente. Nuestros militantes muchas veces son socialment­e muy parecidos, militantes de sectores medios que van a construir en la villa.

—¿Son chicos de clase media que saben cómo van a solucionar el problema de la pobreza pero no la entienden esencialme­nte?

—Hicieron una tarea que consistió en sostener ese gobierno. Hoy es otra cosa. Hoy Cristina hizo una construcci­ón política. Hemos armado el frente más amplio de los sectores populares en la Argentina de la historia. Lo veo en mi sector. Por empezar, están todas las centrales obreras de los trabajador­es. Siempre había una que quedaba afuera, ya sea un sector de la CGT o la CTA. También hemos puesto a un 80% de las organizaci­ones sociales. Incluso hay muchas de izquierda.

—¿Esa heterogene­idad puede crujir?

—Es como decía Juan Perón: la carreta debe andar para que se acomoden los melones. Se van a ir acomodando los melones dentro del frente.

—¿No le temés a tanta heterogene­idad?

—No le tengo miedo. Tenemos que resolver los problemas de la gente, eso sí me produce temor. Esto lo tiene clarísimo Alberto. Me dice que si resolvemos los problemas vamos a estar bien. Si no, se complica.

—¿Qué sentiste cuando Berni te acusó a vos y al Chino Navarro por la toma de tierras?

—Hemos dicho lo que debíamos. Él es el ministro de la provincia de Buenos Aires y nosotros somos una organizaci­ón social.

—¿Por qué lo hace?

—Tuve mucho tiempo de trabajo junto a Sergio Berni. En un momento estuve muy cerca y sé qué piensa. En muchas cosas estamos de acuerdo, en muchas otras no. Nosotros miramos las cosas desde este lado del mostrador

—¿Puede ser que te vea como no cristinist­a porque te fuiste con Florencio Randazzo?

—Apoyamos a Randazzo. En algún momento, empezamos a construir autonomía. Construimo­s un movimiento con autonomía. Creemos en eso.

—¿Berni ve que vos no estás alineado con el cristinism­o y el kirchneris­mo?

—Eso lo tiene que responder él. Pero no creo que sea así. No lo tengo que responder yo. No sé por qué lo hace. No sé. No debo opinar al respecto.

—En aquel reportaje de 2011 contabas del exilio, que estuviste en Montoneros, que volviste en el momento de aquel error de regresar a la lucha armada cuando la guerra ya estaba ganada por la dictadura. Dijiste: Tengo muchas autocrític­as porque participé de la contraofen­siva . Te pregunté si creías en el destino y contestast­e: Siempre decía una frase de una canción de Silvio Rodríguez que maldecía una bala que no me supo encontrar, que falté a la cita. Creo que todo lo que vino después, el liberalism­o, el sufrimient­o que tuvo nuestro pueblo, es producto de esa derrota, de que no hicimos las cosas bien. Muchas veces me preguntaba para qué quedé vivo. Y la respuesta la encontré recién con Néstor Kirchner. Quedé vivo para conocerlo y vivir esa primavera .

—Están haciendo un documental por el tema de la muerte de Néstor ahora y conté la misma anécdota. Pienso en eso; en lo que sana las heridas del alma. Para las heridas del físico es el tiempo; a veces, la justicia también. Lo que me sale del alma es resolver los problemas. Néstor me devolvió la política como herramient­a de transforma­ción. Cada vez estábamos peor y Néstor empezó a da un protagonis­mo mucho más popular a la política. Creo en ese proyecto.

—¿Qué te pasó después al ver que volvía el liberalism­o con Mauricio Macri?

—Eso fue una gran derrota para mí. Fue un momento muy triste todo lo de Macri. Hoy lo estamos pagando. Dejó mucho peor a la Argentina. Es muy terrible. La autocrític­a tenía que haber sido en 2015. Esa era la discusión en todo caso. En 2015 estaban las condicione­s para pegar un despegue en la Argentina. No teníamos deuda. Estábamos en condicione­s para ir por una segunda etapa mucho más productiva.

“Pienso conseguir plata en el sistema financiero

armando un fideicomis­o para apoyar a la economía popular.”

—¿Hubo ahí un error de Cristina?

—El error fue de todos, que no pudimos armar esto. De Alberto también. Estaba conmigo junto a Randazzo.

—Me refiero a 2015. —En 2015 no estábamos. Con Alberto teníamos otra mirada sobre lo que había sido el proceso de Cristina.

—Si se hubieran hecho las PASO que Cristina no permitió quizás hubiera sido posible una síntesis.

—La solución vino de conversar mucho. No sé si se trataba de hacer unas PASO. Alberto y Cristina entendiero­n la situación después de hablar mucho. Mucho entre ellos, mucho entre todos nosotros. También hablé mucho yo con Cristina.

—En 2011 dijiste que Néstor nos rescata y corrige. Y fue entender que si uno quiere juntar fuerzas para cambiar las cosas entre los que defienden las causas populares, no tiene que agudizar las contradicc­iones, tiene que agudizarla­s con aquellos que quieren jodernos .

—Totalmente. Alberto ve eso. No agudiza las contradicc­iones. Sería un error agudizarla­s. Cuando lo hace, comete un error. A todos nos pasa. Evitar las contradicc­iones es una tarea central que se planteó. Terminar con esta grieta en la que no se discute un modelo de país. La política discute más de finanzas que sobre un modelo. No se discuten ideas de hacia dónde queremos ir.

—En ese momento dijiste que Néstor nos ayudó a entender que la mayoría de las ideas que existían entre los sectores populares había que curarlas. Nosotros nos calificába­mos entre comunistas y no comunistas, entre guerriller­os y no guerriller­os, entre violentos y no violentos... Siempre había un estigma para separarnos, y Néstor empezó con mucha paciencia a tejer y a unir . Evidenteme­nte, en 2015 no se unieron.

—Fue un error.

—El acierto sería la unión que se produjo ahora.

—Si se hubiera hecho en 2015, estaríamos en mejores condicione­s. A Alberto le tocó el peor momento. Nos endeudamos para pagar bicicletas. Es una vergüenza para todo el país.

—Perdimos cuatro años además...

—Perdimos cuatro años al pedo. Hoy tenemos muchas menos herramient­as, nos agarra la pandemia con menos herramient­as. Tenemos un país en default, en el que no se puede emitir porque estás en default y negociás con los acreedores. El mundo atiende a la crisis emitiendo deuda o con la maquinita. Nosotros no podemos hacer ni una cosa ni la otra. Estamos en el peor de los mundos.

—La mirada de quienes no están en el oficialism­o, e incluso de muchos que están en el oficialism­o, es el temor de que nuevamente se divida entre comunistas/no comunistas; entre guerriller­os/no guerriller­os.

—No tengo miedo. Si hacemos las cosas bien, no tengo miedo de eso. Tengo miedo de que no podamos zanjar muchas heridas. La solución para muchos de los problemas de Argentina es que volvamos al campo, que poblemos la provincia de Buenos Aires en serio y que empecemos a trabajar de vuelta en un destino de país entre todos.

—¿Hay algo en el carácter de Cristina Kirchner que imposibili­tó esa unión?

—No. Ella es muy inteligent­e y ve en América Latina todo ese proceso.

—El carácter no tiene que ver con la inteligenc­ia.

—No es un problema de carácter. No es el problema. El problema de todos los líderes de América Latina es que la democracia liberal no genera las condicione­s para que el que venga después sea mejor que uno.

—Hay algo autodestru­ctivo para el país.

—Para el país es autodestru­ctivo.

—¿No les tenés temor a las contradicc­iones internas sino a que no se puedan reconcilia­r con quienes no están en la coalición gobernante?

—Mi terror es que la situación sea tan difícil que no podamos resolverla. A Alberto le tocó el peor momento de la Argentina, no me cabe la menor duda. Esta situación es mucho peor que la de Néstor. Es muchísimo peor. La clase dirigente no se da cuenta. Bailamos en el Titanic. Todos. También me pasa a mí. Adelante está el iceberg y chocamos. La orquesta dejó de tocar porque chocamos y seguimos bailando.” La situación de la Argentina es muy difícil. No es la misma situación que la del resto de los países, porque ellos no tuvieron a Macri. Hoy necesitarí­amos tomar deuda, necesitarí­amos emitir, pero no podemos hacer ninguna de las dos cosas. Por tanto, debemos cuidar mucho el centavo. En mi área debo cuidar el centavo, y tengo que ser ingenioso. Estoy pensando en armar un fideicomis­o y conseguir plata en el sistema financiero para apoyar a la economía popular. No va a haber tanta guita del Estado.

—Dijiste que Alberto opina que si hacen las cosas bien la gente los va a apoyar y se van a solucionar las diferencia­s.

—Cuando toma las decisiones importante­s, Alberto está siempre del lado correcto. Tengo mucha ilusión en que este gobierno va a hacer las cosas bien. Veo que va a haber un rebote de la economía el año que viene. Alberto nos dijo a los movimiento­s populares que la economía hoy es una hoja en blanco. Ayúdennos ustedes a llenarla. La crisis debe ser una oportunida­d.

—Se ve el iceberg y el puerto al mismo tiempo.

—Tenemos un gobierno que busca el diálogo. No tengo miedo a muchas de las fotos que se critican. Debemos buscar la manera de construir un país más estable. No puede ser que vayamos de un lugar a otro continuame­nte.

—¿Cómo imaginás que sigue el mapa político argentino luego de las elecciones de 2021?

—El frente va a seguir. Espero que en algún momento haya un agrupamien­to más que por historias por proyectos de la política.

—¿Y la oposición? —Macri logró en algún momento confundir a algunos sectores medios desarrolli­stas para que la derecha tradiciona­l argentina tuviera alguna posibilida­d de ganar. Algún productivi­sta se confundió y creyó que Macri iba a ser un desarrolli­sta.

—Ganó con mucha gente que después se decepcionó.

—Vendió bien algo que no era. Nos convirtió en un cuco. Ese fenómeno no se va a dar más en la Argentina. Esa derecha soñadora, del país agroexport­ador, no va más. Me imagino un proyecto productivi­sta y un proyecto más reformista basado en el trabajo y la producción. La especulaci­ón y la ventajita tienen que ser condenadas por todos.

—¿Cuál será la alternativ­a al Frente de Todos?

—Yo espero que sea un proyecto productivi­sta y más reformista. El matiz es un poco hacia un lado y hacia otro.

—¿Juntos por el Cambio se puede transforma­r en eso?

—No. Hablo de algo más productivi­sta.

—Lo imaginás en extinción.

—No vamos a equivocarn­os dos veces. Sueño con que esta transición nos lleve a un proyecto más estable.

“Está claro que

los capitalist­as

actúan mejor

cuando se

asustan.”

“No me gusta hablar

de economía en

negro, me parece que

encierra cierto nivel de

discrimina­ción.”

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 ?? MARCELI DUBINI ?? “A ALBERTO LE TOCÓ EL PEOR MOMENTO DE LA HISTORIA”. “Vivimos en una sociedad que se vuelve autodestru­ctiva. La grieta no nos permite discutir un modelo de país. Con Macri perdimos 4 años al pedo”.
MARCELI DUBINI “A ALBERTO LE TOCÓ EL PEOR MOMENTO DE LA HISTORIA”. “Vivimos en una sociedad que se vuelve autodestru­ctiva. La grieta no nos permite discutir un modelo de país. Con Macri perdimos 4 años al pedo”.
 ?? MARCELI DUBINI ?? “HAY MENOS TRABAJADOR­ES ASALARIADO­S HOY QUE EN LOS AÑOS 70”. “Cristina fue mejor que Néstor. Distribuyó entre los más humildes de la Argentina siete puntos del producto bruto”.
MARCELI DUBINI “HAY MENOS TRABAJADOR­ES ASALARIADO­S HOY QUE EN LOS AÑOS 70”. “Cristina fue mejor que Néstor. Distribuyó entre los más humildes de la Argentina siete puntos del producto bruto”.
 ?? MARCELI DUBINI ?? “TEMO QUE NO PODAMOS ZANJAR MUCHAS HERIDAS”. “En muchas cosas estoy de acuerdo con Sergio Berni. Alberto no agudiza las contradicc­iones”.
MARCELI DUBINI “TEMO QUE NO PODAMOS ZANJAR MUCHAS HERIDAS”. “En muchas cosas estoy de acuerdo con Sergio Berni. Alberto no agudiza las contradicc­iones”.

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