Perfil (Sabado)

Emmanuel Carrère, el gran mentiroso

El divorcio en marzo entre Hélène Devynck y el escritor incluyó un apartado donde éste se comprometí­a a no volver a hablar de ella en sus libros. Pero en “Yoga” incumplió el pacto.

- OMAR GENOVESE

En 2011, Emmanuel Carrère obtiene el Premio Renaudot por su extensa biografía sobre Eduard Limónov. En un reportaje al escritor nacionalis­ta ruso –que llegó a posar disparando hacia Sarajevo durante la guerra de la ex Yugoslavia–, un periodista le pidió opinión sobre el escritor francés que hizo un éxito de un libro sobre su vida, a lo que respondió: “Sí, ése que escribió sobre mí para hablar de él”.

Director de cine, guionista, novelista, ensayista, hijo de Hélène Zourabichv­ili (Gran Cruz de la Legión de Honor, miembro de la Academia Francesa, secretaria perpetua de la misma y ex euro diputada de la derecha), Emmanuel representa al hijo intelectua­l díscolo cuya supuesta genialidad brinda un aura trascenden­te a las familias dentro de la burguesía francesa de posguerra. Jurado de cine en Cannes y Venecia, al ingresar al siglo XXI logra un éxito de ventas con El adversario, suceso que le valió una gran repercusió­n mediática.

Ahí existe un intelectua­l francés, ahí existe un alma sensible de nuestra época, un escritor ejemplar de la “inspiració­n”. Con un poco de ironía se puede pensar a este blasón editorial como el oponente de Michel Houellebec­q, pero con acceso a la vida familiar y cierto glamour que lo hace aceptable en las reuniones sociales.

En los últimos veinte años Carrère ha tocado temas “sensibles” para los franceses, luciendo una antena llamativa para localizar dicha agenda de prioridade­s. Por ejemplo, en De vidas ajenas (2009), da testimonio del sufrimient­o general en un paraíso a manos de la tragedia natural, el tsunami. Como turista francés (impostando a André Malraux), consciente de lo “relevante” de su existencia, allí articula esta especie de relato sobre la catástrofe, casi ocasional hasta lo superfluo, para concluir explicando un drama familiar tan inadecuado como gratuito: es evidente la costura, el autor no sabía cómo terminar el texto.

No menos oportunist­a luce la publicació­n de El Reino (2014), donde cuestiona su fe católica, cometiendo errores respecto a la historia del catolicism­o que señaló el crítico y escritor Pierre Assouline: “Conocemos la pobreza de un pensamient­o que se expresa por analogías. Pero este libro está lleno de ellos. Así vemos a Lucky Luke, el general De Gaulle, Bin Laden y Mel Gibson llegar todo el tiempo en medio de una exégesis.” Con la crisis de refugiados y el fanatismo como amenaza a través de Estado Islámico que, entre otros, produjo el ataque a la publicació­n satírica Charlie Hebdo, la crisis católica que describe El Reino cuajó perfecto en lo real: con ella obtuvo el Premio FIL 2017 (ex Juan Rulfo), que otorga la Feria del Libro de Guadalajar­a.

Yoga, el último libro de Emmanuel Carrère, lleva vendidos en Francia 160.000 ejemplares desde su lanzamient­o a fines de agosto. Los libreros estiman que superará los 200.000 en una semana, más aún con el escándalo que ha desatado; evento mediático donde se cruzan amor, sexo, dinero (veremos si esto no sería la única razón), violencia, locura y una considerab­le cantidad de ego.

Lejos de las redes sociales, el tema se exhibió en la prensa francesa. Yoga debía lanzarse en marzo, pero por motivos legales se aplazó. En pleno divorcio de la periodista Hélène Devynck, trascendió que el equipo legal del editor estaba revisando el texto. Es que el libro sigue la senda autorrefer­encial: vincula cierto estado depresivo con tendencias suicidas de Carrère, su posterior internació­n (refiere a que recibió terapias eléctricas anticonvul­sivas) y “regreso a la vida”, con una catarsis emocional en plena madurez de hombre separado de sus afectos.

En una reciente nota publicada en Vanity Fair, Hélène Devynck aclara sobre este libro en

Este culebrón aparece justo cuando “Yoga” fue nominada en la preselecci­ón al premio Goncourt

el que se siente implicada: “Emmanuel y yo estamos sujetos a un contrato que requiere que él obtenga mi consentimi­ento para utilizarme en su trabajo. No acepté el texto tal como aparecía. (…) Durante los años que vivimos juntos, Emmanuel pudo usar mis palabras, mis ideas, sumergirse en mi duelo, mis penas, mi sexualidad: estaba enamorado y el trabajo que pedía en sus libros aseguraba que mi persona era representa­da de una manera que nos convenía a los dos.” También plantea que convivió con un ser despótico, agresivo y mentiroso: “Este relato, presentado como autobiográ­fico, es falso, dispuesto al servicio de la imagen del autor y totalmente ajeno a lo que vivimos mi familia y yo junto a él.”

Este culebrón aparece justo cuando Yoga fue nominada en la preselecci­ón al prestigios­o premio Goncourt. Se cuestiona que pueda ganar porque es un testimonio, aunque crudo y fantasioso, y no una novela como correspond­e. ¿Ganará Carrère? El suspenso queda a la vista, no así los términos del contrato post divorcio que firmó esta pareja. ■

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FOTOS: CEDOC PERFIL ENEMIGOS. El escritor y su ex, Hélène Devynck. Ella dice que Yoga, el último libro de Carrère, presentado como autobiográ­fico, es falso, “dispuesto al servicio de la imagen del autor y totalmente ajeno a lo que vivimos mi familia y yo junto a él”.
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