Las baladas de aquellos que llegan al siglo de vida
Hace varios años, científicos y genetistas denominaron “Zonas azules” a aquellos lugares en los que la gente vivía más de 100 años. Al documentalista argentino Víctor Cruz (Boxing Club, La noche de las cámaras) le interesó el tema. En su documental, los protagonistas son ancianos, que intentan hacer realidad sus sueños, además de sembrar, entre otras tareas. Así, sucede en Nicoya, Costa Rica, una zona rural, en la que está ambientado el uno, de los tres capítulos de esta producción.
¡Pura vida! se tituló el primer episodio, en el que Panchita (109 años), mientras toma su desayuno, preparado por su hija (70), es visitada por sus hijos Pablo (93) y Calixto (90). En Nicoya, también vive Pachito (98), quien a escondidas de su hija, ensilla su caballo Corazón y sale a trotar por los caminos, mientras los vecinos lo saludan. En esa localidad de Costa Rica se enorgullecen de no contar con un ejército desde hace 67 años. Es el personal policial el que entretiene a la población con música desde la radio local, o les dictan clases de gimnasia y salsa, a los mayores en un club de barrio. El director Víctor Cruz utiliza los recursos más simples para contar fragmentos de la vida de sus protagonistas. Deja que su cámara sea testigo de cada situación, o intenta capturar algún gesto, una sonrisa. Su film se define desde la sutileza y la confianza que le otorgan sus elegidos.
Los dos capítulos siguientes transcurren en Cerdeña, Italia y en Okinawa, Japón y las caras sonrientes se repiten. Las más diversas actividades van definiendo la identidad de estas personas. Así sucede con Adolfo (92), dueño de un bar y en su cumpleaños invita a amigos y vecinos a su fiesta. Poco después se lo ve camino al aeródromo local, se sube a una avioneta y levanta vuelo, mientras desde la torre de control, una voz desesperada le pide que regrese a tierra. Las historias se suceden y su diversidad y riqueza las asemejan a juegos infantiles. En el último episodio, un grupo de ancianas japonesas, vestidas con kimonos, entretienen con sus coreografías y sus canciones tradicionales, a chicos y adultos.
Para el cineasta haber compartido esos instantes de vida le resultaron muy valiosos. Su film trae el eco de una película de éxito de características similares: Cocoon (1985, Ron Howard), o la inolvidable Elsa y Fred (2005, Marcos Carnevale), con China Zorrilla y Manuel Alexandre.