Un viaje sensorial e inteligente al género
La directora Laura Casabé llega a su tercer largo (disponible en Cine.ar y Cine.ar TV), y, como había sucedido con La valija de Benavidez, otra vez altera el género, tuerce expectativas y logra dejar su marca en un mundo masticado demasiadas veces por el cine. Ahora, con Los que vuelven, se trata de los zombis, que aquí son “vueltos a la vida”, de época y en la selva misionera.
La directora habla sobre las decisiones estéticas que hicieron a su relato con nervios de terror: “Fueron varias y estaban acompañadas de un equipo de gente que aportó su mirada. Por un lado, en ese sentido tenía a favor que la propuesta de cruzar un melodrama familiar con una película de terror rural situada en el monte misionero en 1920, si bien era un desafío enorme, también tenía de su lado la originalidad. No era algo tan visto y además usar leyendas guaraníes y trabajar con ese imaginario ya me daba un espacio de experimentación muy amplio. Sabía que quería trabajar desde la sugestión. Por otro lado, estaba la idea de que sea un viaje sensorial y que la historia se va revelando de a poco”.
Todo eso, esa cruza de géneros y ambientes, leyendas e idiosincrasia, Casabé la define como algo “nos hacía caminar por una línea muy finita, por eso manteníamos la idea de que tenía ser una peli elegante y austera desde la puesta de principio a fin”. Casabé sabe del peso político que desde George Romero tienen los zombies y no lo ignora: “En la saga de Romero (que está presente como referencia, y también la peli de Tourneur I Walked with a Zombie) los muertos representan una suerte de metáfora contracultural. Manifestaban el desasosiego que causaban ciertos hechos políticos y culturales del momento. Y si bien con nuestra peli retomamos esa premisa, la idea también fue resignificarla. El muerto vuelve, por lo general, está vacío y nosotros como espectadores lo llenamos de contenido; pero en nuestro caso con Los que vuelven, los poseídos, que no son necesariamente todos muertos, (si bien es cierto que vuelven como una respuesta al sometimiento), no están vacíos, están organizados y no son necesariamente agresivos, vuelque ven para repensarse en otro espacio. Por eso la venganza en la película es personal, es la venganza de Kerana y luego quizás se pueda pensar metafóricamente como una revancha colectiva”.
Hacer una película de género no es fácil, y hacerla en Argentina, mucho menos todavía. Casabé: “Desde el inicio, eso fue siempre parte de la propuesta y, si bien asumíamos un riesgo, también era justamente lo que nos estimulaba”. ¿Cómo define la directora su acercamiento a películas de género? “Me interesa el género fantástico o terror en tanto es un lenguaje para abordar diferentes temáticas sociales, y me gusta cuando convive con otros relatos. Me interesan los recursos formales del cine de género, las herramientas audiovisuales y sonoras que propone y que puede ser muy poderoso porque es fundamentalmente sensorial. Si eso puede combinarse con un relato profundo bueno, tiene un potencial enorme”.