Perfil (Sabado)

La epopeya de los niños de la Guerra de Iom Kipur

El enfrentami­ento comenzó en octubre de 1973. Los más jóvenes de entonces sufieron el horror de cerca. Y dejaron el más duro testimonio.

- MARCELO RAIMON* *Periodista. Trabajó como correspons­al de la agencia ANSA en Buenos Aires y Washington. Se especializ­a en temas de la realidad israelí.

“Estimado editor, sé que hay una guerra. Los egipcios nos sorprendie­ron y nos tendieron una emboscada. Me siento incómoda. Hay sirenas reales, no solo simulacros. En lugar de bajar al refugio, me quedo en casa, presa del miedo. En la radio y la televisión, todo el tiempo es guerra. Estoy pegada a la radio como un caracol a su caparazón. Espero y rezo para que haya paz y que la guerra termine”.

Anat, una nena de Tel Aviv, resumía así en una carta a un semanario infantil la situación de la enorme mayoría de los niños del país durante la guerra de Iom Kipur, que estalló el 6 de octubre de 1973 cuando, en efecto, las fuerzas armadas de Egipto y de Siria “sorprendie­ron” a los israelíes con una invasión en el día más sagrado para los judíos, la jornada de ayuno en la que el país se paraliza.

Ayuno. La Guerra de Iom Kipur se extendió hasta el 25 de octubre, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ya habían logrado revertir la marcha del conflicto, recuperar los territorio­s por donde habían avanzado egipcios y sirios, y hasta posicionar­se a pocos kilómetros de El Cairo y de Damasco.

Sin embargo, el resultado de la guerra –que en Israel tiene su aniversari­o según el calendario hebreo, en coincidenc­ia con la observació­n del ayuno– no es motivo de celebració­n, en parte por el altísimo número de caídos (2.688 soldados, en un país con unos pocos millones de habitantes), por la vergüenza de haber sido sorprendid­os y

El 6 de octubre de 1973 las fuerzas armadas de Egipto y de Siria “sorprendie­ron” a los israelíes con una invasión en el día más sagrado para los judíos

por las graves fallas que llevaron a ignorar reportes de inteligenc­ia sobre las intencione­s de Egipto y Siria.

De hecho, es indudable que Israel “ganó” la guerra en el terreno militar porque, en caso contrario, en este momento el país no existiría. Pero el conflicto sigue siendo motivo de amargos debates y mucha tristeza, tan profundos que muchos se siguen preguntand­o quién venció en realidad.

Cartas. Rescatadas en los últimos días en el blog de la Biblioteca Nacional de Israel, las cartas que muchos niños israelíes enviaron al semanario infantil Haaretz Shelanu (Nuestro País) son un asombroso reflejo de lo que se pensaba en el país, una mirada comprometi­da de pequeños que ya sabían lo que era –y sigue siendo– tener que salir corriendo a los refugios anticohete­s.

Al comenzar la guerra en Iom Kipur, que fue además un sábado, el día de descanso en el país, los editores de los suplemento­s para niños tuvieron obviamente poco tiempo para reaccionar. Fue por eso que recién el 8 de octubre, en su edición especial infantil para la festividad de

Sucot, que comenzaba dos días después, el diario Maariv pudo dedicarle unas líneas al conflicto.

“Al cierre de este número, en vísperas de Iom Kipur,

estalló una cuarta guerra entre Israel y sus vecinos: el ejército sirio cruzó la frontera en los Altos del Golán y el ejército egipcio cruzó el Canal de Suez. Se libran feroces batallas en tierra, mar y aire”, se reportaba en un recuadro en la portada del suplemento infantil.

Aunque la mayoría de los chicos y las chicas estaban muy al tanto de lo que sucedía, porque probableme­nte alguno de sus padres fue llamado al frente o prestaba servicios de emergencia, los periodista­s de Maariv intentaron ofrecer un tibio optimismo a sus lectores infantiles.

Moshé Dayan. Los soldados fueron llamados al frente y “todos salieron a cumplir con

El conflicto sigue siendo motivo de amargos debates y mucha tristeza, tan profundos que muchos se siguen preguntand­o quién venció en realidad

Por lo que se ve en las cartas a Haaretz Shelanu, los niños y niñas israelíes tenían una visión más profunda y cabal de las cosas, una mezcla de patriotism­o, miedo y críticas

su deber”, se leía en el breve artículo, con palabras que provocan escalofrío­s al pensar que fueron escritas para niños. “En el momento de redactar este informe –continuaba–, las FDI, con supremo heroísmo, están bloqueando el avance del enemigo y tanto el ejército sirio como el egipcio están sufriendo grandes pérdidas”.

Si bien Maariv reconocía que “las noticias del frente son todavía vagas”, el diario terminaba el recuadro con una frase del entonces ministro de Defensa, Moshé Dayan, quien aseguraba: “¡No hay duda de que la guerra terminará a nuestro favor!”.

Pero, por lo que se ve en las cartas a Haaretz Shelanu, los niños y niñas israelíes tenían una visión más profunda y cabal de las cosas. Una mezcla de patriotism­o, miedo y críticas llegó a tiempo para publicarse en el suplemento infantil antes de que terminara la guerra.

En la edición del 22 de octubre, Liora, una nena de 10 años de Haifa (que hoy debe andar por los 57), mandó al suplemento unas líneas en sintonía con las declaracio­nes triunfalis­tas de Dayan.

“Estimado editor, ¡los árabes son cobardes!”, se quejaba Liora. “Nuestros enemigos pensaron en derrotarno­s durante el día de ayuno y oración, pero pronto se dieron cuenta de que, a pesar de ello, estábamos dispuestos a luchar por nuestro derecho a ayunar y orar en paz”, declaró la pequeña patriota.

La victoria “está asegurada, porque nuestra lucha es una lucha por la vida”, completó, con una dosis de realismo.

Otros chicos veían las cosas de manera distinta, con un extraño sentido de culpa, como Hagit, también de Haifa, quien contaba que cuando las sirenas sonaban salía rápidament­e al refugio antibombas y allí pasaba las horas entretenid­a con algunos juguetes, junto a su hermana. “De repente pensé: allá en el norte están peleando, y aquí estoy yo sentada y jugando”, confesó la pequeña en su carta a Haaretz Shelanu.

Mensajes conmovedor­es. También había mensajes extremadam­ente tiernos y conmovedor­es, como el que escribió Meirav, de Raanana. “En tiempos de guerra, como ahora, ¿qué pasa con los animales en el zoológico? ¿Están en refugios o en jaulas? Y si se quedan, ¿qué pasa si cae una bomba sobre ellos?”, se preguntaba la pequeña.

Después de alcanzado el cese del fuego, los chicos y las chicas se atrevieron a expresarse todavía un poco más abiertamen­te. “Desde mi corazón, pienso en lo terrible que es la guerra”, decía –por ejemplo– el pequeño Gadi, de Tel Hashomer, una localidad cercana a Tel Aviv.

Otros se engancharo­n rápidament­e con las ácidas polémicas que estallaron en el país tras el enfrentami­ento: Talia, de 12 años, y de Bat Yam, también en la periferia de Tel Aviv, señalaba una de las principale­s razones apuntadas por la derrota, “la arrogancia y la desidia” de los jefes militares israelíes, quienes, en vísperas del ataque, todavía dormían en los laureles de la espectacul­ar victoria de la Guerra de los Seis Días, de 1969.

“Aunque los árabes se vieron obligados a retirarse, no se quebraron. No crean que somos más valientes que ellos”, advertía por su lado Galil, una nena de Gvat, un kibutz en el norte de Israel.

Al terminar la guerra, las tropas israelíes ya habían repelido los avances en el Sinaí y en el Golán y la victoria militar estaba clara. Pero el país ya hablaba de un “fiasco”, el de la incompeten­cia del gobierno de prevenir semejante ataque, demostrand­o de paso una fuerte vulnerabil­idad que hacía desvanecer el mito creado durante la Guerra de los Seis Días.

También se desvanecie­ron en parte los halos legendario­s de Dayan y de la entonces primera ministra, Golda Meir.

Fueron ellos dos y un pequeño grupo de altos militares quienes recibieron todos los dardos.

No era para menos. En poco tiempo se supo que a los altos mandos militares y de inteligenc­ia en el gobierno habían llegado varias advertenci­as sobre las intencione­s de Egipto y de Siria. La propia Meir recibió una visita secreta en Tel Aviv del rey Hussein, de Jordania, quien le advirtió sobre los planes del presidente de Egipto, Anwar Sadat.

Hasta Jerusalén habían llegado además los avisos de Ashraf Marwan, yerno del predecesor de Sadat, Gamal Abdel Nasser, y topo del Mossad en El Cairo (aunque también posiblemen­te un doble agente). Marwan, cuya vida fue retratada en el film El Ángel, pasó varios reportes sobre la inminencia de un ataque egipcio sobre el Canal de Suez, pero sus interlocut­ores israelíes prefiriero­n no creerle.

También hubo mérito de Sadat, quien dejó filtrar su supuesta frustració­n por la tardanza en la llegada de equipos soviéticos, incluyendo aviones Mig-23, que –sin embargo– ya estaban en camino hacia Egipto.

Los israelíes pensaban que Siria no se iba a lanzar a la guerra para recuperar el Golán sin contar con el apoyo de Egipto, y que Egipto no iba a tratar de reconquist­ar el margen oriental del Canal de Suez sin los aparatos de Moscú.

En ocasión de este nuevo aniversari­o de la guerra, la prensa israelí reveló otro documento desclasifi­cado que subrayó todavía más la desidia al interior del gobierno de Meir. Un comunicado secreto, recibido un día antes del ataque y bautizado el “mensaje dorado”, alertó al jefe de la inteligenc­ia militar, el mayor general Eli Zeira, respecto de que los asesores soviéticos y sus familias estaban abandonand­o Damasco y El Cairo, una señal inequívoca de que se acercaba el conflicto.

Zeira, quien luego quedó en el podio de los acusados junto a Meir y Dayan, se sentó sobre ese comunicado por cerca de diez horas antes de pasarlo a la cúpula de las FDI, dañando así las chances de una mejor preparació­n ante la ofensiva sirio-egipcia.

En honor a una cierta verdad, el gobierno israelí tampoco tenía muchas alternativ­as: Henry Kissinger, entonces secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional del presidente Richard Nixon, le había advertido a Meir que si Israel lanzaba un ataque preventivo contra Egipto o Siria, no esperara “ni un clavo” en ayudas estadounid­enses.

Nueva etapa. El resto, por supuesto, es historia. Estados Unidos reemplazó a la Unión Soviética como padrino de Egipto, Sadat viajó a Jerusalén, hubo paz e Israel tuvo que devolver el Sinaí, abriendo una nueva etapa política en el Medio Oriente.

Al fin y al cabo, la historia se escribe a partir de éxitos y errores humanos, y así lo entendiero­n muy bien los chicos y las chicas que escribían a los diarios israelíes en medio de la guerra. “Es posible que Dayan sea culpable de lo sucedido, pero todos somos de carne y hueso, cualquier persona puede cometer un error, pero segurament­e no lo hizo a propósito”, escribió, comprensiv­a, Meli, una niña de Ramat Gan.

Con gran sabiduría infantil, Meli resumió: “Debemos entenderlo, y considerar lógicament­e sus acciones de la manera correcta”.

 ??  ?? EN PIE DE GUERRA. El enfrentami­ento se desató en el día sagrado para el pueblo judío. La sociedad y sus líderes como Moshé Dayán y Golda Meier vivieron la situación como una afrenta.
EN PIE DE GUERRA. El enfrentami­ento se desató en el día sagrado para el pueblo judío. La sociedad y sus líderes como Moshé Dayán y Golda Meier vivieron la situación como una afrenta.
 ??  ?? OPINIONES. Los medios israelíes conmemorar­on los sucesos de 1973 con la reproducci­ón de las cartas.
OPINIONES. Los medios israelíes conmemorar­on los sucesos de 1973 con la reproducci­ón de las cartas.
 ??  ??
 ?? FOTOS: CEDOC PERFIL ??
FOTOS: CEDOC PERFIL
 ??  ??
 ??  ?? TRIUNFO. La guerra terminó el 25 de octubre. Pero aún quedan sus huellas psíquicas en la sociedad israelí de nuestros días.
TRIUNFO. La guerra terminó el 25 de octubre. Pero aún quedan sus huellas psíquicas en la sociedad israelí de nuestros días.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina