Cambio radical en la campaña republicana
En la noche del jueves, la Casa Blanca anunció que Donald Trump tiene coronavirus; el vicepresidente Mike Pence y el candidato demócrata Joe Biden, en cambio, dieron negativo. La noticia sacudió la carrera presidencial, a sólo un mes de la elección.
¿Cómo afecta la competencia? La planificación de la campaña republicana deberá cambiar radicalmente. Trump no podrá participar en persona en actos políticos al menos por un par de semanas, consumiendo una porción significativa de lo que resta de la campaña. Los rallies son una pieza central de la escenificación de la relación de Trump con su base de votantes, pero también una respuesta a las encuestas que una y otra vez lo dan perdedor: “las encuestas son falsas, estas multitudes son reales.” Palabras más, palabras menos, Trump se lo dijo a Biden en el debate de esta semana.
La realización de los debates pendientes está ahora mismo en el aire. El próximo debate presidencial está previsto para el 15 de octubre, por lo que, si llegara a cancelarse, será un golpe adicional a una campaña republicana a la que le quedan pocas oportunidades para torcer el rumbo de la elección. El primer debate fue un desastre: las encuestas indican que los votantes tuvieron una valoración negativa del debate, y en particular de la performance de Trump. El contagio de Trump ahora además puede darle a Biden la oportunidad de evitar participar en el próximo debate con relativamente bajos costos. Y con Trump infectado, también es incierta la participación de Pence, siguiente en la sucesión presidencial, en el debate con Kamala Harris, previsto para el próximo miércoles.
¿Cuál será la reacción de los votantes? Hay mucho que aún no sabemos, y las encuestas de los próximos días darán una respuesta más clara. La enfermedad puede generar empatía, y ganarle así algunos puntos en estados clave. Sin embargo, también puede ser procesada como un resultado de su propia irresponsabilidad. Los votantes tienen una valoración mayormente negativa de su manejo de la crisis, en una relación de 56-40; entre los independientes, apenas un tercio tiene una evaluación positiva. Hace sólo unos días, Trump se burlaba de Biden, diciendo que estaba escondido en un sótano, mientras él hacía campaña. Tanto Trump como numerosos miembros de su círculo más cercano llevan semanas participando en actos públicos, muchos de ellos con militantes aglomerados en espacios cerrados. El “sótano” puede hoy ser visto como la opción responsable por votantes que ya evaluaban la situación negativamente.
¿Qué pasa si Trump no puede competir? No sabemos cuál será la evolución de la enfermedad. Desde 1972, cuando los demócratas cambiaron de candidato a vicepresidente, ninguno de los dos grandes partidos reemplazó a alguno de los miembros de la fórmula. El Partido Republicano puede, en caso de emergencia, reemplazar a cualquiera de los candidatos, y nominar a Mike Pence sería la opción natural si Trump debiera ser reemplazado. Sin embargo, cuanto más nos acerquemos a la elección, mayores serán las complicaciones: primero, en muchos de los estados donde los votantes pueden votar por correo las elecciones ya comenzaron; y segundo, en muchos ya pasó la fecha límite para certificar las boletas, por lo cual reemplazarlas (si el partido nominara nuevos candidatos) puede ser de difícil a imposible.
Durante los próximos días, quizás semanas, para los republicanos será imposible girar la atención hacia otros temas más favorables. Todo esto en una carrera en la que ya estaba detrás por entre 7 y 8 puntos.
Desde 1972 ninguno de los partidos cambió a sus candidatos a presidente y vice.